El epidemiólogo y director de la Alianza Global para la Vacunación (GAVI), Seth Berkley, advirtió de que “aún hay 16 países en el mundo con menos del 10 % de la población vacunada” y de ellos 14 se encuentran en situaciones “desafiantes”, como conflictos bélicos.
En una entrevista con EFE, Berkley (Estados Unidos, 1956) asegura que “la situación ha mejorado respecto a enero, cuando eran 34 los países con menos del 10 % de la población vacunada”, y valora que “reducir a más de la mitad los países con este bajo índice de vacunaciones no ha sido fácil, porque cuesta operar en países con sistemas sanitarios tan débiles”.
GAVI, creada en 2000 por, entre otros, el fundador de Microsoft, Bill Gates, es una organización mundial de colaboración público-privada para garantizar y mejorar el acceso a la vacunación, en particular a niños de países en vías de desarrollo, contra enfermedades prevenibles que amenazan sus vidas.
Durante el inicio de la pandemia de COVID-19, la entidad impulsó una campaña para recaudar 10.000 millones de dólares —una cantidad que obtuvieron al cabo de unos meses— para alcanzar, como mínimo, un 20 % de población vacunada en todos los países.
Berkley, que participó en Barcelona (España) en un acto, cuenta que en estos momentos “el 47 % de la población de los 92 países más pobres del mundo ha recibido de media dos dosis de la vacuna de la COVID-19, mientras que la media global es del 61 %”.
De los 92 países, GAVI actúa en 86 y desde su creación ha financiado la vacunación de cerca de 800 millones de niños contra enfermedades mortales como la difteria, el tétanos, la hepatitis B, la fiebre amarilla y, más recientemente, la COVID.
Esta diferencia, según el epidemiólogo, demuestra que “el reparto sigue sin ser equitativo, pero se están dando pasos adelante para que cada vez la distancia sea menor porque, además, dentro de poco todo el mundo va a necesitar más dosis de la vacuna para la COVID”.
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Por un reparto equitativo
Otro de los retos a los que se enfrentó GAVI fue que “muchas compañías farmacéuticas no priorizaron el acceso a las vacunas en países en desarrollo, sino las ventas de estas en países desarrollados”, denuncia el director.
“Cuando vimos que se primaba esta visión mercantilista, optamos por trabajar con manufacturas para conseguir cambiar el rumbo de esta dinámica y encontrar un equilibrio entre vender patentes y promover la equidad en el reparto”, añade.
Paralelamente, la mayoría de países desarrollados tuvieron acceso a las distintas vacunas de la COVID, con lo que pudieron inmunizar a su población antes que los países pobres.
“Sabíamos que los líderes políticos harían lo posible por defender primero a sus ciudadanos, pero en una pandemia mundial sólo estamos seguros cuando todo el mundo está seguro”, avisa Berkley, que critica que “muchos países hayan priorizado el nacionalismo y se hayan olvidado del resto del mundo”.
Por ahora, el director recomienda “atenuar al máximo los riesgos en cada país y vacunar a todo el mundo con cierta equidad para evitar nuevas cepas que puedan provocar que las vacunas dejen de ser efectivas”.
Los bajos índices de vacunación se centran especialmente en África, donde “escasean los tests, por lo que el alcance que ha tenido la covid se ha centrado, sobre todo, en autopsias de pacientes que eran potenciales portadores del virus”, señala el epidemiólogo.
El experto también destaca que la severidad de la enfermedad en los países africanos es menor que en los países desarrollados porque, por ejemplo, “si la media de edad en Japón es de 80 años, la población africana tiene de media de unos 18 años, por lo que los cuadros graves serán menores”.
Esto, sin embargo, “no significa que debamos olvidarnos de estos países, que en su mayoría tienen muchas menos oportunidades de inmunizarse contra la COVID”, concluye Berkley.