Uno de los lugares más emblemáticos de toda la Habana, donde nacen sueños y las pasiones se desbordan, el Estadio Latinoamericano, pudiera pronto convertirse en Monumento Nacional, premio tal vez no solo a su arquitectura, sino a cuanto representa en la vida cotidiana de todos los cubanos.
El popular Coloso del Cerro, cuartel general de los amados y odiados Industriales, dependiendo por supuesto del punto de vista de los fanáticos al deporte nacional, atesora en sus entrañas momentos claves de la historia cubana, no solo deportiva si no también cultural y política, amén de ser un punto de referencia en la geografía habanera.
Por este motivo, durante las recientes sesiones del VIII Taller de patrimonio construido y natural, celebrado en La Habana, los días 16 y 17 de abril, la Delegación Municipal de Monumentos, junto al Centro Provincial de Patrimonio, propuso la solicitud para que el Latino sea declarado monumento nacional.
La idea no es descabellada, pues la Ley No.2 que rige las particularidades de este tipo de declaraciones en Cuba, señala que pueden optar por el nombramiento espacios, lugares, o áreas donde se hayan desarrollado hechos significativos o procesos de carácter histórico, científico, etnográfico o legendario, o que poseen características arquitectónicas, de trazado urbano y / o naturales que justifique su conservación y protección.
Humberto Tallería Valdés, director del museo del Cerro expuso: “El Grand Stadium de La Habana fue llamado Estadio Latinoamericano a partir de 1960. Toda su historia ha quedado recogida en el expediente que se presentó a la comisión evaluadora. Creemos que cuenta con suficiente valor patrimonial para ser aprobada.” Más adelante paso a enumerar parte de los valores históricos y constructivos que este posee.
Los especialistas presentes destacaron el valor que alcanzo el beisbol desde el siglo XIX como el deporte de más arraigo popular. Entre los aspectos históricos destacaron su procedencia norteamericana, en una versión más simple que la conocida hoy; la creación de la Liga cubana de beisbol en 1878, y el comienzo de su práctica profesional con el nacimiento del siglo XX.
La necesidad de contar con un estadio con la calidad necesaria para acoger a las novenas que integraban la poderosa liga profesional de beisbol cubana, surgida en 1940, con sus grandes estrellas domesticas, y los de las Grandes Ligas que viajaban a Cuba durante la temporada invernal, llevo a que en mayo de 1946 la empresa estadounidense Frederick Score Corporation iniciara su construcción.
Florencia Peñate Díaz, licenciada en Historia del arte argumentó que el proyecto inicial fue elaborado por el arquitecto Max Borges hijo. En esta planificación se diseñó con una capacidad para 30 mil personas (mil 500 en palcos, cinco mil 300 de preferencia, 20 mil de glorieta y tres mil 200 de sol) y se construyó con gradas de hormigón y techo de estructura de acero cubiertas con tejas acanaladas que iban desde las líneas del jardín derecho hasta el izquierdo.
Tellería explicó en detalle su situación constructiva y su repercusión: “Fue remodelado en varias ocasiones; pero en 1971 se amplió de acuerdo al proyecto del arquitecto Emilio Castro y del ingeniero O´Farril. En ese año se realizaron mejorías en los jardines y las gradas, ampliando su capacidad hasta 55 mil espectadores. La intervención tuvo gran impacto en todo el país, por lo que se desató una ola de proyectos en otras capitales provinciales.”
Innumerables eventos deportivos han marcado sus más de seis décadas de existencia. Fueron épicos en los primeros años los enfrentamientos entre los equipos capitalinos Almendares y el Habana, y luego se convertiría en el terruño del equipo más ganador en series nacionales desde su creación: Industriales. Como dato curioso, acogió una corrida de toros los días 30 y 31 de Agosto de 1947 protagonizada por los toreros Silverio Pérez y Fermín Espinosa (Armillita).
Los sucesos que marcaron las ideas más radicales en Cuba, también tuvieron cita en este escenario: en el exterior del inmueble la policía batistiana impidió a los sindicatos efectuar su acto por el 1ro de Mayo de 1952, aunque ya había sido arrendado; en noviembre de 1952, José Antonio Echevarría y Fructuoso Rodríguez frente a un grupo de estudiantes universitarios protestaron por el Golpe de Estado del 10 de Marzo; y en diciembre de 1955, los estudiantes universitarios se proclamaron en contra del encarcelamiento de sus compañeros, dirigentes de la FEU y el Directorio Revolucionario, lanzándose a su grama portando carteles, donde la acción enérgica del inmortal umpire Armando Mestri impidió una carnicería de parte de la soldadesca.
Nombres como Armandito el Tintorero, seguidor infalible del beisbol, representado por la estatua en bronce del artista plástico José Villa Soberón; eventos como la inauguración del XI Festival de la juventud y los estudiantes, el 28 de julio de 1978; o las imágenes de Fidel, bate en mano, iniciando los juegos a inicio de la Revolución; constituyen motivos suficientes para salvaguardar este polémico y atrayente patrimonio cultural.
Por: Dunia Torres González
Ay mamà !, si eso llegase a ocurrir, van a haber infartos y perretas masivas màs alla de Ceiba Mocha y Caimito,jajajajaj