Si algo han ido aprendiendo los directivos del deporte cubano, es que el talento no lo es todo (aunque de ahí se desprenda parte de los lauros), que solo no basta, que hay que salir de casa, asomar la testa, ver cómo anda el mundo y empaparse de modernidad.
Para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 falta bien poco, casi nada. El deporte cubano está precisado, el éxodo de los mejores atletas ha dejado a la isla en pañales, la ha hecho perder terreno y autoridad. Los directivos tienen algo bien claro entre cejas: Río de Janeiro no puede ser Toronto 2015. Un descalabro más sería lapidario, la sentencia del sistema deportivo de Cuba.
En 2013, con la aprobación de la nueva política deportiva del país que permite a los atletas afiliarse a contratos con clubes extranjeros, supuestamente el panorama cambiaría, si bien no es el mismo (hay que admitirlo), la variación ha sido brevísima y los frutos que se avizoraban siguen guindados de una mata.
Alrededor de diez disciplinas se han beneficiado, pero numéricamente no pasan de 50 (y estoy exagerando la cifra) los deportistas contratados. A simple vista, la cuenta no da, atletas contratados contra tiempo, menos de cincuenta en dos años, no da. Y el deporte de la isla sigue viendo esfumarse la posibilidad de ascender cualitativamente.
Días atrás se conoció que tres luchadores partieron rumbo Alemania, que habían sido contratados por dos clubes germanos para intervenir en la Bundesliga: Alejandro Valdés (65 kg) y Yowlys Bonne (57 kg) de lucha libre y el bicampeón olímpico Mijaín López (130 kg) de grecorromana. Una movida esperada hace mucho tiempo, quizás ineludible por lo que dejo el reciente campeonato mundial de Las Vegas, en el que Cuba vio caer al icono de Mijaín López en la final de su división.
El monstruo pinareño, llevaba años sin sudar mucho, reservándose para citas exclusivas, tal vez, guardando fuerzas para Río que lo vería proclamarse por tercera ocasión bajo los cinco aros olímpicos. Pero su segunda derrota histórica ante el turco Riza Kayaalp hizo sonar las alarmas, levantó de los asientos a la federación de lucha.
“Después de mi lesión empecé a cuidarme, decidí ir solamente a los eventos importantes. Pero los deportistas tenemos que competir siempre al máximo nivel porque si no nos achantamos, perdemos la forma deportiva”, dijo a OnCuba Mijaín López desde Alemania.
Antes de perder en la final del mundial, López había ganado los juegos panamericanos, pero allí no encontró rivales de calidad. El luchador es una de las esperanzas a medallas de oro de la delegación cubana para Río de Janeiro, de ahí que amén de su favoritismo, la federación haya optado por negociarle un contrato en el extranjero donde podrá encontrar nuevamente su clase y prepararse de cara a la cita estival de 2016.
“Esto me viene muy bien, hay tremendo nivel en esta liga, sobretodo en mi división que es donde más fuerza hay en el mundo” comentó Mijaín sobre la Bundesliga y su club ASV Nendingen. En tanto, sobre su rival turco, señaló: “no se preocupen, a veces es bueno tener rivales, acuérdense que ya esto pasó una vez y en Londres demostré quien es el que manda”.
Por su parte, Alejandro Valdés quien está bajo los servicios del club Mömbris-Königshofen nos habló sobre la importancia de estos contratos: “Son necesarios e importante, vamos a estar varios meses combatiendo a un alto nivel y eso nos ayuda a mejorar nuestras deficiencias, además de conocer mejor a nuestros rivales. Ojalá que el resto del equipo o todos los luchadores cubanos que puedan, vengan a Europa a topar. ”
Sobre estas contrataciones, Manuel Rodríguez, metodólogo nacional de lucha, declaró a la AIN que estos acuerdos son “muy importante en la preparación de esos atletas, estamos seguros que ellos sabrán sacarle provecho a su estancia en esos clubes, en los que tendrán una alta exigencia competitiva y rivalizarán con atletas de potencias mundiales”.
No hay dudas, la alternativa es simple: salir y foguearse.