Vino a formarse como ciclón en el Golfo de México, luego de pasar por Cuba como onda tropical; aun así Debby no se olvidó de dejar su huella en La Habana.
Como hizo días atrás en otros puntos de la isla, la tormenta dejó su rastro de agua en la capital cubana, con precipitaciones intensas y sostenidas que inundaron varias zonas y volvieron a remojar los cimientos de una ciudad que ha soportado mucha lluvia en 2024.
Antes de que Debby fuera Debby, ya el oriente y el centro cubanos habían conocido la fuerza de sus precipitaciones. En Granma y Santiago de Cuba casi 20 estaciones reportaron más de 100 milímetros y cuatro estuvieron por encima de los 200, la mayoría en zonas montañosas.
Topes de Collantes, en Sancti Spíritus; La Fe, en la Isla de la Juventud; Bauta y Güira de Melena, en Artemisa; y Bainoa, en Mayabeque, también tuvieron acumulados de lluvia significativos; mientras que en Puerto Padre y Cayo Coco se reportaron tormentas y fuertes rachas de viento, a tono con el carácter díscolo del cuarto ciclón de la temporada.
Con esos antecedentes y su centro sobre el golfo, camino a los Estados Unidos, Debby dejó caer este domingo su carga lluviosa sobre La Habana.
Las zonas bajas de la ciudad, como la Cuatro Caminos, volvieron a ser presa de las aguas. Vehículos, ciclistas y transeúntes tuvieron que lidiar de nuevo con calles inundadas, mientras los desagües volvían a ahogarse por la corriente y la suciedad, y la basura desbordada en calles y esquinas se empapaba a la intemperie y abonaba aún más su fetidez.
Sin los vientos huracanados que exhibía la madrugada de este lunes, Debby dejó en la capital algunos árboles y cables por el suelo, y las autoridades decidieron suspender la lanchita de Regla “debido al deterioro del clima”, después de haberla restablecido apenas unas horas antes.
Mientras, muchos habaneros rezaban —y todavía de seguro lo hacen— para que los efectos en sus hogares no pasen de las goteras, y ellos y otros espantan el fantasma de los derrumbes que recorre la ciudad luego de las jornadas más lluviosas.
Tras las lluvias, o incluso durante estas —cuando el aguacero dio paso a la llovizna— la gente volvió a la calle a seguir con su domingo. A continuar con sus asuntos cotidianos, sombrilla en mano y pies en los charcos, al tiempo que La Habana acusaba, una vez más, el golpe de las aguas.
En la distancia, otra posible tormenta se apresta a entrar al mar Caribe, aunque, por el momento, sus posibilidades de convertirse en ciclón parecen bajas. Mientras se decide su futuro, en Cuba están frescas las huellas de Debby, que ya toca territorio estadounidense.