Los aguateros desandan las calles calcinantes de Holguín y sacian la sed que deja la sequía. La gente asoma sus cubos y sus rezos. La ciudad clama por nubes preñadas. Mientras tanto hace su vida, en las docenas de parques, entre sus íconos viejos, escribiendo las paredes, mirándose desde la altura de la Loma de la Cruz. Y así.
buenas fotos. saludos para OnCuba