Concluido el Coloquio Internacional Diversidad Cultural en el Caribe, queda abierto el camino al entendimiento de las diferentes culturas que habitan ese Mare Nostrum latinoamericano.
Durante varios días, Casa de las Américas, una de más las prestigiosas instituciones culturales cubanas, fue sede de inteligentes y contextualizados intercambios sobre las diferentes realidades de la región.
Uno de los momentos más esperados del foro fue la presentación del libro inédito Tierras y aguas del mar Caribe, de Manuel Galich, un homenaje de Casa por el centenario del natalicio de ese gran intelectual guatemalteco.
El texto, de la autoría del historiador cubano Sergio Guerra Vilaboy, cercano colaborador de Galich, fue escrito a base de crónicas sobre temas culturales e históricos acerca de las Antillas Menores.
También fue de interés para el público la colección de muñecas populares latinoamericanas donadas por la nonagenaria Clara Elena, hija del notable escritor cubano Enrique Serpa.
Por esa línea, sesionó el taller de muñecas de trapo presentado por las ecuatorianas Marisol Cárdenas y Alice Trepp, ejemplo de una larga tradición que propone una perspectiva liberadora de resistencia desde lo estético.
El Coloquio acogió además un encuentro teórico dedicado a la vida y obra del martiniqueño Edouard Glissant (1928-2012), que tras reflexionar en torno a la obra poética del notable intelectual, dio paso a la apertura de la exposición Región interior: la otra América de Glissant-Lam-Cárdenas-Matta, en la galería El reino de este mundo.
La variedad artística de la muestra aborda la riqueza cultural de la región, desde los ritos espirituales y mortuorios de palenques colombianos, hasta la trascendencia festiva y espiritual de los famosos carnavales de Trinidad y Tobago o Santo Domingo.
El cierre del evento fue bien caribeño, un carnaval tomó por asalto la céntrica calle G para poner punto final al Coloquio, que tras cinco jornadas de intercambios colocó al Caribe bajo una lupa, permitiendo apreciarlo desde una amplia e inclusiva perspectiva.
La fiesta corrió a la cuenta de las comparsas Guaracheros de Regla y de la FEU, las cuales se mezclaron con los zanqueros de Gigantería Habana en un pasacalle que dio, por varias horas, un matiz único a la céntrica avenida capitalina.