Fotos: Cortesía de Rudy Mora
Conocido, y respetado, en el ambiente audiovisual cubano por marcar la diferencia en cuanto a la realización de videos musicales y dramatizados televisivos (Diana, Doble juego) a partir de la fuerte influencia del lenguaje propio de la vanguardia internacional, Rudy Mora es el director y guionista de Y sin embargo…, el nuevo largometraje cubano, estrenado el 10 de abril en las mejores salas del país. En la misma vena conceptual que referentes muy cercanos en el tiempo, y tremendamente exitosos, como Viva Cuba (2005), de Juan Carlos Cremata, y Habanastation (2011), de Ian Padrón, el filme de Rudy Mora se propone explorar en los deseos, emociones y perspectivas de los niños cubanos, a partir de la adaptación al cine de una puesta teatral de La Colmenita, inspirada, a su vez, en una pieza del ruso Alexander Jmélik, que Carlos Alberto Cremata —director de la famosa compañía de teatro para niños— adaptó a nuestras circunstancias e idiosincrasia.
El protagonista de la puesta teatral, y ahora de la película, es Olo Tamayo, el muy joven intérprete del personaje de Lapatún y actor de La Colmenita, que también proveyó los personajes protagónicos de Viva Cuba y Habanastation, dos producciones que se diferencian de Y sin embargo… en cuanto al punto de vista de sus respectivos autores sobre lo que es real, concreto, posible. La película de Rudy Mora comienza cuando un niño llega tarde al examen de Matemáticas, en una escuela de música, y justifica su impuntualidad inventando una fantasiosa historia que provoca el desorden en los estudiantes y la preocupación en los profesores. El decursar de acontecimientos genera la duda sobre la veracidad de los hechos narrados por el niño, y se instaura la incertidumbre sobre la posibilidad de que la fantasía y los sueños formen parte de nuestra cotidiana y ordinaria existencia. Junto con Olo trabajan actores jóvenes, como Ernesto Escalona, Daniel Ramírez, Liliana Sosa y Carolina Fernández, y también los consagrados Laura de la Uz, Manuel Porto, Osvaldo Doimeadiós, Raúl Pomares, Fernando Echevarría y Adria Santana.
Entre las sorpresas histriónicas se cuenta Eslinda Núñez cantando a capella por primera vez en el cine una canción de Silvio Rodríguez, quien además de participar como actor y de contarse entre las personas que le sugirieron al ICAIC la versión fílmica de la obra teatral, aportó nada menos que catorce canciones. Se escuchan fragmentos de La Maza, Historia de las sillas y Paloma mía, entre otras, que refuerzan la dramaturgia del filme y expanden los sentidos de su imaginativa trama. El día en que suceden los acontecimientos narrados en la película, los niños se proponen estudiar la música de Silvio, de modo que sus canciones se escuchan en la voz de los niños, de los adultos, y está flotando en el aire. Con tanta música, era de esperar que la producción se compartiera entre el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y la compañía disquera Bis Music de Artex.
Según ha confesado en una reciente entrevista, Rudy Mora se motivó a emprender la versión de la obra teatral luego de verla, y además, el realizador se considera afín con el espíritu de su protagonista: “No soporto la mentira ni la doble moral. Soy honesto, no importa lo que cueste. Tengo muchos sueños: grandes, medianos y chiquitos. Y desearía tener mucha más imaginación de la que tengo. Entre Y sin embargo… y yo existe mucha empatía. Lo que más me importa es contar. Y, si es posible, conmover. Para ello me apropio de estilos y tendencias acordes con el proyecto. Con la escritura del guión nació el lenguaje de Y sin embargo… y lo respeté hasta el último plano filmado”. La película pretende dialogar con los niños y también con los adultos .