Cuando Leyber Gómez Caballero (Gibara, 17 de julio de 1988) recuerda sus primeros pasos en la locución, el tránsito por la radio y la televisión de su natal Gibara surgen como primeras memorias. No puede ocultar el brillo en sus ojos cuando rememora esa primera etapa, y su mirada dice tanto o más que sus palabras cuando habla de aquella época.
La pasión, personalidad, versatilidad y carisma del gibareño lo han llevado a mantenerse en constante ascenso en los medios cubanos. El público lo ha seguido a cada emisión de Conexión Cuba, Sorpresa XL y De tarde en casa.
El también especialista en comunicación por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) es un creador inquieto y en los últimos tiempos tantea incluso con las artes escénicas como actor aficionado. Cuando conversa, en ningún momento pierde la sonrisa, un reflejo de su pasión por lo que hace.
Cuando lo entrevisté, supe inmediatamente que estaba delante de un artista que no solo resalta por el dominio técnico en su campo profesional, sino por la autenticidad y el buen humor con los que enfrenta cada reto y que han guiado su jornada desde Gibara hasta la capital. A Leyber lo define la tenacidad, tanto delante de las cámaras como cuando las luces del set se apagan.
¿Lo que tiene la locución de compleja lo tiene de gratificante?
Pienso que sí. Respeto inmensamente esta profesión desde mis inicios. Es un campo en el que uno está en constante superación. El mundo de los medios es muy complejo y te exige mucho, pero tiene de gratificante el cariño del público y la suerte de poder compartir y entrevistar a personas que admiras.
¿La radio es el medio ideal para un locutor?
Como un actor necesita del teatro para prepararse, los locutores necesitamos de la radio para superarnos y aprender. Yo empecé mi trayectoria en este medio y siento que ha sido una escuela increíble. Todo lo que sé de locución y comunicación se lo debo.
Esa magia que ofrece una cabina en vivo, tener que corregir un error al momento, o equivocarte y seguir, porque no puede haber cambios, me ha ayudado mucho y me ha preparado para hacer De tarde en casa, la revista que conduzco hoy junto a Raquel Mayedo. Si no hubiese hecho radio no podría asumir ahora una responsabilidad como esta. Siempre he dicho que, por más televisión que haga, voy a seguir en la radio porque la necesito.
Hago radio esencialmente por amor, porque es un medio muy mal pagado y los directivos no suelen valorar el trabajo que hacemos, que implica mucha responsabilidad y sacrificio. A pesar de eso, no me desprendo. Me encanta su magia y pienso que, para mantenerte vigente en los medios y hacerlo lo mejor posible, necesitas de esta escuela.
Te iniciaste como locutor en Holguín. ¿Consideras que se puede trascender en los medios trabajando fuera de la capital?
Sí, pero lógicamente es más difícil, como sucede en cualquier otra profesión. Hay locutores en provincia han recibido el Premio Nacional de Radio y el Maestro de Juventudes (Asociación Hermanos Saíz/AHS), y son grandes personalidades de la radio cubana.
Es cierto que la capital te da la posibilidad de darte a conocer un poco más, pero sí se puede trascender fuera de este centro. Hay ejemplos, como César Hidalgo, en Holguín, o Ado Sanz, en Santiago de Cuba, que son referentes para muchos comunicadores en nuestro país.
¿A las personas arriesgadas se les presentan más oportunidades?
Soy ejemplo de que sí. Yo trabajé en la radio y la televisión en el municipio de Gibara y en algún momento sentí que había llegado al tope. Cuando tienes sueños por cumplir y tratas de no quedarte en tu zona de confort vale la pena correr algunos riesgos. No me arrepiento de haberme lanzado a buscar otros rumbos, al contrario, creo que he recibido muchas bendiciones, pero es bien difícil dejar lo estable por algo que no sabes si va a funcionar.
Varios colegas que han hecho un trabajo interesante en sus provincias no han podido establecerse en ningún medio. El destino y la vida son complejos, y a veces tener talento y un nombre en tu territorio no te asegura que te vaya a suceder lo mismo en la capital.
