Entrampados en la cotidianidad, cuasi ahogados entre resoluciones, decretos leyes y tarjetas de dineros plásticos que nos “bancarizan” dentro de bancos que nos recuerdan cualquier otra cosa. Constantemente sorprendidos por nuevas medidas, algunas de las cuales se evidencian como inconsistentes. Sumergidos en decrecimientos repetidos del PIB, en la reducción sistemática de los salarios reales y las pensiones, en los vaivenes de la tasa de cambio “informal”. Sorprendidos por la desdolarización que dolariza parcialmente, parece que sobrevivir cada día se hace mucho más decisivo que rescatar/recordar aquellos aspectos claves/determinantes/estratégicos que un día, hace unos cinco años, fueron identificados, agrupados y ordenados en lo que se denominó Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
Y es más que lógico, el corto plazo es tan imperativo, que se convierte en la prioridad para todos, gobernantes y gobernados; porque, como dijera John Maynard Keynes, en el largo plazo todos estaremos muertos.
Sin embargo, de corto plazo en corto plazo, quizá logremos llegar al largo plazo, pero es muy posible que lo que encontremos diste mucho de lo que desearíamos encontrar. Quizá por eso sea tan necesaria la coherencia entre los propósitos de corto plazo y aquellos otros, los de largo plazo.
Si hacemos un poco de historia reciente, encontraremos una situación similar cuando, a finales de la primera década de este siglo, después de ponerle muchos parches a esta embarcación en la que vamos todos y que es la economía del país, apareció la idea de los Lineamientos económicos y sociales del Partido y la Revolución. Ciertamente, fueron muchos y muy ambiciosos, pero hacían una especie de diagnóstico y trazaban algo parecido a una hoja de ruta.
Luego, los mismos Lineamientos y la dificultad para implementarlos fue llevando a la idea de “dibujar” los contornos de la sociedad y la economía que se deseaba tener, al menos por una parte mayoritaria de la población, en aquel documento denominado Conceptualización del Modelo Económico y Social. A la vez surgió la necesidad de elaborar una estrategia de desarrollo que trazara el camino para materializar en acciones concretas ese modelo y que, como toda estrategia, requirió de un plan para llevarla a cabo.
Todo ese esfuerzo de transformación y creación institucional requirió largos años de trabajo y la cooperación entre la academia y el Gobierno, que en parte se concretó a través del Consejo Técnico Asesor de la Comisión de Implementación.
Resumo esta historia solo para subrayar algo que muchas otras veces he repetido, cuando me han preguntado: el Gobierno no ha estado huérfano de la cooperación de la academia en los asuntos económicos, de la misma manera que los académicos no han estado apartados de esa labor de construcción de nuevas instituciones y paradigmas.
Que sus propuestas, después de escuchadas, sean o no aplicadas/tenidas en cuenta, etc., es otro asunto que tiene que ver con intereses creados, conveniencias, oportunidad, circunstancias —donde incluyo lógicamente el bloqueo norteamericano—, prejuicios, percepción de los costos y los riesgos económicos, políticos, ideológicos, capacidad del liderazgo y, lógicamente, recursos.
Y sí, aunque apenas aparezca en las discusiones y en las presentaciones oficiales, tenemos un Plan de Desarrollo Económico y Social hasta el año 2030, el cual es de acceso público y puede ser consultado en el sitio del Gobierno de Cuba.
Ese plan está estructurado en macroprogramas (6), programas (28) y proyectos (109).
No hay espacio suficiente para tratar in extenso cada uno de ellos en este artículo, así que adelanto una breve síntesis de los objetivos/propósitos de cada uno de esos macroprogramas.
Institucionalidad y macroeconomía: Entre otros aspectos, aborda “cuestiones económicas trascendentales para la conducción del desarrollo como los equilibrios macroeconómicos y la regulación económica”, así como “la participación, la eficiencia del Gobierno y la dimensión del desarrollo territorial”.
Transformación Productiva e Inserción Internacional: Tiene el propósito de “aplicar enfoques innovadores de reestructuración productiva tendentes a maximizar las ventajas del desarrollo tardío”, y define un grupo de sectores que deberían liderar esa transformación, tales como “agroindustrial; el médico-farmacéutico-biotecnológico, incluyendo los servicios de salud y calidad de vida vinculados al turismo; la promoción de la energía renovable y de la elevación de la eficiencia energética, (…) el fomento de los encadenamientos vinculados a la transformación de dichos sectores y de las actividades de soporte e infraestructuras clave para su competitividad”.
Infraestructura: Se definen los siguientes objetivos: “expandir la cobertura y mejorar la calidad y competitividad de la infraestructura; lograr redes de infraestructura que propicien una mejor integración y competitividad del sistema económico y territorial del país; atraer Inversión Extranjera Directa en áreas de la infraestructura; reordenar y fortalecer la infraestructura (física e institucional) de normalización, metrología, control de la calidad; ampliar y diversificar las fuentes de financiamiento”.
