En el siglo XI el rey Abú Yaáfar al-Muqtádir mandó construir un palacio fortificado que sirviera como residencia de recreo al que denominó “Palacio de la Alegría”. Pero no fue edificado en el mundo árabe, sino en Saraqusta, actual Zaragoza, España, aunque sí se hizo orientado hacia La Meca, la ciudad santa del mundo islámico.
Conocido actualmente como Palacio de La Aljafería, es el palacio islámico situado más al norte de Europa, el más lujoso y el mejor conservado de la época de los reinos Taifas en España, casi al final de la ocupación mora. La Aljafería junto con la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba forman la tríada de los mayores exponentes del arte mudéjar en España.
Además de belleza arquitectónica a La Aljafería le sobra historia. Después de la reconquista de la ciudad por Alfonso I el Batallador, en 1118, pasó a ser residencia de los reyes de Aragón. Los Reyes Católicos Fernando e Isabel (aquella que montaba tanto) asentaron sus cortes en este palacio en 1492 y también fue sede durante casi 200 años de la Sagrada Congregación del Santo Oficio, la muy temida Inquisición, que tuvo en el castillo sus tribunales y calabozos. Posteriormente fue usado como cuartel militar.
Con el paso de tantos siglos y transformaciones La Aljafería, que actualmente funciona como museo y sede de las Cortes de Aragón, no perdió la belleza de su estilo mudéjar original y eso mismo ha pasado con otros muchos edificios de Zaragoza que aún nos regalan el encanto de esa huella musulmana producto de ocho siglos de ocupación.
Basta recorrer las calles de la ciudad para observar la belleza del estilo mudéjar en muchas edificaciones, tanto es así que existe una arquitectura mudéjar aragonesa, surgida a partir de la convivencia de culturas como la musulmana, la judía y la cristiana que, utilizando materiales como el ladrillo, la madera, el yeso y la cerámica nos legaron verdaderas obras de arte que, siglos después, han sido reconocidas por la Unesco como Patrimonio Universal de la Humanidad.
La Catedral de San Salvador, La Seo, es otro exponente del arte mudéjar que aún se puede apreciar en la ciudad. Edificada sobre ruinas del foro romano y posteriores construcciones islámicas La Seo todavía conserva, en medio de su eclecticismo, disímiles elementos del arte mudéjar, uno de los más visibles es la enorme pared lateral que más parece de mezquita que de iglesia católica o la cúpula de su torre mayor.
Es en las iglesias donde más se conserva la huella mudéjar, en sus arcos, en las cúpulas de sus torres, en sus decorados morunos. La Iglesia de San Pablo, la de Santa María Magdalena, la de San Gil Abad, el arco del Dean, o torreones como el de la Zuda son solo algunos ejemplos de la impronta de este estilo en la ciudad.
El mudéjar ha dejado una huella tan profunda en Aragón que, incluso muchos edificios de construcción más o menos reciente (siglos XIX o XX) incorporan en sus fachadas elementos de ese estilo, lo que da un toque más armonioso y particular a la ciudad de Zaragoza, la antigua Saraqusta donde hace casi mil años un monarca musulmán mandó a edificar el Palacio de la Alegría.