La Colección del Patrimonio Cubano de la Universidad de Miami (UM), es la más grande de su temática fuera de la isla, según un reporte de Efe. Con más de 75 000 libros y periódicos, además de documentos y objetos, cumplirá 100 años en 2026.
“Estamos aquí para recaudar toda la información que podamos sobre Cuba, el exilio y la diáspora. La política no nos importa, cualquier cosa puede estar en nuestra colección si es útil para los investigadores”, afirmó a la agencia española la directora, Amanda Moreno, de 32 años.
Los documentos sobre Cuba están organizados en 800 colecciones temáticas sobre personajes históricos y grupos, y los más de 75 000 libros y periódicos, entre otra papelería.
Las palabras de Moreno son confirmadas por Gladys Gómez, una de las cinco fundadoras de la Cuban Heritage Collection. Precisa que, aunque el Gobierno cubano no ha solicitado sus servicios, sí han llegado investigadores desde la isla. “Hubo uno que investigaba huracanes. Se pasó más de un mes con nosotros”, recuerda Gladys.
A diferencia de Amanda, que nació en Nueva York y es hija de cubanos, Gladys vino al mundo en Cuba y arribó a EE.UU. en los años 60 con otros de los más de 14 000 niños participantes en la Operación Peter Pan.
De pie junto a una de las vitrinas, ambas validan que un libro para niños, Memorias de la Sierra Maestra, firmado por Fidel y Raúl Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos, esté al lado de unas cartas originales sacadas clandestinamente de las cárceles cubanas en 1965.
En otra vidriera está una de las piezas que más le gustan a la directora, un menú bilingüe de platos que servía el famoso cabaret Tropicana, junto a unas portadas del periódico Éxodo, que los balseros cubanos de la crisis de 1994 escribieron mientras estaban detenidos en la base estadounidense de Guantánamo.
El documento más antiguo de la colección es un obra de 1552 del fraile dominico Bartolomé de las Casas.
Un puente entre Miami y La Habana
Aunque creció con la llegada del exilio cubano en los primeros años 60, la colección comenzó en 1926 cuando abrió la Universidad de Miami.
“El presidente (rector) empezó a visitar universidades. La más cercana hacia el sur era la Universidad de La Habana y ahí se produjo un intercambio de libros. Los primeros 300 libros que entraron en la Universidad de Miami fueron libros cubanos”, explica Gladys, fundadora del archivo junto a otras cuatro mujeres.
Pero la inauguración de la Universidad de Miami, cuenta, “ocurrió en medio de un ciclón”, el poderoso huracán conocido como “el ciclón del 26”, que cortó el tráfico marítimo entre Cuba y el sur de Florida.
Gladys fundó la colección en los años 60 junto con las bibliotecarias Rosa Abella, Ana Rosa Núñez, Lesbia Orta Varona y la recientemente fallecida Esperanza Bravo de Varona.
“La que empezó fue Rosita Abella, que trabajaba en el departamento de adquisición (…) Ella fue la de la idea de recoger todo lo relacionado con Cuba para eventualmente llevarlo de vuelta, pensando que iba a ser un exilio muy corto””, recuerda Gladys, quien comenzó a trabajar en la Universidad de Miami en 1967.
“En esa época empezaron a salir los periódicos del exilio. Fuimos los únicos que los recogimos y para preservarlos se microfilmaron”, detalla.
En un gesto para acercarnos el tiempo, Amanda muestra el número 163, de este mes de marzo, de la revista El Kentubano, que publican desde Kentucky los numerosos cubanos radicados allá.
Borrar la línea que separa este archivo de la isla física se puede conseguir con intercambios, según afirma su directora.
“Esa división no me gusta, lo que me gusta es intercambiar. No he ido a Cuba, mi familia no ha regresado nunca y no quiero ofenderlos, pero me gustaría ir. Me encantaría ver dónde crecieron mis padres en un pueblo pequeñito de Pinar del Río, San Cristóbal”, comenta Amanda.
Mientras la directora busca una postal de viajes que alguien donó donde aparece la estación de trenes de San Cristóbal, Gladys prefiere posar junto a una reliquia, una edición de “Ismaelillo”, el libro de poemas de José Martí escrito en Nueva York en 1882 y firmado por su autor.
Jorge I. Pérez/Efe/OnCuba.