El pasado 26 de febrero, el Consejo de Estado de la República de Cuba aprobó el Decreto-Ley de Bienestar Animal. Este hecho, que debió suceder el pasado 2020 y fue postergado varios meses en el contexto de la pandemia, resultó en realidad la coronación de años de luchas y reclamos de protectores y activistas que ni aun con la COVID-19 se han cruzado de brazos.
La comunidad animalista cubana, articulada mayormente de manera independiente, ha ganado visibilidad en los últimos tiempos, gracias a sus sistemáticas acciones de salud y protección animal, y su protagonismo en hechos hasta hace poco inéditos en la Isla, como protestas pacíficas, diálogos con funcionarios estatales y una marcha autorizada por el gobierno.
Ahora, a más de un mes de la aprobación del Decreto-Ley, sus miembros esperan —y piden— que este sea finalmente publicado de manera oficial para conocer por completo su contenido y pueda, de una vez, entrar en vigor.
Según lo trascendido hasta el momento, la normativa —cuya elaboración estuvo a cargo de un grupo de especialistas, coordinado por el Ministerio de la Agricultura, y sobre la que la población pudo emitir sus criterios y recomendaciones a través de canales abiertos por las autoridades— establece los principios, deberes, reglas, responsabilidades y fines relacionados con el bienestar animal —entendido este como “el adecuado estado físico y mental de un animal con relación a las condiciones en las que vive y muere”—, tanto para las personas como para las instituciones y entidades del Estado, y también norma las penalidades para quienes incumplan lo establecido.
El Decreto-Ley debe entrar en vigor a los 90 días de su publicación en la Gaceta Oficial de la República, algo que todavía no ha ocurrido. Su oficialización, sin embargo, entrañará un nuevo desafío: el de hacer cumplir lo normado y moldear paso a paso la sociedad, no solo con la ley sino también con educación y perseverancia, con argumentos y amor. Solo así los animales tendrán el espacio y el tratamiento al que muchos, cada vez más, aspiran.
Las mujeres son un grupo creciente dentro del movimiento animalista, que expande el cuidado hacia mascotas domésticas que quedan abandonadas a su suerte en las calles o son maltratadas por sus dueños. Sobre sus desafíos diarios y sus aspiraciones para los animales en Cuba, algunas de ellas conversaron con OnCuba.