Ciencia, Tecnología e Innovación: Su objetivo principal es “consolidar y modernizar el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, promover la intersectorialidad y la concertación de políticas públicas (…) además debe conectar la ciencia con la economía, potenciando el papel de la innovación y la generación de conocimientos, para la competitividad empresarial y el perfeccionamiento de la administración pública”.
Recursos Naturales y Medio Ambiente: Debe “favorecer el cumplimiento del mandato constitucional de asegurar un ambiente sano y equilibrado; así como alcanzar los objetivos del PNDES-2030 y Objetivos del Desarrollo Sostenible (…) la mejora de la calidad ambiental en el país y la reducción de desastres ante peligros de origen natural, tecnológico y sanitario”.
Desarrollo Humano, Equidad y Justicia Social: Definida como sigue: “La política social es esencial e inherente a nuestro modelo, pues es el ser humano y su desarrollo integral el objetivo fundamental”.
Lo que no aparece de forma explícita y pública en el documento son indicadores, metas y plazos. Tampoco aparece en ningún lugar el costo de dicho Plan, lo cual es perfectamente lógico porque si no aparecen las metas de llegada, no hay cómo medir “cuánto cuesta alcanzarlas”.
Claro que para eso sería necesario un sistema regulatorio que les permita a las empresas hacer lo que tienen que hacer, tomar los riesgos que tienen que tomar, asociarse con quien deban/puedan. Porque lo que no tiene sentido es exigirles que tengan resultados dentro de un sistema regulatorio que se acerca asintóticamente a ser como una “sombrilla de plomo”.
De igual forma, si comparamos lo que aparece como objetivos, propósitos, aspectos esenciales de cada uno de aquellos macroprogramas con nuestra realidad de hoy, tendríamos que aceptar que, como balance, estamos lejos de haber avanzado en esos propósitos.
Así tenemos que:
- La institucionalidad, lejos de lograr un marco institucional que genere confianza, sigue produciendo incertidumbre.
- Los gobiernos locales no alcanzan a encontrarse a sí mismos ni a crear una institucionalidad fuerte con las competencias requeridas, más allá de la buena voluntad y la dedicación de su personal.
- La corrupción se ha convertido en noticia cotidiana, alimentada por la falta de transparencia y el afianzamiento del corporativismo como modelo organizacional.
- La conducción macroeconómica ha provocado desequilibrios difíciles de erradicar y un desastre monetario y cambiario que refuerza la desconfianza.
- La transformación productiva ha ido en reversa; hoy, por ejemplo, la integración de nuestro sistema productivo al sector turístico es muy débil y todo ello ha aumentado la dependencia de las importaciones. No se han desarrollado ni nuevos sectores exportadores ni nuevos productos, y lo que cosechamos hoy en biotecnología es lo que se sembró hace más de veinte años.
- Los servicios médicos, principal fuente de ingresos del país, han reducido su participación en las exportaciones totales y el turismo ha dejado de ser —y parece que no será por un buen tiempo— el motor que un día pensamos podría compensar la destrucción del sector de la agroindustria cañera.
- La infraestructura está muy lejos de lo que hoy necesita Cuba para impulsar el crecimiento y el desarrollo y allí donde algo ha mejorado, resulta insuficiente a pesar de todos los esfuerzos y de ser un aspecto de especial atención de la máxima dirección del país.
- La conexión de la ciencia con el sisma empresarial —con todo el sistema— sigue siendo débil, y su aporte a la competitividad del sistema igual, de la misma forma que nuestra dependencia tecnológica ha crecido.
- Nuestras ciudades se han convertido en grandes vertederos que son una amenaza permanente al medio ambiente y a los ciudadanos de cada barrio.
- Mientras, el desarrollo humano, la equidad y la justicia social han cedido espacio a la inequidad, la desigualdad y la pobreza.
No disfruto haciendo este recuento, me negaría a mí mismo si lo hiciera. Sólo llamo la atención de que, varios años después de haber sido aprobado este Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, los resultados distan de lo declarado, de la misma forma que el país es otro, bastante diferente a cuando fue discutido y aprobado dicho plan.
Sería saludable, con datos en la mano, chequear públicamente los resultados de esos 108 proyectos.
Quizá resulta necesario repensar ese Plan, adaptarlo a las nuevas circunstancias, ajustarlo a las nuevas condiciones, reducir esa enorme cantidad de proyectos sin indicadores y sin metas a aquellos estrictamente esenciales y, a esos, definirles indicadores, metas y plazos para conseguirlos. Rendir cuenta públicamente de su cumplimiento o incumplimiento y asumir las responsabilidades correspondientes.
Resolvamos el corto plazo, pero sin perder la brújula que señala el rumbo del desarrollo.
En otras palabras, se cagaron afuera del tibor.
