Cuentan que en todo el mundo existen más de 200 especies distintas, que los hay de múltiples colores y que su tamaño varía desde los 18 centímetros hasta los 55.
Sin embargo, todos tienen algo en común: se les denomina pájaros carpinteros por el hábito de taladrar la madera para construir sus nidos. Pero al menos dos ejemplares de estas avecillas descubrieron una forma más confortable de vida.
Para conocerlos basta con llegar al Cabo de San Antonio, en el extremo occidental de Cuba. Justo en el faro Roncali una pareja de pájaros carpinteros ha decidido romper los esquemas y dejar los árboles para construirse una “casa” de mampostería.
El ruido de los picotazos taladrando la superficie los delata, y casi por instinto la vista trata de ubicarlos en algún tronco inexistente.
“Tienen que ser pájaros pinareños”, dice alguien, asociando el despiste aparente de las aves, que al parecer han confundido esta larga torre de concreto, con un árbol grueso y duro.
Pero no hay tal equivocación. Así lo prueba el orificio cada vez más profundo por el que se adentran a ratos, para comprobar el confort del hogar donde darán a luz a sus pichones.
No podría afirmarse con certeza que sea la primera vez que dos carpinteros se aventuran a perforar una pared de mampostería para alojarse en ella. Aunque tampoco existen referencias de que haya ocurrido alguna vez anterior.
En cualquier caso, esta pareja del Cabo de San Antonio tiene a su favor el hecho de haberlo logrado en un sitio imprescindible para la navegación, que marca el punto exacto donde termina la isla de Cuba y las aguas de la costa norte se unen con las de la costa sur.
Construido a mediados del siglo XIX por reclamo de varios países, cuyas embarcaciones transitaban con regularidad por el estrecho de Yucatán, el faro Roncali fue levantado con piedras de más de 25 centímetros de espesor, arrancadas de los farallones de este mismo lugar por decenas de esclavos.
Con ellas dieron forma a esta imponente estructura de casi 30 metros de altura, que ha soportado el embate de los huracanes más violentos, pero a la que, curiosidades de la naturaleza, dos pájaros carpinteros le han abierto un hueco de varios centímetros a base de picotazos.
Según la literatura, es común que este tipo de aves perfore un nido nuevo cada temporada. Pero está por ver si luego de tamaño esfuerzo para establecerse en el sitio más alto y seguro de la península de Guanahacabibes, estos dos estarán pensando en mudarse o si por el contrario, rompiendo nuevamente los esquemas, habrán escogido este gran “árbol” de piedra y cemento como su hogar para toda la vida.
Muy interesante. Refresca el ambiente demasiado cargado en ocasiones.
Maravilloza azana,y exelente publicacion
Excelente historia y muy entretenida, además muy bien escrita