¿De tarde en casa le dio otra perspectiva a tu carrera?
Lo primero que hice cuando llegué a La Habana fue el programa Tres veces más, dirigido por Rafael González. Fueron ocho emisiones para la programación de verano de 2019, pero lo recuerdo con mucho cariño porque fue mi debut en la pequeña pantalla.
Posteriormente participé en Conexión Cuba y Sorpresa XL, pero De tarde en casa me ha dado la oportunidad de llegar a más público y de asumir una responsabilidad mayor. No es lo mismo hacer un programa grabado a una revista en vivo de una hora de duración, y además tener la suerte, lo cual también implica un gran compromiso, de estar lado a una de las grandes figuras de la televisión cubana como es Raquel Mayedo.
En el ámbito profesional, De tarde en casa ha sido el mayor regalo y bendición que me ha dado la vida, no solo porque es un espacio muy popular, sino porque era uno de los programas que yo veía en mi etapa de adolescente. Siempre soñé hacer algo como eso.
¿Cómo fue conocer a Raquel Mayedo personalmente?
Siempre admiré a Raquel. Uno de los sueños que traje conmigo a La Habana la primera vez que vine era encontrarla. Pude realizar el anhelo de conocerla personalmente en un concierto del grupo Moncada en la Casa del ALBA Cultural. Por supuesto que corrí a saludarla y me hice una foto con ella. Todavía la guardo en mi casa, como un gran tesoro.
La admiraba como profesional, pero nunca pensé que llegaría a trabajar con ella. Conocerla me hizo quererla y admirarla, porque si como profesional es un ser extraordinario, como persona lo es mucho más.
Raquel es una gran conocedora del medio y me ha aportado muchísimo. Gran parte de lo que sé de televisión en la actualidad se lo debo a este tiempo a su lado.
Como mencioné antes, he formado parte de varios proyectos televisivos, pero no siempre tuve la oportunidad de encontrarme con personas dispuestas a ayudarme y enseñarme, como Raquel. Lamentablemente no todos los profesionales del arte son tan generosos, virtud que Raquelita me ha demostrado desde el primer minuto que entré a la revista.
Es complejo llegar a un programa para sustituir a alguien que ya se había ganado al público. Si los televidentes fieles de la revista me han recibido con tanto afecto ha sido en gran medida por ese cariño que ella siempre me ha demostrado y que ellos han percibido.
¿Qué es lo que más te entusiasma de llegar cada tarde al Canal Educativo?
Hacer lo que me gusta. Sentir nerviosismo cuando se encienden las luces; la adrenalina de saber que lo que uno dice hace eco en muchas personas.
Más allá de estar en un programa popular, está el hecho de sentirte útil y saber que hay muchas personas mayores que encuentran compañía entre nosotros. Me he vuelto, sin proponérmelo, el hijo o nieto de muchas televidentes que esperan ese momento de las seis de la tarde como algo importante.
¿Cuánto te involucras en la conceptualización del programa?
Me involucro siempre en los proyectos en los que participo. En este caso, además de la conducción coordino entrevistas a artistas y en ocasiones ayudo en la confección de los guiones; aporto ideas y opiniones.
También asumí las redes sociales, que era algo con lo que no contaba la revista. Creé un grupo de WhatsApp, un perfil en Instagram y un canal en YouTube al que subimos los programas. No me gusta limitarme a hacer solamente lo que me corresponde. Disfruto aportar elementos que nutran el espacio. Desde que comencé me involucré de lleno en De tarde en casa.
Transmites mucha seguridad en pantalla. ¿Este atributo es parte de la imagen que quieres mostrar?
Creo que es una imagen que la gente percibe y asume como verídica. No sé si soy el único, pero formo parte del grupo de locutores que no han perdido el miedo escénico. Entiendo la responsabilidad que representa comunicarme con tantas personas. Trato de mostrar seguridad, pero en el fondo tengo mucho temor. Soy tímido, aunque la gente no lo crea, y llevo conmigo esa timidez.
Siento que me falta mucho por aprender, pero lo más importante para mí es saber que, aunque lleve quince años en los medios, todavía no llego a ser el profesional al que aspiro.
