Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos retomaron las negociaciones este miércoles en Washington sobre los acuerdos migratorios entre ambos países.
La delegación cubana, encabezada por la directora para EE UU del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Josefina Vidal, ha enumerado los principales puntos de desencuentro que se han evidenciado. “No se podrá alcanzar una emigración legal, segura y ordenada mientras se mantengan la política de pies secos-pies mojados [obliga a las autoridades de estadounidenses a devolver a la isla a los cubanos que recoja en el mar rumbo a EE UU, pero no a quienes ya estén en territorio norteamericano] y la Ley de Ajuste Cubano [otorga a los cubanos un estatus especial para obtener la residencia permanente], que estimulan la emigración ilegal y las entradas irregulares de ciudadanos cubanos a EE UU”, indica el comunicado.
EE UU también ha hecho notar que aún se debe mejorar en “garantizar la seguridad de quienes planean inmigrar”, pero ha destacado la evolución en materia de seguridad aérea y el proceso de autorización de visados. La delegación estadounidense, encabezada por el número dos de la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, de visita oficial a Brasil, ha insistido a Cuba en la puesta en libertad del contratista estadounidense Alan Gross, cuya detención trajo consigo que se suspendieran las negociaciones entre ambos gobiernos en 2011.
El flujo migratorio entre ambos países ha sido uno de los asuntos más controvertidos que han jalonado su relación bilateral, prácticamente inexistente desde la revolución cubana. En 1980, comenzaron las primeras discusiones periódicas sobre la materia entre los dos Gobiernos concretadas, tras la crisis de los balseros, en los Acuerdos de 1994 y 1995. Estos pactos regulan, entre otros aspectos, el control de la inmigración ilegal o el otorgamiento de visados. El diálogo para comprobar la ejecución de ambos acuerdos se suspendió en 2003 durante la Administración de George W. Bush, para reanudarse en 2009 con la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama y volver a paralizarse dos años después con motivo de la detención de Gross.
El reinicio de las conversaciones se produce tras la entrada en vigor de la reforma migratoria en Cuba en enero de este año que ha incrementado sustancialmente el número de cubanos que viaja a EE UU, la eliminación por parte del actual Gobierno estadounidense de muchas de las restricciones de los cubanoamericanos para viajar a la isla y el incremento de los visados por motivos educativos, culturales y religiosos.
El contenido de las negociaciones ha sido eminentemente técnico y ha estado destinado a revisar los problemas y los desajustes entre ambos países en materia migratoria, una circunstancia en la que se ampara el Departamento de Estado para asegurar que el diálogo sobre los acuerdos migratorios no supone un viraje en la política hacia Cuba de la Administración. EE UU permite la llegada de cubanos, pero el procedimiento de autorización es muy lento debido a la falta de personal. La inmigración ilegal desde la isla también es sustancial, otorgando casi de manera inmediata el estatuto de refugiado a quienes llegan a este país. El senador republicano de origen cubano, Marco Rubio, defendió hace unas semanas la necesidad de “volver a examinar” la Ley de Ajuste Cubano.
(Con información de El País)