Cuando los camellos de carne y hueso aparecieron por la Calle Ocho de Miami este domingo, escoltando a los tres Reyes Magos, los espectadores más cercanos a ellos apuraron sus celulares y sus selfies, cautelosos. Nadie quería recibir los famosos escupitajos de los animales a cambio de una foto.
De cualquier manera no dio tiempo a mucho. Los animales pasaron rápido en el inicio de la Parada de los Tres Reyes Magos, una tradición de casi medio siglo en la ciudad de Miami, este año presentada por Univisión y las principales radioemisoras locales.
Desde la avenida 4 hasta la 17, la Calle Ocho se llenó de kioscos de venta de arepas venezolanas con queso, pinchos, dulces latinos caseros, croquetas y otras fritangas. Al mediodía, el olor de las comidas se mezclaba a ratos con el humo del tabaco a la entrada de una tienda, o con el hedor ácido que en una esquina despedían los baños públicos: a cerveza y a orine. Como una especie estilizada de carnaval de municipio, con papel sanitario en los baños y muchísimos más cestos para recoger la basura de la fiesta.
Famillias enteras esperaban el desfile desde temprano. Abuelos en sillas de rueda que invitaban a sus nietos a dejar el teléfono móvil y a jugar mejor con las pistolas de burbujas que vendían en los kioscos rodantes.
En esos mismos kioskos donde se podía comprar a la Pepa Pig (la cerdita Pepa) inflable, al más puro estilo de un carnaval en Chambas. Las carrozas, sin embargo, fueron modestas, nada que la memoria no se haya encargado de borrar al instante en una ciudad acostumbrada a los excesos.
Una representación del Nacimiento de Jesús, con su María y su José en persona (y todos los demás asistentes, pastores incluidos, excepto el bebé que era de plástico), avanzaron raudos en el desfile al ritmo de Otra vez, el tema de Zion & Lennox con J. Balvin y patrocinados por Goya, la marca de sazón que da sabor a muchas comidas cubanas en ambas orillas.
“Lo que hicimos, lo que sentimos, no es casualidad que nos veamos en la misma disco…” se oía mientras María le decía adiós al público y se alejaba en su carroza con altavoces reguetoneros.
Como si se le quisiera añadir más kitch y surrealismo a la escena, una locutora de Radio Mambí intentaba narrar el desfile por los altoparlantes y entrevistar a personajes como Julian Gil, actor puertoriqueño o Nacho, cantante venezolano. Pero la realidad fue que en las poco más de dos horas del desfile, en su punto más caliente junto a las gradas, la presentadora debió disculparse una y otra vez por olvidar el nombre del jefe de la policía que caminaba en ese momento, por mezclar los nombres de otros dos personajes o mandar con autoridad al Chef Pepín (del canal 23) a avanzar alejado de la Universidad Internacional de la Florida. Todo envuelto en una agotadora chusmería radiofónica que despertaba la risa de las personas.
El recién electo senador, el republicano Rick Scott (ex gobernador de la Florida), fue el primer político que abrió paso a alcaldes, comisionados y congresistas que alternaron su paso con Mickey y Minnie Mouse, carrozas publicitarias de abogados o centros médicos y un grupo de ciclistas profesionales al que la narradora supo felicitar por hacer el ejercicio que ella misma debería realizar, según sus palabras.
En la Calle Ocho, mientras Donna Shalala, la congresista triunfante del distrito 27 saludaba efusiva a los expectadores, éstos les devolvían con desgano la sonrisa preguntándose quizás quién era ella. Poco tiempo después llenarían de aplausos y gritos a la perdedora republicana del mismo distrito, ex periodista de televisión, la cubana María Elvira Salazar.
Lo mejor del día fueron las bandas musicales de highschool, donde niños de secundaria y preuniversitario tocaron marchas animadas y bailaron sus coreografías escolares. En algunos carteles de presentación se podía leer nombres como “Felix Varela Highschool”.
El desfile de los Tres Reyes Magos se celebró por primera vez hace 49 años, según dijeron los locutores del evento, “para celebrar la Navidad junto a los cubanos que venían de una isla donde estaba prohibido hacerlo”. El pasado, como tantas veces suele ocurrir en los dos lados del charco, vuelve a pesar. En realidad, en Cuba desde hacer varios años ya se celebra la Navidad en familia, aunque los Reyes Magos no llegan.