Hace solo unos días, las autoridades del fútbol cubano decidieron inscribir en su registro de jugadores a cinco atletas nacidos en la Isla que emigraron hace algunos años. Este es un proceso normal en todo el mundo, pero en Cuba se trata de un movimiento novedoso, teniendo en cuenta que durante años el país ha estado negado a las relaciones con su diáspora deportiva.
El fútbol, en particular, ha sido una de las disciplinas que más jugadores ha visto partir por distintas vías y por los más disimiles motivos. No obstante, si una razón ha pesado en las decisiones de un buen grupo de atletas, esta tiene que ver directamente con la inoperancia e inmovilismo de las autoridades del más universal de los deportes en Cuba.
Con la decisión de inscribir a estos cinco legionarios (Onel Hernández, Marcel Hernández, Joel Apezteguía, Jorge Luis Corrales y Carlos Vázquez), los directivos cubanos dan un paso de avance, aunque todavía habrá que esperar por alguna convocatoria oficial para confirmar que todo este asunto no se trata de un mero espejismo.
Para debatir sobre la posible convocatoria de estos jugadores y todo lo que rodea el asunto, el periodista Aliet Arzola conversa en Contra Reloj, el podcast de deporte del Canal Digital OnCuba, con sus colegas Miguel Hernández y Daguito Valdés.
Miguel es una de las voces más respetadas en temas futboleros, tras décadas de experiencia en la cobertura del más universal de los deportes, tanto en el ámbito cubano como internacional. Daguito, por su parte, es creador y líder del proyecto Yo Hablo Fútbol, espacio que cuenta con decenas de miles de seguidores en las plataformas digitales, y que ha logrado millones de reproducciones en su canal de Youtube.
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Aliet Arzola Lima. La vida lo llevó a graduarse de periodista en el 2013, pero siempre tendrá espíritu de deportista. Por eso ha disfrutado al máximo sus coberturas en Juegos Panamericanos, Centroamericanos, Series del Caribe y Campeonatos Mundiales. Desde hace mucho tiempo no practica ningún deporte, pero todos los días batea más de 50 pelotas y lanza otras tantas desde un montículo imaginario; a veces lo hace en la soledad del hogar, a veces en medio de la calle.