¡Ha llegado el calor! Bueno, al menos formalmente, porque en Cuba siempre hay calor. Pero es julio y el verano empieza. La gente toma actitud veraniega y el sudor sale a mares y muchos añoramos una playa o piscina para refrescar. Te invito a buscar por Cuba otro modo de paliar este calor. Encontremos alguna de las muchas bebidas que tenemos para refrescarnos.
En cualquier calle cubana podrás encontrar un carrito vendiendo granizado. Están diseñados especialmente para eso, cuentan con un espacio para poner una gran piedra de hielo que va raspándose con un instrumento especial que deja el hielo frapeado. Se sirve en un vasito y se le añade un sirope del sabor escogido por el consumidor. El granizadero va moviendo su carrito por las calles más calurosas de la ciudad, saciando la sed que el calor impone, cual oasis en un desierto. En La Habana le decimos granizado, pero más adentro en la Isla le llaman “raspado”, por la forma de cortar la piedra de hielo.
Pero si quieres subir la parada prueba un mojito criollo. A este trago comenzaron llamándole Draque, una alusión españolizada del apellido de Francis Drake, el famoso pirata. Según José Juan Arrom, escritor cubano, en uno de los artículos de su libro De donde crecen las palmas, al Draque lo definían como: “una bebida popular, propia de trabajadores, compuesta de aguardiente de caña, azúcar, limón y yerbabuena”. También fue conocido como vino criollo, pero se pierde en la historia el cómo llegó a ser el famoso mojito. Cuando en 1898, las tropas norteamericanas desembarcaron por las playas de Siboney y Daiquirí, en Santiago de Cuba, vestidos con aquellos uniformes que los asfixiaban, fueron agasajados por las huestes cubanas con cantidades ingentes de mojito para aliviar su calor.
Cuentan que el hielo llegó a Cuba en 1805. Y con hielo se prepara el imprescindible daiquirí, favorito de Hemingway. En la esquina de Obispo y Monserrate se hacen los mejores daiquirís de Cuba, y quizás del mundo. También Arrom recogió una anécdota del origen de este sabroso coctel. La bebida surge en las minas de Daiquirí, cerca del poblado de El Cobre, en Santiago de Cuba. Jennings Cox, uno de los trabajadores de la Spanish American Iron Company, quería aliviarse de los calores con un trago más fuerte. Así que suprimió el agua y la yerbabuena del mojito y enfrió el resto con hielo. “Ron a la Daiquirí” le llamaban al principio.
Y qué decir de la recurrida cerveza. En Cuba tienen mucho prestigio y sabor. Esta bebida, tan antigua como el pan, se dice que llegó a la Isla primeramente de contrabando desde Jamaica. No fue hasta 1762, con la toma de La Habana por los ingleses que llegó a ser más conocida. Hay registros que hablan de más de 100 marcas de cerveza en el siglo XIX en Cuba. Eso sí, nunca ha dejado de ser mediadora en una conversación amigable o en un reto airado.
En la segunda mitad del siglo XIX, con la inauguración de la cervecería La Tropical, se empieza a popularizar la malta. Esta bebida, parte del proceso de elaboración de la cerveza, es una infusión de cebada sin fermentar. Se comenta que quizás el origen de esta bebida en Cuba se deba al intento de hacer más “bebible” la cerveza negra. Al ser esta tan amarga se probó endulzarla con melazas cubanas y siropes. Lo cierto es que resulta muy recurrida como suplemento alimenticio para ancianos, niños y mujeres que lactan. Tomarla fría y con leche es una costumbre casi exclusiva de los cubanos.
Tenemos más. ¡El guarapo! Jugo directo de la caña. La base del ron cubano. Frío y con hielo es una delicia. ¡Y da fuerzas! Al menos eso dicen los mayores. Donde hay una guarapera siempre hay cola. Es como un combustible sano para continuar el camino.
Y siguiendo la línea de lo natural, está el imprescindible pru oriental. ¿Que qué es? El pru es un cocimiento dulce hecho de raíces, traído al oriente de Cuba por colonos, esclavos y libertos emigrados luego de la Revolución haitiana a finales del siglo XVIII. Este cocinado de hierbas se deja fermentar y se bebe bien frío. Hay quien le llama champán de callejón. Si no se está atento durante la fermentación, las tapas de las botellas donde se envasan saltan por la presión o los envases se rompen. Así que si vas a beberte uno, cuidado al abrirlo. Años atrás era solo exclusivo de la parte oriental, ahora se vende y fabrica por todo el país.
Podríamos seguir escogiendo. ¿Quién no ha caído ante la tentación de los batidos de frutas? Hechos de mamey, mango, platanito o guayaba, da igual. Y qué cubano no ha probado la exótica champola de guanábana o el jugo de tamarindo que nos pone a hacer muecas sin dejar de beberlo, o la súper refrescante limonada con hielo frapé. Son muchas las opciones para combatir este calor de verano.
Y tú que estás llegando. ¿Ya te decidiste por alguna?