Esta es una profesión de constante aprendizaje. Yo valoro no solo lo que digo en pantalla, sino también otros aspectos, como la imagen. El público se merece lo mejor de uno. Tenemos muchas carencias, pero si vas a hacer un trabajo tienes que hacerlo bien.
¿Imponen más las cámaras o los escenarios?
Los escenarios, porque tienes al público delante. Lo que pueda pensar de mí un televidente desde su casa yo no lo puedo percibir al momento, pero en un espectáculo en vivo la reacción es inmediata.
La gente es muy sincera, y si no le gusta lo que haces te lo va a decir, lo cual es todavía peor. Por suerte he trabajado en distintos escenarios y no he pasado por esa mala experiencia.
Tengo que aprovechar este espacio para agradecer al maestro Efraín Sabás, director artístico que me dio mi primera oportunidad en escenarios y con el que me he mantenido trabajando hasta ahora. También a Raúl de la Rosa, por confiar en mí y permitirme crecer como profesional.
Cuándo estás viendo la televisión, ¿la disfrutas como televidente o aflora el lado locutor?
El locutor siempre se asoma. Cuando veo un programa le hago críticas constructivas, reparo en aspectos técnicos, en lo que me hubiese gustado, en las luces, en que el locutor podría haber dicho algo de cierta forma. Sufro las cosas que no me gustan o que creo que podían haberse hecho mejor.
Me preocupa el intrusismo profesional que hay en los medios. Tengo colegas talentosos que podrían ser excelentes anfitriones y a los que no convocan. Hoy cualquier actor o músico asume la conducción de un espacio. Personalmente creo que las cosas no deben ser de esa forma. Zapatero a su zapato, como dice el refrán.
Yo no podría cantar como lo hace un cantante, ni actuar como un actor, por eso creo que ninguna persona que no sea profesional de la palabra puede asumir este rol con la excelencia de alguien que tiene la formación para ello. Desde mi punto de vista, hay muchos programas en los que esta laguna de formación se evidencia, y el público es consciente.
A pesar de todo, sigo viendo mucha televisión porque es el campo en el que me desarrollo. No sería lo suficientemente profesional si mañana me paro en la revista a hablar con un actor de telenovela al que no conozco, o a comentar un evento cultural sobre el cual no tengo ninguna noción. Para hacer televisión hay que estar informado y en constante preparación.
¿Tenemos la televisión que queremos o la que merecemos?
Creo que ninguna de las dos. La televisión, en cualquier parte del mundo, demanda recursos, y de eso nos falta muchísimo.
Yo soy el principal crítico de De tarde en casa. A veces los televidentes me escriben preguntándome qué me sucedió en el rostro y les explico que la imagen que ven es producto de la iluminación, que no es la adecuada.
No tenemos las luces que necesitamos, sino las que aparecen, y así pasa con todo. En ocasiones no se trata solo de recursos, también influyen los deseos y el empeño de los profesionales que intervienen en la realización del producto televisivo. Lo que estamos viviendo en la actualidad nos afecta a nosotros, en los medios, e incide en el resto de los ámbitos profesionales del país.
La situación de crisis que atravesamos nos obliga a hacer cosas que no son ideales. He estado grabando en la radio, por ejemplo, y he tenido que salir corriendo a hacer la revista. Cuando llego al estudio, obviamente el rostro no tiene la misma frescura que podía haber tenido si no hubiese estado tan agobiado después de un maratón de trabajo.
En estos momentos no solo trabajo en la televisión. Soy parte del equipo de comunicación de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), y estuve durante un tiempo en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Tengo que hacer muchas cosas para poder sobrevivir.
¿Disfrutas más improvisando o siguiendo un guión?
Me gusta más improvisar. Antes de De tarde en casa, todo lo que había hecho en televisión hasta entonces estaba regido por un guión. Improvisar te da la oportunidad de ser más natural, de buscar las palabras adecuadas para comunicarte y eso te permite llegar mejor a la audiencia. Cuando te aprendes un guión estás diciendo lo que alguien quería que dijeras, sin embargo cuando improvisas eres tú quien se está comunicando directamente con el público.
