Diciembre avisa que un año termina y otro empieza. Con los días finales del último mes llegan la Nochebuena, la Navidad y el 31 de diciembre, festividades que las personas viven en familia o entre amigos.
La gente aprovecha para desear cosas buenas, repensar los resultados del año o trazar planes para el siguiente.
La mayoría vive este cambio de año con optimismo. Pero hay quien llora, quien no puede resistir la melancolía o la tristeza por los malos tiempos que le ha tocado vivir recientemente.
En Cuba celebrar el 31 de diciembre es una tradición asentada. Es, probablemente, la fiesta más importante de las que viven los cubanos en todo el año.
Es la época de matar el puerco que lleva meses en ceba, y de “matar” lo que ha quedado atrás.
La mayoría de las familias vacían la huaca para comprar, aunque sea a precio de oro, la carnita que no puede faltar. (Aunque hay cubanos que intentan darle otro sabor a los 31.)
El olor a puerco frito o asado con naranja agria y mucho ajo, se esparce.
Ocurra lo que ocurra el arroz congrí, o los frijolitos negros –mejor si dormidos– y la yuca o las chicharritas no pueden faltar. El ron, entre todos, será el rey en la fiesta.
La tradición de festejar la Navidad, aunque se perdió por décadas, ha vuelto a tomar fuerza en la Isla. La visita de Juan Pablo II, en 1998, llevó a que el Estado cubano declarará nuevamente el 25 de diciembre como día festivo.
El 24 de diciembre, cena de Nochebuena, y el 25, nacimiento de Jesús, se celebran a lo cubano. La fiesta tiene sobre todo un sentido familiar e íntimo.
Cada vez es más común ver en las casas cubanas el arbolito de Navidad, los adornos lumínicos en los balcones, y el regordete Papá Noel.
Los motivos navideños han salido de los templos religiosos.
Las familias retoman la costumbre de hacerse regalos.
Cada vez más comercios, restaurantes, salones de servicio, e incluso oficinas se decoran para la fecha.
El rojo toma otra connotación.
Y hasta la nieve aparece en esta Isla que parece querer estar de fiesta en todo momento.
No es sintomatico que en países capitalistas, los ayuntamientos como en el caso de Europa, engalanan las principales calles y plazas, y en la Cuba “socialista” es el sector privado quien ha engalanado al menos su negocio. En este sentido estamos adelantando al capitalismo, siendo más privado e individualista