Excelente artículo. Ya había olvidado los lineamientos q al parecer desaparecieron con el ordenamiento. 100% de acuerdo con lo expresado. Cuesta mucho ver la coherencia de algunas de las medidas adoptadas recientemente signadas por el peso de la inmediatez…
“Cuando acepté encabezar el Comité Central del Partido en calidad de Secretario General, sabía que me esperaba una gran labor de transformación. Nuestro país se había desgastado en “gastos” excesivos . Los mecanismos económicos casi no funcionaban, y si lo hacían eran inoperantes. El rendimiento de la producción bajaba. Los frutos del pensamiento científico quedaban anulados o trabados por una gestión totalmente burocratizada. El nivel de vida de la población caía ante la vista de nosotros como dirigentes. La corrupción atacaba descaradamente todos los niveles y escalones del sistema administrativo y político. La descomposición afectaba la vida espiritual: bajo la capa de una supuesta unidad ideológica y monolítica de la sociedad, se asomaban cada día, la mentira oficial, la hipocresía y el cinismo.
Mijaíl Gorbachov. Memorias de los Años decisivos (1985-1992)
Capitulo: “No hay reformadores felices”, pp 2-5.
A partir este reportaje excelente, difícil de escribir como reconoce el autor, me pregunto:
– Cuántos recursos y tiempo se necesita para restablecer servicios fundamentales como la salud, educación; para restablecer la infraestructura vial, del transporte, la vivienda, servicios comunales y generales?
– Cuánto tiempo se necesitaría para restablecer la vergüenza, la dignidad los principios básicos de la comunicación social, la cultura digna y realmente provechosa para todos?
– Cuánto sacrificio, sufrimiento, penurias y desasosiegos quedan por ejecutar por parte de la inmensa mayoría de los ciudadanos que vivimos en este país nuestro?
No tengo la más mínima idea del rumbo que cogeremos en el corto plazo, pero si no se actúa con la debida diligencia y celeridad que exigen los tiempos que corren, nos quedarían muy pocas opciones para salir adelante.
El ser humano vive para ser feliz.
Exacto, Pedro. Ese mismo y esclarecedor libro lo he estado leyendo estos días a sugerencia de un amigo y es increíble. Parece escrito para describir nuestro actual desastre sistémico, punto por punto, tema por tema, casi coma por coma. Y es impredecible a dónde nos llevará y el coste que habrá pagado nuestra nación, o tal
vez mejor decir lo que entonces pueda aún quedar de ella, por la irresponsabilidad infinita de quienes decidieron ignorar olímpicamente lo que en el se describe.
Las profundas transformaciones que requieren las estructuras políticas y económicas no serán suficientes sin una revolución del espíritus, y una transformación profunda del modo de pensar.
«El déspota no puede ser libre cuando todos los demás son esclavos».
Hegel.
La teoria es gris amigo mio
Cada paso de movimiento real vale más que decenas de programas . Ese movimiento real para salvar la Nación no existe y todo ha quedado en teorias inutiles. Ya se nos ha hecho tarde y se impone la paciencia y sentarnos a esperar a largo plazo lo que queremos que llegue y nunca llega .
En el Mundo actual globalizado como nunca antes se ha impuesto: ¿Qué se produce?, ¿Cómo se produce’ y ¿Quién se beneficia con lo que se produce?, pero, no en un sentido local sino más universal pues los recursos naturales de un país y algunos en particular no son para dilapidar como lo hizo España en sus tiempos con el oro y la plata de la América sino que son condiciones de “desarrollo y capacidad de competitividad”.
Este escenario determina que no puede concebirse un Mundo en que la inmediatez y el futuro pugnan como parte de la unidad dialéctica que son, pues lo que no hagas ahora determinará o influirá en el futuro y a su vez el futuro es la inmediatez del mañana. No obstante, en Cuba, la falta de acción hoy determina que el futuro se torna totalmente incierto pues por encima de toda Teoría y hay una entidad que es la Sociedad y que es el ÚNICO tribunal que evalúa los resultados de la actividad humana pues siempre los recibe como patrimonio.
Cundo era joven había un slogan que rezaba en el noticiero e la 1ppm: “porque Cuba marcha con todo el Mundo y no con una parte de él” y ahora debe decirse “Porque Cuba ya no tiene la parte del Mundo que no le dejaba mostrar su incapacidad y dependencia económica, de una parte del Mundo que ya no existe o se ha transformado de modo tal que los que no marchen con TODO EL MUNDO no tendrían opción de existir en el futuro porque la brecha entre los países no consiste en su anchura sino en su profundidad”
Una vez más sigo sin entender por qué Triana, Cardonay y otros tantos prestigiosos y comprometidos economistas, de probada valía, no están en la Asamblea Nacional. Duele ver cómo se aprueban resoluciones sobre temas candentes e importantes por unanimidad, sin una abstención o un voto en contra. Así no se puede ni se podrá. Eso no es pensar como país, porque, al menos a este no le conviene. Aplíquese el módelo de REVOLUCION magistralmente plateado por el COMANDANTE EN JEFE. Si estuviera entre nosotros físicamente no estaríamos así, seguro.
En definitiva ¿ quién nació primero la gallina o el huevo?