Michel Mirabal no estaba en Cuba cuando los anuncios del presidente Donald Trump el 16 de junio pasado. Estaba en Aspen, Colorado, pintando.
Había ido por invitación de Damian Guillot, dueño de una galería de arte en esa ciudad del condado estadounidense de Pitkin. Entre las montañas de Aspen Highlands, Mirabal vio en vivo el discurso de Trump en Miami y quiso reaccionar en la exposición que inauguraría allí una semana después.
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos eran ya inspiración para su labor creativa, con las banderas de los dos países como motivo recurrente en sus cuadros, pero la incertidumbre generada por la nueva política estadounidense hacia la Isla lo espoleó para ir más allá.
Creó entonces un díptico en el que los fondos de las banderas están hechos con periódicos de las dos partes: El Nuevo Herald, para la de las barras y las estrellas, y el Granma, para la de la estrella solitaria. Arroz, balas, tornillos y llaves refuerzan su simbolismo. El espacio oscuro entre ambas enseñas está bordeado por un alambre de púas.
Su título no puede ser más explícito: “y mientras tanto el pueblo en el medio”.
“La obra –explica Mirabal a OnCuba– busca reflexionar sobre la situación actual de las relaciones y estas nuevas medidas que afectarán sobre todo al pueblo. Muchos cubanos van a sufrir sus consecuencias: el artesano, el dueño de un restaurante, el taxista, el peluquero, el trabajador del turismo, el artista, y hasta la gente del barrio se verá afectada porque la afluencia de turistas y de clientes potenciales para sus negocios ya no será la misma. Y los estadounidenses que no puedan ir a Cuba también serán víctimas del retroceso.”
“Todos los países del mundo tienen problemas y hay que tener conciencia de ellos y trabajar en sus soluciones –añade, pero lo que no me agrada es que un gobierno extranjero, que tiene también muchas cosas por resolver, se tome la atribución de juzgar e imponer condiciones. Por eso la combinación de las balas y las llaves en la parte de las estrellas estadounidenses. Es decir, abro las puertas pero con presiones y condicionamientos.”
A Mirabal, que cuenta con obras en importantes galerías y coleccionistas de Estados Unidos, la exposición inaugurada en Aspen este 24 de junio le permitió confirmar de primera mano el interés de los estadounidenses por la Isla. “Ese día –cuenta– me preguntaron mucho acerca de Cuba y el cambio anunciado por Trump. También en varias entrevistas que me hicieron durante mi trabajo por acá. Es curioso porque fuera de la Florida casi nadie habla a favor de ese retroceso, al contrario, me preguntan por la cultura cubana, por los lugares hermosos de mi país, y me dicen que les encantaría visitarlo”.
El artista, quien viajaba esta semana a Miami y regresará a Cuba a inicios de julio, dice que se siente orgulloso de que sus creaciones expresen el diálogo y el entendimiento bilateral. “Creo ciertamente que el arte debe servir de puente entre los dos pueblos en un momento como este, y aunque hay gente que me pregunta por qué me meto en estas cosas, mi manera de contribuir es pintando y no quedándome callado cuando veo algo mal”, asegura.
Coherente con esta forma de pensar, en Aspen donó una de sus obras para una subasta anual dedicada a niños enfermos de cáncer. El vínculo con los más pequeños es una constante en el artista, quien en su casa-taller de Cuba trabaja con grupos de niños sin amparo filial y de su comunidad.
Además, ha dado su apoyo a la comunidad LGTB como artista invitado del Key West to Cuba Festival / LGBT art & culture revolution, un evento que se realizará en septiembre a ambos lados del estrecho de la Florida.
Pero más a corto plazo, otro proyecto mantiene ilusionado a Michel Mirabal. La compañía aérea estadounidense Havana Air, que realiza vuelos entre Cuba y Estados Unidos, escogió un diseño suyo para un avión comercial en uso.
Check out our new plane design by Michel Mirabal. #HavanaAir pic.twitter.com/oqVldHQJBq
— HavanaAir (@Havana_Air) 10 de mayo de 2017
“Primero se me acercaron para que los portaboletos llevarán una obra mía –narra el artista– y después se les ocurrió diseñar el avión con ella. Imagínate, eso para mí fue como si estuviera soñando. Todavía no me lo puedo imaginar, es algo que le contaré a mis nietos con mucho orgullo.”
Se espera que el avión esté listo en menos de un mes y vuele desde Miami, Nueva York y Tampa hacia varios aeropuertos cubanos.
Este no es artista, este es vendecuadros. Entre él y los vendecuadros de Prado no hay diferencia.