Metal contra metal produce dentera. Esa sensación desagradable que colma la cabeza cuando se oyen ciertos sonidos: las tizas al rayar la pizarra; los dientes que muerden un cubierto vacío, o el metal que rechina contra otro metal: un calambre ligero recorre las encías, llega hasta los oídos y provoca un escalofrío leve.
Es lo primero que se siente frente a Jesús y Nelson. No sé cuántos minutos podremos estar frente a ellos si esta sensación no se detiene. De entre sus piernas salen todos los sonidos que nos dejan retorciéndonos.
Jesús maneja con destreza un breve cuchillo en su mano. Parece un sablecillo. Se ve que tuvo mayor porte, pero su hoja se ha gastado y uno puede fantasear con una densa y larga historia del cuchillo de Jesús.
Antes pudo haber servido para picar tomates o filetear algún trozo de carne. Quizás algún día se usó para pelar un cable eléctrico o sacarle la punta a un lápiz. Con él pudo haberse defendido de un espíritu maligno o haber herido de muerte el corazón de un animal. En estos días el cuchillo en su mano sirve para despellejar la inmundicia grasienta adherida a los calderos que desde hace un año le dan de comer a Jesús, antiguo maquinista ferroviario, y a su familia. Desde hace un año le saca brillo a ollas ajenas.
Sentado en su silla, –es su silla de la paciencia–, a sus 73 años y ya con muy pocos dientes, Jesús y sus manos broncas tratan de devolverle al metal todo el esplendor que pudieron haber tenido.
Él pide 25 pesos por cada uno de los cacharros que limpia, pero los calderos y las viejas sartenes quedan tan relucientes que algunos le dan 30 o 40. La mayoría de sus clientes no imagina que sea posible recuperar tanto fulgor después de tanta hediondez.
“Cuando uno crea familia, uno tiene que ayudar a la familia”, dice Jesús, de Centro Habana.
Para este hombre que carga los huesos de sí mismo en una delgadez premonitoria y que parece ser su propio abuelo, el deber es “raspiñar por la calle”, en “lo que pueda, siempre y cuando sea honradamente”.
Uno de los tantos empleos precarios de la Cuba contemporánea. Encomiable pero triste que haya que dedicarse a trabajar tan duro a una edad tan avanzada. Algunos que se dedican al asunto han logrado mecanizar el proceso no utilizando un cuchillo viejo, sino adaptando un motor de lavadora Aurica a una escobilla metálica, en una suerte de pulimentadora radial, que humaniza el esfuerzo hasta minimizarlo pero también “abarata” el trabajo. Una lástima que haya cubanos mal viviendo en condiciones semejantes.
Exelente articulo del periodismo de barrio que tanto hace falta .Asi es tan las cosas en la habana profunda , y me atrevo a decir que en la cuba profunda.
Cierto que hay gente pasándola mal, pero la moraleja que veo acá es que no por dura que sea la situación, se justifica que no se gane el pan honradamente. Esto es a lo que de siempre se le llamo, luchar, y no al robo, el trapicheo y la especulación de la que otros más fornidos han hecho su “modus vivendis”
Mi admiracion para estos señores.
Hay que darle oportunidad a los jubilados no para que “luchen por la subsistencia” despues de haber trabajado toda su vida, sino para que pueden viajar en cruceros, tener buenas viviendas, ir a un hotel todo incluido, realizar excursiones para la tercera edad. Y a los especuladores, corruptos y funcionarios burocratas se le debian dar sus cuchillos para que al menos trabajen limpiando ollas, para que puedan al menos expurgar sus pecados. Recuerden a la gerente de bucaneros que derivado de todo el robo millonario al pueblo, como propiedad social, le puso un cartel en el cuarto del hijo que decia: “esto no es un hotel pero todo esta incluido”, es una muestra de los valores revolucionarios consolidados de estos cuadros, de seguro era militante del PCC y exigia el control interno como señala la contralora de la Republica jutno a su sesposo que era director de ventas. Bueno se habla de la corrupción de Lula por una casa Y que habrá que hacerle a estos cuadros corruptos cubanos en un país bloqueado
Felicidades Milena por este trabajo. Da vergüenza ver esto. Es un trabajo honrado y digno, pero a esa edad estos señores deberían estar disfrutando de una jubilación decorosa y no haciendo esto. Sigue muy jodido mi país. Saludos