Machu Picchu, ¿falso nombre?

Símbolo de los últimos vestigios del imperio Inca, una de las siete maravillas del mundo moderno, esta ciudad sigue revelando sus misterios.

Machu Picchu. Foto: Kaloian Santos.

La antigua y famosa ciudad inca, construida a mediados del siglo XV a más de 2.400 metros de altura en lo profundo de los Andes peruanos, sigue siendo un enigma. Desde hace más de un siglo la conocemos como Machu Picchu. No obstante, hace pocos días se conoció una investigación que revela que, al parecer, el verdadero nombre de esta joya arquitectónica —declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco— sería el de Huayna Picchu, que en quechua quiere decir “montaña joven”.

“Huayna Picchu se llama el cerro aledaño a la ciudadela”, advertirá el lector conocedor de estos parajes. Todo eso, y más, lo explican el historiador peruano Donato Amado Gonzáles del Ministerio de Cultura de Perú (Cusco) y el arqueólogo estadounidense Brian S. Bauer, de la Universidad de Illinois, Chicago (UIC) en un artículo científico titulado “The Ancient Inca Town Named Huayna Picchu”, publicado en Ñawpa Pacha, revista especializada en arqueología Andina. 

El kilómetro “cero” de los investigadores fue estudiar documentos a los que no accedió en su momento Hiram Bingham (1875-1956), el explorador estadounidense que el 24 julio de 1911 llegó a la ciudadela guiado por campesinos conocedores del lugar.

Amado y Bauer hurgaron entonces en las notas de campo originales tomadas por Bingham en sus varios viajes de exploración. Del mismo modo estudiaron los mapas de la zona de principios del siglo XX y documentos históricos de los siglos XVI, XVII y XIX referidos a la región.

“Comenzamos con la incertidumbre del nombre de las ruinas cuando Bingham las visitó por primera vez y luego revisamos varios mapas y atlas impresos antes de la visita de Bingham a las ruinas. Hay datos significativos que sugieren que la ciudad inca se llamaba realmente Picchu o, más probablemente, Huayna Picchu”, expuso Bauer en un comunicado de prensa publicado en el portal de la Universidad de Illinois Chicago (UIC) el pasado 22 de marzo. 

En esa misma gacetilla se especifica que en un atlas de 1904 aparecen mencionadas las ruinas de un pueblo inca llamado Huayna Picchu. O sea, siete años antes de que Bingham llegara a Perú ya estaba en uso ese nombre. Además, detallan que en 1911 a Bingham se le informó de la existencia de unas ruinas llamadas Huayna Picchu localizadas a lo largo del río Urubamba.

Bingham era profesor de historia latinoamericana de la Universidad de Yale y un apasionado por la arqueología. Al parecer su figura inspiró al cineasta Steven Spielberg para darle forma al famoso personaje Indiana Jones. 

La cuestión es que el aventuro profesor realizó varios viajes a Cusco, en Perú, entre 1911 y 1915. Allí supo de la existencia de unas ruinas incaicas. 

Una noche, entre tragos, Agustín Lizárraga, un campesino, le contó a Bingham que el 14 de julio de 1902 había encontrado una “ciudad perdida de los incas” en medio de la montaña, mientras buscaba tierras para sembrar. En una de las paredes de aquel templo Lizárraga había escrito con carbón vegetal su nombre y la fecha.

Bingham emprendió su expedición. Enfiló por el río Urubamba, como le habían indicado, y llegó a Machu Picchu. Efectivamente, en una piedra del Templo de las Tres Ventanas estaba la inscripción de Agustín Lizárraga.   

La revista National Geographic, en el número de abril de 1913 dedicó casi todas sus páginas a un gran reportaje, acompañado por decenas de fotografías y notas tomadas por Hiram Bingham, donde daba a conocer al mundo su “descubrimiento”. 

“De repente me encontré parado frente a las paredes de una ruina y casas construidas con la mejor calidad del arte inca. Las paredes fueron difíciles de ver ya que los árboles y el musgo habían cubierto las piedras por siglos”, escribió el profesor estadounidense en 1948 en un libro titulado La ciudad perdida de los incas. Por cierto, en el célebre libro no hay ni una línea referida a Agustín Lizárraga.  

Bingham tampoco tuvo el tino de corroborar en los archivos de la época si existía alguna referencia del lugar al que había llegado. De ese modo, bautizó a aquellas ruinas como Machu Picchu (en quechua: “montaña vieja”) porque había escuchado que así se referían algunos de los lugareños a aquel sitio construido perfectamente con grandes piedras. 

El aporte hecho por la dupla Amado-Bauer fue precisamente hurgar cronológicamente en documentos históricos. Luego de un relevamiento minucioso, los académicos encontraron que entre 1539 y 1572 ya se mencionaba el término Picchu. Más adelante, en 1587, hallaron Huayna Picchu para referirse al pueblo. Al seguir esa metodología descubrieron que en 1783 es cuando aparece el término Machu Picchu mencionado como referencia a linderos de un pueblo por vez primera en documentos jurídicos.

“Cuando llega Hiram Bingham en 1911 al sitio, hay dos espacios con mucha claridad: el espacio de Huayna Picchu y el de Macchu Picchu”, expuso, por su parte, Amado en una entrevista hecha por la agencia francesa AFP.

En esa misma nota el profesor peruano enfatizó que “está claro que en la zona, en el cerro conformante de Huayna Picchu, está el pueblo inca, por eso había razón de denominar (al lugar como) el pueblo de Huayna Picchu, el cerro Machu Picchu estaba al lado”.

En el artículo donde Bauer y Amado desmenuzan su investigación hay un párrafo clave donde revelan que un conjunto de documentos hallados en el Archivo Regional del Cusco y relacionados con la Hacienda Silque, que controlaba el área de Machu Picchu, fueron claves para corroborar su tesis. En esos papeles se puede leer que en 1588 “los habitantes de la región estaban decididos a trasladarse y repoblar un lugar llamado Huayna Picchu (Vayna Piccho) con la intención de continuar con sus idolatrías, ritos y ceremonias”.

Más allá de su nombre, esta ciudad, compuesta por casi 200 construcciones y erigida hace más de siete siglos; residencia de Pachacútec, el noveno inca del Tahuantinsuyo; un símbolo de los últimos vestigios del imperio Inca; un lugar a donde los españoles nunca pudieron llegar a pesar de su dominio imperial en esta tierras durante casi tres siglos; uno de los sitios arqueológicos más famosos y estudiados del mundo; una de las siete maravillas del mundo moderno al que llegan cada año millón y medio de visitantes de todo el planeta…aún sigue revelando sus misterios.  

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