¿Te interesaría darle un giro a tu carrera y presentar otro tipo de espacios?
Me encantaría conducir un talk show, es un formato que está muy de moda a nivel internacional. Me gustaría hacer algo más intimista, pero diferente a lo que habitualmente hacemos en la televisión en Cuba, que me permita conocer al entrevistado en el ámbito personal.
Nuestra televisión es muy esquemática. Los artistas tienen mucho más que aportar al público desde el punto de vista humano que exclusivamente sobre su trayectoria profesional.
¿La persona que eres en la actualidad es fruto de los aciertos, los errores o de ambas cosas?
De ambos, de todo lo que me ha sucedido, para bien o para mal. Provengo de una zona humilde del municipio holguinero de Gibara y para realizar mis sueños he pasado el triple de trabajo que el que pudo haber pasado una persona que nació en la ciudad.
Todas esas cosas me han moldeado y me han llevado a ser la persona que soy hoy, a luchar un poco más por mis metas. Cuando las cosas te cuestan, las valoras más.
¿Qué noticia te haría ilusión dar y cuál no desearías transmitir nunca?
Hay tantas noticias que me gustaría dar que es difícil responderte sin que se me queden cosas fuera. Sería emotivo poder decir algún día que apareció una cura contra el cáncer y que crearon una vacuna efectiva para el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
La información que no quisiera dar nunca es que voy a irme de los medios de comunicación.
¿Qué virtud te ha ayudado en esta profesión?
No me gusta hablar de mis virtudes, pero te diría que la humildad. La gente que me conoce a través de las redes sociales a veces puede crearse una imagen frívola y banal de mí, pero cuando me conocen personalmente se dan cuenta de que soy una persona común, que no estoy por encima de nadie y que me relaciono con todo el mundo. Creo que eso me ha abierto puertas.
Otra cualidad de gran importancia para mí es la disciplina; soy muy disciplinado con mi trabajo, y eso lo valoran mucho los directores de televisión y la gente con la que he tenido la suerte de trabajar en diferentes ámbitos.
¿Cuál es el halago más inesperado que has recibido?
Me sorprendió cierta vez que Verónica Lynn, una actriz a la que siempre he admirado, me dijera en una visita a De tarde en casa que le gustaba mi manera de presentar el programa y que seguía mi trabajo. Uno no se imagina que esas grandes figuras a las que siempre has admirado te conocen y valoran lo que haces.
Me sucedió algo similar con ese gran intelectual que responde al nombre de Miguel Barnet, una de las personas más eruditas que tiene la cultura cubana. Coincidimos en el Festival Internacional Timbalaye. Allí me confesó que veía la revista y que le gustaba lo que hacíamos. Quedé impresionado, porque tampoco esperaba que una personalidad como él siguiera y apreciara mi trabajo y el de nuestro colectivo.
¿Hasta qué punto las redes sociales han impulsado tu carrera?
Las redes sociales ayudan mucho, pero yo no soy de las personas que hacen reels en tendencia para ganar seguidores. Si no me siento cómodo con algo, no lo voy a hacer. Nunca me verás haciendo el ridículo, como mucha gente hace solo para aumentar su número de seguidores.
Las redes las he trabajado mucho. Tengo perfiles en todas, pero no me gusta hacer más de lo mismo que veo. Solo subo una foto si estoy complacido con ella, o hago un comentario y comparto un contenido si estimo que es pertinente. Las redes sociales son un arma de doble filo, por eso soy muy cuidadoso con lo que digo en estos canales. Tal vez eso me ha llevado a no tener tantos seguidores.
Les agradezco principalmente que me permiten interactuar con el público que nos sigue desde diferentes partes de Cuba y otras naciones. Si los usas adecuadamente, estos canales pueden ser aliados. A mí me gusta usarlas para publicar contenido relacionado con mi trabajo.
¿Subir los peldaños de uno en uno te ha servido para valorar los resultados que has alcanzado?
En mis inicios comencé haciendo radio y televisión sin cobrar por ello. Después pasé tres cursos de locución en Holguín y me llamaron para hacer un programa en la emisora Radio Gibara los fines de semana.
