Selarón en su escalera

Uno de los símbolos de la ciudad de Río de Janeiro fue construido con paciencia y esfuerzo por un artista. La obra estaría para siempre ligada a su vida, y también a su muerte.

La escalera tiene 125 metros de largo y 215 peldaños, se cubrió completamente con más de 2000 azulejos provenientes de unos 60 países. Foto: Kaloian.

Cada día cientos de turistas llegan a la famosa Escalera de Selarón, obra de arte y símbolo vibrante en el corazón de Río de Janeiro. Ubicada entre los barrios bohemios de Santa Teresa y Lapa, la escalera es testigo del espíritu creativo y resiliente de su creador, el artista chileno Jorge Selarón. Y más allá de los colores, las hordas de visitantes y los selfis, el sitio fue escenario de un trágico crimen, aún sin resolver.

Diariamente llegan miles de personas. Foto: Kaloian.

Después de haber recorrido 57 países, Selarón, pintor y ceramista autodidacta, desembarcó en tierra carioca en 1983. Tenía 36 años y decidió instalarse en esta parte de la urbe brasileña. En aquel entonces, la escalera, una más en una ciudad llena de morros, arrastraba la fama de estar situada en una zona peligrosa. Su nombre era Escalera de Santa Teresa y evocaba el barrio y la proximidad de una iglesia del mismo nombre y un convento de la orden de las Carmelitas Descalzas.

Versiones de La Gioconda al estilo de Selarón. Foto: Kaloian.

Selarón comenzó a darles vida a aquellos escalones a principios de los años 90. Primero colocó bañeras convertidas en jardines y luego, inspirado por el Parque Güell de Antoni Gaudí en Barcelona, inició la tarea de cubrir los escalones con azulejos de colores. Verde, amarillo y azul, como la bandera brasileña, fueron la tonalidades protagonistas en el inicio. El artista se inspiró en los vecinos que llenaron el barrio de esos colores durante la Copa Mundial de Fútbol de 1994, en la que la Verdeamarela fue campeona.

Los colores vibrantes de la Escalera de Selarón. Foto: Kaloian.

Sin compañía y con mucha paciencia, el chileno compraba los azulejos con las ganancias que obtenía de la venta de sus cuadros y dibujos, que casi siempre giraban en torno a un tema que lo motivaba personalmente: la mujer negra embarazada.

Un cuadro de azulejos en torno a un tema que motivaba personalmente a Selarón: la mujer negra embarazada. Foto: Kaloian.

Un día, al encontrar una tienda con azulejos antiguos de todo el mundo, la obra tomó un nuevo giro. Así la Escalera de Selarón pasó a ser una obra “viva y mutante”, como la definía el artista, porque constantemente la cambiaba, incorporaba nuevos azulejos, reinterpretaba su diseño y buscaba nuevas formas de expresión. 

Alrededor de 2000 mosaicos cubren la Escalera de Selarón. Foto: Kaloian.
Un mural de azulejos cuenta la historia de la bahía de Guanabara. Foto: Kaloian.

Durante más de dos décadas, la escalera, de 125 metros de largo y 215 peldaños, se cubrió completamente con más de 2000 azulejos provenientes de unos 60 países. Se convirtió en telón de fondo de videoclips de bandas como U2, películas como El Increíble Hulk y comerciales de grandes marcas como Coca-Cola. En 2005 Río de Janeiro la declaró Patrimonio de la ciudad.

Un dúo ameniza las tardes. Foto: Kaloian.

A pesar de su creciente fama, era común ver a Selarón en la escalera, junto a la que tenía una modesta casa; siempre colocando algún azulejo, charlando con los turistas o vendiendo sus cuadros. Su presencia constante y su dedicación hicieron de la escalera no solo una obra de arte, sino además un reflejo de su vida y su pasión.

Se hace cola para sacarse una foto en la Escalera de Selarón. Foto: Kaloian.

La mañana del 10 de enero de 2013, Jorge Selarón fue encontrado muerto sobre los peldaños de su obra más famosa. El cuerpo presentaba señales de quemaduras y junto a él se encontró una lata de disolvente. Semanas antes, Selarón había denunciado amenazas de muerte por parte de un colaborador de su taller. Transcurrida más de una década, el caso aún no ha sido esclarecido.

Vecinos de Escalera de Selarón. Foto: Kaloian.

Voy con detenimiento por cada escalón pues hay detalles deslumbrantes entre la gama de colores y mosaicos. Miro como puedo entre la muchedumbre porque la Escalera de Selarón es un imán de turistas. 

Un vecino de la Escalera de Selarón. Foto: Kaloian.

En medio de la multitud y el bullicio, pocos se detienen a apreciar los detalles intrincados de cada azulejo. En la era de la digitalización, cuando la instantaneidad y la superficialidad a menudo prevalecen, parece que el objetivo es captar la imagen y compartirla rápidamente, sin tomarse el tiempo para admirar el arte, detenerse enn la historia de las piezas y experimentar la atmósfera del lugar.

En 2005 la Escalera de Selarón fue declarada Patrimonio de la ciudad. Foto: Kaloian.

Son pocos los que prestan atención a los detalles de la escalera. Por ejemplo, hay una foto de Jorge Selarón, discretamente incorporada en uno de los azulejos al pie de la escalera. En la imagen, el artista, con su característico bigote, sonríe mientras se recuesta sobre uno de los escalones de su creación. Es un pequeño homenaje al hombre que transformó una estructura gris y olvidada en un vibrante monumento, una obra viva, cargada de significados y emociones, construida con amor, paciencia y esfuerzo. 

Jorge Selarón, el creador de la escalera que lleva su apellido, en uno de los azulejos. Foto: Kaloian.
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