Las propuestas que traigo hoy unen la sexualidad con lo políticamente incorrecto, sus lecturas son diversas y, por supuesto, tienen contrincantes, como toda gran obra que abarca temas sensibles.
Las tres son indudablemente grandes novelas, por la forma en la que están escritas, y porque son historias necesarias para generar debates y, a la postre, cambios.
No creo en la cancelación, de hecho, la considero una medida extrema y poco culta; creo en la lectura contextualizada y flexible, en el estudio y en el debate respetuoso, y ante todo, creo en el arte. Ya lo dijo Oscar Wilde sobre su Retrato de Dorian Grey y que tan a tono queda ante estas propuestas: “Los libros que el mundo llama inmorales son los libros que muestran al mundo su propia vergüenza”.
He aquí unos ejemplos “de escándalo”, y por tanto, necesarios: gústele a quién le guste y pésele a quién le pese. A mí me han volado la cabeza las tres obras y vengo a darte los mismos “librazos” que recibí.
Las damas primero:
Las edades de Lulú de Almudena Grandes
Primera novela de la autora, ganadora del XI Premio de novela erótica La sonrisa vertical en 1989. Es una historia sobre el crecimiento de Lulú, una chica precoz sexualmente, de hecho, bastante hipersexual; una historia sobre un amor que se transforma a través de los años y sobrevive, a pesar de los encontronazos, gracias a la complicidad, la admiración y la amistad; también habla sobre una época de cambio en la España post franquista, y supuso un nuevo discurso erótico femenino en el ámbito literario español, con calidad narrativa; buen equilibrio de lo lírico, lo introspectivo, la economía del lenguaje, las descripciones, lo imaginativo y lo novedoso.
He aquí una novela con sexo explícito, sexo duro, sexo muy realista. No apta para gente remilgada… Y que, sin embargo, no trata solo de sexo, pues, sostengo siempre: nada del sexo es completamente del sexo, incluso cuando es mecánico o carente de apegos emocionales.
Se titula Las edades de Lulú pues recorre la adolescencia y temprana adultez de esta joven que, desde pequeña, tiene la creencia de no ser querida, quizás por el hecho de haber sido criada entre tantos hermanos, con padres más prácticos que cariñosos, y en una época de cambio político-social-económico en España, que sabemos cómo estas cosas influyen en todos los sentidos. Esta idea la lleva a cargar, durante toda su vida, una necesidad de afecto que encuentra un punto de desenfreno sexual, y así, también viola la ética y la moral católica imperante: esa que dicta que el sexo es para casados, con fines reproductivos, y siempre de tipo heterosexual. Lulú encuentra placer en fantasías gays entre hombres, y se deja llevar por eso al punto de rozar la ilegalidad, lo transaccional, hasta poner en riesgo su vida y descuidar un poco a su propia hija.
Pablo, el amigo de su hermano, la inicia en el sexo y, constituye, incluso después de separados, su mejor amigo, amante, cómplice y apoyo emocional, elementos que lo convierten en eterno amante.
Detalle que siendo la novela que es la tengo en un libro de uso, manchado, con marcas, con síntomas de mucho manoseo.
Una novela sobre el deseo, el dolor, el placer, el desafío a los miedos, las consecuencias del desenfreno, un testimonio de una época de apertura después de muchos años de represión, pues como al perro que nunca sale, el día que le abres la puerta corre con la lengua afuera y desconoce la mortalidad de los autos que pasan por la calle, la libertad sexual, cuando es reprimida, a la hora de expresarse no sabe hacerlo de forma moderada.
Es también una novela sobre lo prohibido, y me encanta que la protagonice una mujer, y que le gusten los gays apuestos y “bien dotados”, si total, a los hombres les gusta el sexo lésbico entre mujeres guapas y buenotas, ¿no?. Pues bien, Almudena tejió una novela contestataria, rebelde, desafiante, provocadora.
Me encanta que en ella se hable de sexo desde la infancia, pues aunque sea un tema complicado, sí existe un pensamiento sexual y una demostración del sexo en la infancia, claro, no se da igual en todos, pero existe, y no es anormal.