En ese momento muchas personas me tildaban de loco por trabajar en esas condiciones. Estuve aproximadamente seis meses sin recibir remuneración. Posteriormente me llamaron para trabajar en el Telecentro, donde también laboré un año de gratis.
Poco a poco me fui ganando la posibilidad de un salario, que tampoco era todo aquello a lo que uno aspira. Empecé así hasta convertirme prácticamente en el rostro masculino de todos los programas del Telecentro Gibara Visión y estar diariamente en la emisora municipal.
Luego me trasladé a La Habana, donde comencé en un programa del Canal Educativo, en un espacio que mucha gente no vio porque salió en la programación de verano, en un horario que no era el de más audiencia.
Empecé como locutor de cabina en Radio Rebelde, haciendo los fines de semana y el cierre de año, que nadie quería asumir. Llegué a la capital en un momento en que los programas de radio y televisión estaban cubiertos por grandes profesionales y al que llegaba de último le correspondía hacer cabina, trabajar los fines de semana. Te tocaba lo peor, y fue mi caso.
Estuve dos años así hasta que pasé a ser locutor titular de Visión. De ahí me llaman para conducir MB Caribe, Todo Música y Sorpresa XL, los programas más importantes de la emisora.
Para mí nada ha sido fácil. Mucha gente que me conoció a través de De tarde en casa piensa que caí de repente en la posición de locutor. Pero me ha costado mucho esfuerzo. Tuve que demostrar con disciplina y trabajo que podía asumir la responsabilidad. Incluso cuando llegué no era fijo, estuve seis meses a prueba. Si el público no me acogía bien y aparecía otra persona que lo hiciera mejor que yo, no me quedaba. Gracias a los televidentes, y a la responsabilidad y disciplina que demostré, me quedé.
¿Cuál ha sido el programa que más te ha permitido crecer como presentador?
De tarde en casa, por lo que te decía anteriormente, por permitirme compartir con Raquel Mayedo y con un equipo muy profesional, encabezado por su director, Yeidel Hernández, a quien siempre voy a agradecer por apostar por mí.
Además, por el hecho de que es un diario en vivo que engloba muchos temas, donde uno se supera como locutor y adquiere un bagaje cultural inmenso. Me ha permitido aprender de cocina, psicología, medicina, ciencia y de diferentes campos del conocimiento.
Tengo que mencionar también el espacio Lo bueno no pasa, que se retomó hace tres meses y que actualmente conduzco. Me gusta mucho; me da la posibilidad de conocer sobre los grandes intérpretes de la música en nuestro país. Estos dos espacios son los que más aportan a mi carrera hoy.
¿Alguna vez has sentido que no han apostado por ti?
Así como ha habido directores que han valorado mi desempeño, a otros no les interesa trabajar conmigo. Es normal, no podemos gustarle a todo el mundo. A veces quienes dirigen televisión te encasillan en un rol y no quieren arriesgarse a darte una oportunidad fuera de esa zona conocida. Esto me sucedía más en los inicios. Estar en De tarde en casa y en grandes escenarios me ha dado cierto reconocimiento.
¿Qué lecciones que aprendiste en tus inicios aplicas hoy?
Lo más importante que he aprendido en mi carrera lo adquirí cuando empecé. “El programa de la familia cubana”, que hoy conduzco, me ha permitido ser más popular, pero lo que uno aprende en la base es fundamental y te define.
Cuando te enfrentas por primera vez a este medio llegas con muchas dudas. Es difícil que lo hagas bien a la primera. Siempre te vas a equivocar y a tener temores. Los consejos que recibí en mis comienzos, ese apoyo inicial, me han ayudado a desarrollarme en esta profesión.
¿Para posicionarse en este medio hay que trabajar duro o influyen otros factores?
A mí lo que me ha dado resultado es trabajar duro y mostrar que soy disciplinado y puedo cumplir con las expectativas de determinado equipo de trabajo. Pero hay ejemplos de que otras cosas también dan frutos. Funciona ser amigo del director, el hijo o la amante.
