En unas horas el planeta será una pelota de fútbol. Arranca la Copa del Mundo Qatar 2022 y las miradas apuntan a lo que sucederá en el Golfo Pérsico. Del otro lado del globo, en Argentina, el fútbol es la más seria de todas las pasiones y la ilusión se desborda desde hace un tiempo.
El furor, la pasión y las expectativas de argentinas y argentinos con la competencia es algo cíclico. Los sueños de máxima gloria futbolera renacen por estas tierras del sur cada cuatro años. Suelen decir incluso que la vida es lo que pasa entre Mundial y Mundial. Y un poco de razón llevan.
La de Qatar será la cuarta Copa del Mundo que vivo en Argentina. Llegué al país en julio de 2010, en pleno torneo de Sudáfrica. Aterricé exactamente después del partido de cuartos de final en que Alemania rompió el sueño de los gauchos con goleada de 4-0. No solo era el equipo de Messi, era Messi bajo la batuta de Maradona; los dos 10 históricos en el mismo terreno. En el aeropuerto de Ezeiza se había desatado una melancólica coreografía de andantes cabizbajos. En las calles no se escuchaba un alma.
Luego llegó Brasil 2014 y la euforia de llegar a la final paralizó el país. La hinchada albiceleste enardecida emulaba con la local en el gigante suramericano. Parecía que sí, que esta vez sí se daba. Pero de nuevo los teutones, en tiempo de descuento, ganaron.
Cuatro años después llegó Rusia 2018 y pasó para los argentinos con mucha más pena que gloria. Mejor no recordarlo. Fueron eliminados en octavos de final por Francia que, a la postre, se coronó campeona.
A lo largo de esos doce años y tres Mundiales la historia del país se asemeja al desempeño de la selección: ciclos de esperanza y desesperanza. Gobiernos de izquierdas y de derechas. Una presidenta que enrumbó social y económicamente el país y otro que le sucedió y lo endeudó por más de un siglo. Pandemia. Crisis. Guerra. Argentina Campeona de América 2021. Devaluación de los salarios. Ricos siempre más ricos. Diez millones de personas por debajo de la línea de pobreza en un país ganadero y de grandes extensiones de tierras productivas. Triunfos. Alegrías. Derrotas. Lágrimas. Y, cada cuatro años, volver a soñar; una y otra vez.
Marcelo Bielsa, entrenador y una suerte de filósofo del deporte dijo una vez: “Nosotros deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción. Los seres humanos de vez en cuando triunfan. Habitualmente se desarrollan, combaten, se esfuerzan y ganan de vez en cuando. Muy de vez en cuando”.
El “loco” Bielsa no teorizaba. Lo sintió en carne propia. Dirigió la selección argentina entre 1998 y 2004. Amado con delirio por unos y criticado por otros, a él se atribuye el fracaso de la albiceleste en Corea-Japón 2002, tras quedar fuera en la fase de grupos. A la vez, le aplauden el oro olímpico de Atenas 2004.
En Qatar podría ocurrir ese ansiado “muy de vez en cuando”. El equipo dirigido por Lionel Scaloni llega al certamen con un excelente nivel. Analistas nacionales y extranjeros dan a Argentina como candidata a disputar la final. La albiceleste lleva treinta y seis partidos sin perder.
Ganó la Copa América 2021 1-0 contra Brasil, su clásico rival, en el mítico estadio Maracaná. El triunfo cortó la racha negativa de veintiocho años sin obtener un título y el sabor amargo de caer en varias finales entre Copas América y Mundiales.
De ahí que esta vez las expectativas parecen no tener techo. No hay quien no quiera subirse a “La Scaloneta”, como han apodado popularmente al equipo por el apellido de su joven director técnico.
Para aferrarse a la ilusión hay mucho más que lo deportivo: los supersticiosos tienen a disposición una larga lista, viral y hasta hecha publicidad, de coincidencias entre 2022 y 1986, año en que Argentina levantó la Copa en las manos de Diego Armando Maradona.
Hay de todo. Para quienes buscan estadísticas, Canadá solo ha clasificado dos veces en su historia para un Mundial, en 1986 y ahora. Por su parte, Nigeria no estará presente en Qatar 2022, así como estuvo ausente en México 86. La finalísima de este Mundial está pautada para las 12 horas del mediodía, como la final en el país azteca. Por último, en México 1986 la albiceleste tenía en su escuadra al mejor jugador del mundo, Maradona, con la 10 a la espalda. En 2022 vuelve con la 10 Messi, el mejor del mundo.
Se han anotado coincidencias extra futbolísticas muy simpáticas. Una es que Robert De Niro visitó Argentina en 1986 para rodar una película. Tardaría treinta y seis años en volver. Hace un par de meses estuvo filmando una serie en locaciones porteñas.
Los esotéricos también tienen sus cábalas. En diciembre, mientras se esté disputando la Copa del mundo en Qatar, el planeta Júpiter, que representa buena suerte y alcance de las metas, va a estar en Piscis. Dicen que así estaba durante México 1986, cuando Argentina salió campeón.
“Para el que necesita coincidencias, hay coincidencias. Para el que cree en el equipo, hay equipo”, reza por estos días la publicidad de una cerveza argentina. Por lo pronto, que ruede la pelota en los estadios mundialistas del Medio Oriente y a soñar e ilusionarse, que hay con qué.
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