La calle Jaffa de Jerusalén

Jaffa es una de las calles más antiguas y largas de Jerusalén y sin duda la más concurrida.

La calle Jaffa, Jerusalén. Foto: Alejandro Ernesto.

Camino por la calle Jaffa y siento que estoy en medio de una película del lejano oeste, aunque en realidad estoy en el Medio Oriente, concretamente en el mismísimo centro de la ciudad de Jerusalén y, para ser más exacto, del lado occidental, o sea: el Israelí.

Jaffa es una de las calles más antiguas y largas de Jerusalén y sin duda la más concurrida. Comienza en la Ciudad Vieja, concretamente en la Puerta de Jaffa, y va hasta el centro mismo de la ciudad, hasta la estación de trenes. Con sus más de 100 años es hoy una calle peatonal, por la que además circula el tranvía, cuyas vías remarcan el trazado de la calle.

Sus curvas y pendientes le dan ese aspecto de pueblo del oeste que tanto me llama la atención. La cruzan avenidas importantes como Ben Yehuda y King George y entre las tres forman el distrito comercial Downtown Triangle, que está plagado de pequeñas, pueblerinas y modestas tiendas, que venden de todo a precio de oro. 

En su largo recorrido se abren varias plazas, y algo que me llama la atención es que en casi todas hay pianos de cola. Así sin más, pianos en plena calle, a la intemperie, para que los toque cualquiera, a cualquier hora. Y la gente los toca y muchas veces bien. Confieso que me gusta esa “onda” de calle con música callejera.

Hay una plaza en concreto, la de Zion, en la que suelen congregarse grupos de estudiantes que cantan o bailan para recaudar fondos para distintas causas. No hace mucho retraté a varios jóvenes que, según dijeron, buscaban juntar algo de dinero para ayudar a un compañero, cuyo padre había fallecido. Con lo descordinados que iban no creo que obtuvieran mucha plata.

Otra cosa que me gusta de Jaffa es lo variopinto de la gente que camina por ella, que hay de todo en la viña del señor y esta arteria de Jerusalén es buena muestra de ello: judíos ultraortodoxos, ortodoxos y de mil denominaciones más, árabes, armenios, rusos y filipinos a montones, gentes de mil nacionalidades y procedencias, a veces disfrazada, hippies, mendigos e incluso algún que otro loco que intenta hacer vídeos para TikTok dominando un balón en las vías del tren.

Y luego están las armas. Aquí mucha gente va armada, tanto militares como civiles. La policía de Israel patrulla constantemente esta céntrica arteria y es muy común ver reclutas uniformados caminando por las calles con sus fusiles, o verlos también, ya vestidos de civiles, pero igualmente con el hierro al hombro.

Los colonos israelíes son otros que suelen pasearse con sus armas por toda la ciudad, especialmente por Jaffa. Una tarde vi una familia caminando por el centro de la calle, tomados de las manos, tres niñas pequeñas, mamá y papá, hasta ahí todo bien, solo que el padre cargaba, cruzado al pecho, con un M16 con el cargador montado. Desde donde los vi el encuadre era perfecto, la luz también, la perspectiva, todo, prometía ser una muy buena foto, solo que yo ese día iba desarmado, me había dejado la cámara en casa y aún lo lamento.

Desde aquel día llevo la cámara encima hasta para comprar el pan, no sea que al caminar por Jaffa me tope con el mismísimo Clint Eastwood o alguna otra leyenda de los viejos western y me pierda la foto.

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