Lamentablemente a mucha gente eso le da resultado, aunque no garantiza que el público te vaya a recibir bien. La gente es observadora y opina, sobre todo porque las redes sociales les han dado voz y visibilidad.
Trabajas en varios espacios de la radio y la televisión. ¿Te queda tiempo para cultivar lo que te gusta hacer fuera del trabajo?
Siempre trato de buscar tiempo para leer un buen libro, oír la música que me gusta y ver una película o una serie. Dedico momentos del día también para compartir con mi familia y mis amigos, ver televisión, sintonizar la radio e ir al gimnasio a hacer ejercicios.
Cuando uno está en los medios se expone a críticas. ¿Es importante tener autoestima fuerte en esta profesión?
Cuando comencé en la revista tenía la autoestima más frágil que ahora; en aquella época cualquier comentario negativo me afectaba.
He aprendido que es imposible quedar bien con todo el mundo. La autoestima es muy importante si está bien dosificada, en la medida justa, porque cuando se convierte en ego, que es muy común en los medios, es fatal. Recibo y acojo los comentarios que me hacen crecer, y me gustaría que se ejerciera más la crítica cultural para mejorar nuestro trabajo.
¿Te has convertido en el locutor que idealizaste en tus inicios?
Me falta mucho todavía. Tengo un largo camino por recorrer para llegar a ser el profesional al que aspiro. La locución exige mucho. Agradezco a la vida por la oportunidad de llegar hasta donde he llegado, pero todavía falta.
¿Qué deseas lograr en un futuro próximo?
Superarme para alcanzar la profesionalidad a la que aspiro. A veces el empeño no es suficiente, porque esto depende de muchas circunstancias, pero entiendo que si no te sacrificas y no eres capaz de demostrar lo que puedes hacer no podrás cumplir tus metas.
Estoy enfocado, y no solo en la comunicación. Me gustaría retomar la actuación, que había explorado en un grupo de teatro aficionado en Gibara y al que me volví a vincular antes de la pandemia con el grupo Olga Alonso, del maestro Humberto Rodríguez. Me gustaría aprender un poco más de actuación, aunque sin grandes pretensiones.
Me motivó también el comentario que me hizo el actor Renny Arozarena cuando visitó en una ocasión la revista. Dijo que le gustaría verme en el cine. Eso me dio una motivación extra para continuar desarrollándome en esta faceta del arte.
Leyber te deseo salud, suerte y alegría para ti y familia eres muy bueno en tu trabajo tienes tu futuro asegurado desde la isla de la juventud, besos y bendiciones
Me encanta esa pareja de trabajo tienen una buena química porq con nuestra esa Raquel mayedo quien no se desarrolle es porq no quiere o no tiene lo q hay q tener es muy carismática inteligente y lo transmite al q trabaja con ella la verdad q es un lindo equipo porq con marino Luzardo también fue así mis respetos para ambos y bendiciones
Muchas felicidades. Te deseo mucha salud y bendiciones en abundancia, te sigo y apoyo a todas partes. Saludos y un fuerte abrazo.
Me encanta ver a Leyber con la dulzura que mira a Raquelita. Es un poema. Es muy lindo,educado y muy correcto con su cra. de trabajo. Muchos éxitos querido muchacho.
Un abrazo y felicitaciones Leyber, orgullo holguinero. Éxitos en lo que te propongas
Tan bello. En la radio, en una gala, en De tarde en casa. Multifacético. Es lo máximo. Lluvias de bendiciones para él
Hermosas fotos usted es unos de los tantos jóvenes talentosos que tiene la TV Cubana, muchas bendiciones.
Un orgullo para todos los gibareños felicidades Leyber Gomez.
Abel Castillo hace honor a quien lo merece y la cualidad más segura de todas aparte de las demás es TENACIDAD pq eso tienes y tienes más cada día. Te estás haciendo un camino dulce en un medio ácido, no permitas que esa acidez llegue a ti. Sé q es difícil pero para ti…..no es imposible, yo lo sé.
Mis Bendiciones Leyber!
Maravilloso. Guapo por fuera y por dentro. Una bella persona y muy profesional.