Se lee en nada, es súper amena, entretenida, contada con un lenguaje sencillo y con muchísimas escenas de sexo altamente explícito, variado, fetichista, incestuoso, romántico, etcétera.
Sé que hay gente que reniega de la literatura erótica, a mí en particular me resulta fascinante como ejercicio de honestidad y de enorme humanismo, pues somos los únicos bichos del planeta que gozamos de la capacidad de adornar el sexo con imaginación, poesía, danza, música, palabras, ideas, más allá del mero acto animal.
Una vez leí: “la violencia es el lenguaje universal”, pues mira, apunta ahí que el sexo también… y en el campo sexual, como forma nutricional del alma; lo mucho y lo poco tienen consecuencias.
Lolita de Vladimir Nabokov
Nadie es fiscal de sí mismo, todos abogamos por nuestras causas; pienso yo, siempre lo he sostenido, y con Lolita creo corroborarlo, pues si bien Humbert, el protagonista, se muestra culpable, alude al suavizante término amor para intentar lavar ciertos comportamientos.
Es un libro que debe ser leído con criterio de contexto. Todos, aunque no lo hayan leído, saben de qué va la novela: hombre maduro se hospeda en la casa de una señora que vive con su hija de doce años y éste se enamora de la niña, ambos se enredan en una relación prohibida y amoral con un desenlace trágico; grosso modo ahí está la cosa, pero HAY MÁS, muuuucho más.
En primer lugar, tenemos a unos personajes tan bien construidos y tan convincentes que a uno le parece estar leyendo un pasaje autobiográfico, más allá de todos los recursos literarios que usa Nobokov, que hacen evidente el carácter ficcional de la novela. Otra de las gemas de esta gran joya: el lenguaje. La forma de jugar con las palabras y las ideas que tiene Nabokov son geniales, divertidas y cultas. Si bien a veces abusa del francés, algo que él mismo justifica al decir “esos clichés franceses son sintomáticos”. Los que hemos leído a varios autores rusos sabemos la predilección de ellos avec le Français.
El protagonista masculino, Humbert, reconoce su depravación, su gusto por las niñas, tiene conciencia plena de ello y de sus consecuencias, de ahí que, cual psicópata, tenga una doble vida, esa que vive para sus adentros y plasma en su diario, y esa otra de cara al mundo. Su problema, como todo, tiene una raíz, él mismo explica en esos primeros capítulos, de dónde viene su gusto por las niñas y cómo nace su trauma, desde aquella novia que tuvo en la infancia y que murió: “(…) en cierto modo fatal y mágico Lolita empezó con Annabel…”. La intención de justificarse y de aportarle un sentido más “espiritual” a algo tan carnal, a un trauma mal llevado, se hace evidente.
Ya luego vienen otras cosas, y lo siniestro que puede ser, que de hecho es; pero lo peor es constatar esa otra realidad, y es el gusto de muchos hombres por mujeres jóvenes, o niñas, (en Cuba eso se conoce como Titimanía) el hambre de carne fresca que se desarrolla en muchos hombres adultos casi mayores, que la mayoría mantienen el interés en el sexo mientras las mujeres de su edad lo van perdiendo, lo cual puede ser molesto. En el caso de este hombre, es algo patológico por dónde quiera que se mire. Que la literatura toque el tema es genial, pues genera debate, y un buen debate debe generar cambio, un cambio de cara a la forma en la que educamos a nuestros futuros hombres. En fin, sigo con el análisis.
Lolita no es ninguna víctima, Lolita es lo que en mi país se conoce como “la candela”. Lolita es precoz, es calculadora, indolente, inmadura, malcriada, Lolita SABE, y se aprovecha, o como digo yo para estos casos: se ass-provecha.
