El cubano es un pueblo de fe. A pesar de carencias y dificultades, de penurias y tormentas, de diásporas y diferencias, los cubanos no abandonan sus creencias, no dejan de lado sus liturgias y devociones. Si acaso, las refuerzan aún más.
Cada 7 de septiembre, el ultramarino poblado de Regla confirma una certeza que se ejemplifica los 365 días del año, pero que tiene en esta fecha su celebración mayor.
Este día, una fecha antes de que se tribute a la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba, numerosos devotos de toda la isla viajan hasta esta localidad habanera a honrar a la Virgen de Regla, Yemayá en el panteón yoruba.
La virgen negra sale en procesión del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Regla, construido entre 1811 y 1818, y acompañada de sus muchos fieles recorre las calles en multitudinario acto de fe en el que nunca falta la bandera cubana.
Así volvió a ser este jueves, cuando tampoco faltaron las ofrendas junto al mar, muestra del sincretismo y la transculturación que unieron en el imaginario popular desde los tiempos de la colonia a la católica Virgen de Regla y la africana a Yemayá.
A los pies de su imagen, en la iglesia, o de una representación suya en un altar o a la orilla de la bahía, o incluso dentro del propio mar, los creyentes le ofrecieron flores, frutas y otras ofrendas, y le pidieron por ellos, sus seres queridos y también por Cuba. Salud, paz, amor, prosperidad, esperanza, fueron nuevamente los pedidos de muchos.
Este jueves, en Regla, estuvo nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez, quien fue testigo con su cámara de la procesión y el fervor de los devotos. Una devoción que es también un signo de identidad y del sagrado lugar de la fe en el alma de los cubanos.