Gabriel Pérez, diseñador gráfico y agricultor, más conocido como Gabo Pére en las redes sociales, es un emprendedor cubano que no se rinde ante nada ni nadie.
Luego de fundar un pequeño restaurante en La Habana con servicio a domicilio incluido, la pandemia lo obligó a reinventar sus maneras de subsistir y continuar con su vida. La crisis del coronavirus lo llevó a recluirse junto a su mamá en su casa en las afueras de Guanabacoa, en lo que cariñosamente le llama “la finca”.
Allí no solo planta algunos alimentos para autoconsumo, sino que también realiza experimentos para convertir todo lo que caiga en sus manos en algo útil y creativo. Si tiene matas de plátano, pues logra obtener la fibra con el tronco del árbol. Si tiene una mata grande de algarrobo, aprende el proceso y hace mil pruebas hasta lograr una harina comestible con sus vainas. Si tiene coco logra extraer la leche y aprende cómo tener el aceite, la glicerina…
No hay nada que se ponga en su camino a la hora de lograr sus objetivos, no espera que venga nadie y haga el trabajo por él.
Esta es la historia del Gabo, o apenas un acercamiento a su filosofía de vida. “No tengo estilla pero tengo manos” y “progreso y bien”, son dos cuasi mantras con los que dirige su día a día.