Esta es una novela sobre el encuentro de dos demonios, y no, ni romantiza la pederastia del hombre ni la precocidad sexual de la niña. ¿Que Hubert se enamoró de ella y plasma sus sentimientos con vuelo poético y tal? Claro, es un hombre enamorado —o eso cree— por muy duro que sea, y en su cabeza las cosas tienen otro matiz. Lo que pasa es que al ser el personaje que cuenta la historia un retorcido —genialidad de Nabokov por elegir al personaje oscuro como guía— provoca reacciones adversas en algunos lectores que entran en la novela con perspectivas o puntos de vista muy personales y sin alejarse de sí mismos ni un momento. ¿No se dan cuenta de que al plasmarlo así genera aún más desprecio por la pederastia? Es como ponerle al monstruo un espejo, del mismo modo que lo tuvo Humbert con Quilty, el otro depredador que aparece en la historia.
La novela abarca varias aristas de la hipocresía moral, transgrede el género de amor y tiene notas del policíaco y el suspenso.
He conocido en mi vida a varias Lolitas, los Humberts siempre van disfrazados, y algo me queda claro, como en esta novela: o no hay final feliz para ellos o les espera una vida de sucia conciencia y malas consecuencias.
La ninfa inconstante de Guillermo Cabrera Infante
Novela póstuma que el autor nunca quiso publicar en vida, vendida por algunos como “la Lolita del Caribe”, lo cual no es; se trata de otra de las obras que demuestran el ingenio de Cabrera Infante con las palabras, otra prosa brillante con una voz súper personal, un estilo bien marcado y una historia controversial —más hoy en día.
El Premio Cervantes del año 1997 narra en La ninfa inconstante su amorío con una adolescente de quince años, al punto de dejar a la esposa por teléfono con tal de fugarse con esa joven precoz a una posada. Sí que existen nexos entre la Lolita y Estela, por ejemplo; el repudio hacia la figura materna, la precocidad sexual, el descaro del hombre y el de la joven también, las traiciones y desafueros de las chicas —Lolita y Estela—, así como la pasión enfermiza del protagonista masculino; lo que en el caso de La ninfa inconstante estamos ante un hombre que sí conoce la naturaleza de sus sentimientos con los pies en la tierra, menos drama y más burla —como buen cubano al fin y al cabo: “(…) Allí todo estaba permitido menos la violación (…) Podría hablar de sexo. O mejor, no podría. El sexo nunca fue principal en nuestra relación. Tampoco podría hablar de amor porque nunca de veras hubo alguno. Pero podría, puedo, hablar de obsesión: esa fue la pasión dominante en nuestra breve vida juntos…”.
Estela más bien utiliza a ese hombre que narra, y él la usa a ella también, no hay por donde romantizar nada aquí. Se pueden establecer nexos sospechosos entre este personaje y el propio Cabrera Infante, por ejemplo; ambos trabajaban en la revista Carteles, hacían crítica de cine y eran unos amantes de la vida nocturna habanera, de los boleros y terminaron fumando puros —puede que hayan más puntos, solo que me basta con estos.
Para mí, la genialidad de la novela radica en cómo está contada, yo la disfruté mucho, mucho, mucho. Esas rimas a posta, esa jocosidad, esas travesuras con las palabras, las ideas, los anglicismos, la musicalidad, el autor enamora con su forma de contar tan atrevida, burlona, irreverente, ¡tan cubana!
Cabrera Infante se exilió en Londres desde el año 1965, es uno de los más grandes autores cubanos del siglo XX y de gran reputación en lengua española. Es uno de esos escritores que deslumbran a otros escritores, por su prosa tan ingeniosa, llena de juegos pícaros, cultos y callejeros.
En este pequeño fragmento se deja ver parte de la esencia de la idiosincrasia cubana:
“—¿Puedes hablar en serio?
—No de cosas tan serias…
(…) Esto es serio, pero es una broma…”
En la novela también hay un viaje al pasado de Cuba, bueno, de La Habana, en esos años de gobierno de Batista, con sus revueltas, los vientos de cambio, así como el testimonio de un tiempo que a pesar de todo fue gozoso, lleno de vida y de riqueza cultural.
Donde puedo descargar los libros?