El gobierno cubano lamentó este jueves que funcionarios y políticos estadounidenses continúen utilizando el término “ataques” al referirse a los incidentes que afectaron a decenas de diplomáticos de EE.UU. y Canadá, postura que consideró “irresponsable”.
El director de Estados Unidos de la cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío, aseveró durante un panel con expertos que “este es un tema de seguridad nacional para Cuba” y reiteró que su gobierno, aunque no niega la existencia de afectaciones de salud, rechaza la teoría de que sean resultado de un arma sónica u otro ataque deliberado en la Isla.
“No hay evidencia, teoría ni resultado investigativo apegado a la ciencia que justifique el término ataque”, aseguró Fernández de Cossío en una exposición a la prensa de los resultados de una larga investigación –todavía en curso– sobre los incidentes, a cargo de un equipo de científicos, médicos y criminalistas cubanos.
Alrededor de 26 diplomáticos de EE.UU. y 14 de Canadá destinados en La Habana han reportado síntomas como mareos, disminución auditiva, dolores de cabeza y pérdidas de sueño luego de haber escuchado ruidos similares a los de grillos.
Los incidentes, que comenzaron a producirse en 2016 pero se hicieron públicos al año siguiente, han servido de pretexto al presidente Donald Trump para reducir drásticamente el personal de la embajada estadounidense y endurecer la política hacia Cuba tras el deshielo entre ambos países durante la administración Obama.
Pese al tenso momento de las relaciones bilaterales, funcionarios de ambos países han mantenido nueve encuentros para abordar lo sucedido y peritos del FBI realizaron investigaciones en La Habana, aunque las autoridades y los expertos cubanos afirman que la cooperación estadounidense ha estado “por debajo” de lo deseado.
“Se nos ha asegurado oficialmente en esos intercambios que no hay pruebas para esgrimir que se hayan producido ataques. Lo que es notorio es que el Departamento de Estado sigue usando el término ataques en sus declaraciones a la prensa con total irresponsabilidad”, dijo Fernández de Cossío, quien acusó a funcionarios del gobierno de Donald Trump de “manipular” la información y emitir “acusaciones infundadas” para culpar a La Habana.
En el caso de Canadá, confirmó que se desarrollaron siete reuniones con agentes de la Real Policía Montada y representantes de ese país, cuyo gobierno también retiró personal de su embajada tras dar a conocer un nuevo caso a fines de enero.
El diplomatico remarcó la diferencia en la reacción de Washington y Ottawa ante los incidentes, confirmó la próxima realización de un nuevo intercambio sobre el tema y dijo que la colaboración con Canadá es más fluida aunque sin resultados tangibles por el momento.
Hablan los expertos
Durante su presentación, los investigadores cubanos comentaron que muchos de los casos reportados presentaban síntomas de enfermedades comunes y pudieron ser mal interpretadas por los médicos y los propios pacientes al calor de la gran atención mediática a los supuestos ataques.
Apoyados en estudios propios y publicaciones extranjeras, los expertos de la Isla argumentaron que técnicamente no pudo ser factible haber dirigido ataques acústicos, con sonidos de alta o baja frecuencia o con microondas contra los afectados, y que tampoco se encontraron evidencias de que los síntomas se debieran a una única causa común.
“No es posible que se genere un daño proveniente de una fuente sonora sobre personas específicas, sin afectar a otras cercanas, las cuales estarían igualmente expuestas”, sostuvieron.
El doctor Mitchell Valdés-Sosa, director del Centro de Neurociencias de Cuba, se refirió a las críticas de la comunidad científica internacional a los estudios publicados a posteri sobre el tema por investigadores de universidades de Miami y Pensilvania, y reveló que numerosos expertos de Europa y los propios EE.UU. coinciden con las apreciaciones de los investigadores cubanos.
Aseguró que una revisión de estudios estadounidenses de las afectaciones reportadas mostró que algunas habían comenzado antes del inicio del supuesto fenómeno y otras consistían en una amplia gama de síntomas que casi nunca resultan de una enfermedad única o constituyen una nueva patología.
Valdés-Sosa y el teniente coronel Roberto Hernández, del Ministerio del Interior, contaron que durante la investigación en Cuba se entrevistó y estudió a testigos, vecinos de los lugares o personas cercanas a los diplomáticos sin que estos reportaran ningún problema de salud, y lamentaron la poca cooperación de Washington, que tardó en entregar pruebas o no permitió el acceso directo a los pacientes.
Además, afirmaron que las muestras de sonido entregadas por las autoridades estadounidenses “no causan los síntomas que reportan los diplomáticos” y concluyeron que los resultados de su estudio “no sustentan las hipótesis sobre ataque alguno, de daños por efecto acústico o daño cerebral, como se ha sugerido hasta el momento”.
Aunque el Secretario de Estado Michael Pompeo reconoció a mediados del año pasado no tener pruebas contra Cuba, varios políticos prominentes como el senador Marco Rubio y funcionarios cercanos al presidente Trump insisten en la teoría de los “ataques”, en momentos de una fuerte tensión regional ocasionada por los enfrentamientos de Washington con Venezuela.
Fernández de Cossío reiteró que Cuba es un país seguro para los visitantes, que “garantiza la seguridad y tranquilidad de todas las misiones diplomáticas y de su personal” y confirmó la voluntad de su gobierno de cooperar para descubrir el origen de los misteriosos incidentes, que sigue siendo una incógnita.
AP / EFE / OnCuba
Quizás el mejor término científico a usar es “Pseudoataque Acústico y Neuropsiquiátrico”…