Donde la prensa es antipática proliferan los rumores.
En Cuba no existe la prensa amarilla, ergo hay bolas y chismes. Y claro, las bolas crecen con cada transmisor, y una discusión verbal se convierte en una reyerta sangrienta.
¿Quién no recuerda gazapos en la primera plana de Granma que los rumores acrecentaron hasta convertirlos en una conspiración?
Alguna vez he sido testigo de la contrariedad de quienes propalan los rumores cuando consigues demostrarles que son falsos, o por lo menos incompletos. Los comprendo: la vida es más interesante con crímenes del corazón, fugas, declaraciones a la prensa extranjera, robos sensacionales. Quienes deciden decidieron que no tenemos que enterarnos de eso, así que lo sabemos por otras vías, o simplemente lo inventamos.
Las bolas están en mi vida desde que recuerdo: Que si este actor está muriendo o ya murió; que si fulanita se fue, sí muchacha, si un amigo de mi prima la vio en Miami la semana pasada; que si la que trabajaba en la novela mató al marido a puñalás y luego regó los trozos por ahí; que si Beatriz Valdés se había casado con Chávez, en serio, yo vi las fotos y todo… Luego sale el interesado en la televisión desmintiendo el rumor, pero ni por esas, la gente siempre piensa que si tiene que explicarlo tanto, algo habrá de cierto.
La prensa amarilla, por supuesto, acarrea consecuencias negativas: los paparazzi y la invasión de la intimidad, las verdades a medias y las calumnias cabales, la prostitución del oficio. Pero digo yo que si no amarilla, puede haber al menos una prensa verde limón que ponga a nuestro alcance no solo noticias sociales de razonable impacto, sino estadísticas tan esenciales como las tasas de criminalidad urbana, las cifras de afectados por brotes epidémicos, ciertas jugadas mercantiles que nos atañen…
Con las cadenas de emails, el rumor, en apariencia, se objetiviza. En realidad no hay nada de eso: las cartas, los testimonios y las réplicas son a menudo fruto de conclusiones aceleradas o tomadas de fuentes dudosas. Y, en cualquier caso, solo te llegan algunos, y no necesariamente en el orden correcto. Lejos de acallar los rumores, las cadenas de emails generan rumores nuevos.
Cuando escribimos el guion de Alicia en el pueblo de Maravillas (entre 1987 y 1989; la película fue estrenada en junio de 1991) junto a Daniel Díaz Torres, no imaginábamos todo lo que se nos vendría encima. Desde febrero del mismo año, en que obtuviera un par de premios en el Festival de Berlín, los rumores hablaban de una película agresiva, misteriosa, que atacaba la sociedad de arriba abajo. Durante los días que siguieron –cuatro en los cines habaneros, dos en los de provincia– los militantes del Partido y la Juventud fueron masivamente movilizados a las salas oscuras para contrarrestar cualquier brote de disidencia. Los periódicos, desde el Granma al Juventud Rebelde, acusaron a la obra y sus autores de contrarrevolucionarios, de hacer el juego al enemigo, y lo más pintoresco, de “larvas coleteantes en el pantano del oportunismo”. La gente vio lo que ya esperaba ver, encontrando significados ocultos y sorprendentes en cada fotograma; ciertamente, no suponíamos que harían tantas lecturas inesperadas:
– que si cuando el personaje huye al principio por un terreno con baches llenos de agua significaba que quería brincar el charco;
– que el chino que sale un par de veces (en realidad mera ilustración de la popular frase tener un chino atrás) aludía a cierta persona concreta;
– que el director del Sanatorio, interpretado por Reynaldo Miravalles, aludía a otra persona más concreta todavía, de la que copió actitudes y maneras. En realidad, para construir el personaje, el actor estudió mucho más al Papa…
– que en cierto momento el director, concebido como una especie de Satanás demagogo y manipulador, le decía a Alicia: “llámame animal”. En realidad, lo que dice es “llámame César, o Arimán”. Arimán es la palabra persa para designar al mal (la película está llena de este tipo de referencias: la oficina del director es la 9 –por el noveno círculo del infierno–, la hija del personaje interpretado por Alberto Pujol se llama Esperanza y no le permiten el paso al Sanatorio –aludiendo al texto a la entrada del infierno de Dante, aquello de que los que entran han de dejar fuera toda esperanza–, etcétera).
Llegó un punto en que dejamos de sorprendernos; entendí que también había que asumir esas interpretaciones, aun cuando no fueran las que concebimos inicialmente.
El arte es polisémico.
La realidad es incómoda, la bola es poesía.
Hola, Eduardo dónde puedo encontrar su documental sobre la historia de Nos y Otros q no lo veo en YouTube??? Gracias.
“– que el director del Sanatorio, interpretado por Reynaldo Miravalles, aludía a otra persona más concreta todavía, de la que copió actitudes y maneras. En realidad, para construir el personaje, el actor estudió mucho más al Papa…”.
Mucho más que a quién??????
EZapo, creo que es una ironía, del tipo “estudió más bien al Papa”.
En la escena de la reunión del consejo de dirección, cuando Miravalles camina entre todos y le dice a alguien “Tu te callas!” es obvio a quién copia el actor, jejeje…
El chisme, parece que nos llegó de Europa. Será que aquellas sociedades, ya con sistema fuedal autoritario imponían su censura y la iglesia su censura moral que la gente chismorreaba a todo poder. ¿Chismearían los indígenas precolombinos? !@? Luego vino la Cuba, la bella, creativa, etc, Cuba de segunda mitad del siplo XX y el Chisme se coronó (tipo feudalismo) en Bola. Esa es la fase superior imperialista del chismorreteo. Salen de abajo, salen de arriba, y más de arriba, será por la gravedad dominante. Casi siempre un decreto, una declaración, una ley, una “medida”, un “truene” son precedidos de una “bola conciliadora”. Si, casi desde adolescente creí que las “bolas”, al referirse a algo muy incómodo o malo para nosotros que luego sería ´reafirmado oficialmente´, tenían el objetivo de ir preparando el terreno, de anesteciar un poco la zona del porrazo, de “duérmete niño”. Yo mismo lo aprendí, a veces sabía que debía dar a conocer algo “fuerte”, y trataba de ir sacando el tema para no generar tanta sorpresa y poder medir de antemano posibles reacciones. Ven!! Que cubanitas y útiles son!!!
eduardo, sinceramente en el rol que hizo Reinaldo Miravalles yo también me confundí en su inspiración.
por lo demás, creo alicia en el… es muy buena película.
otra cosa, a veces hay quienes están interesados en echar a rodar las bolas, con oscuros propósitos.