Para la cubano-americana Maday Martínez, DALE no es solo la palabra “cubana” que se usa como interjección para trasmitir ánimo, apurar a alguien o incluso despedirse; es también el acrónimo en inglés de las palabras Dance (danza), Arts (artes), Leadership (liderazgo) y Education (educación).
Cuatro palabras que resumen el concepto y la propuesta que en 2018 Maday fundara en el Union City de New Jersey, bilingüe y latino, para brindarles a los niños la oportunidad de “crear y cultivar un espacio y una comunidad donde nuestros jóvenes puedan crecer, descubrir y aprender a través del poder de las artes”.
En su página web resumen su objetivo: “motivar a través de la música, la danza, el teatro, las bellas artes y la escritura para plantar las semillas del éxito, lo que en última instancia permitirá a nuestras generaciones más jóvenes convertirse en pensadores creativos y solucionadores de problemas”.
Además de los proyectos que realizan localmente, una de las metas de la organización sin ánimo de lucro es brindar a los estudiantes de comunidades hispanas oportunidades para conocer y trabajar con artistas profesionales y estudiantes en otros países.
“A través de los viajes del proyecto DALE, los participantes obtendrán una perspectiva de ser un ciudadano global y despertarán a las posibilidades futuras. También nos esforzamos por garantizar que la cultura y la historia se conserven a medida que viajan en cualquier camino hacia el éxito que elijan para que puedan pasarlo a las generaciones posteriores”.
Apenas un año después de fundado el proyecto, el primer viaje a Cuba del proyecto DALE se realizó en febrero de 2019, una experiencia que agrupó a niñas estadounidenses de origen hispano con inclinación a la danza. Maday le cuenta a OnCuba sus impresiones a través del correo electrónico los idiomas mezclados del español y el inglés.
¿Cómo surge el Proyecto Dale? ¿Por qué le pones ese nombre?
El proyecto DALE nace después de mi viaje a Cuba por primera vez con la organización CubaOne. Quedé súper impactada con esa experiencia.
Con respecto al nombre del proyecto, al criarme en un hogar cubano la palabra “dale” la usamos en exceso, como es el caso de muchas familias hispanas. Dale, que se traduce como “just do it” en inglés, se usó como un motivador en mi familia. Para mí la palabra está cargada de humor y estimulación. Me siento feliz de poder crear un espacio y ponerle ese nombre, donde las comunidades minoritarias puedan tener la oportunidad de encontrar su “dale”. Es un lugar que le da a nuestros jóvenes permiso para soñar y, lo que es más importante, seguir adelante y cumplir sus sueños. Lo especial de Dale es que invita a la acción y brinda el apoyo necesario para aquellos momentos en que el camino hacia el descubrimiento y el éxito no es tan agradable.
¿Pueden participar niños no hispanos? ¿Es para todas las edades?
Por el momento queremos enfocarnos en estudiantes de origen hispano, específicamente niños de primera generación (nacidos en Estados Unidos). Niños que se están criando igual que yo y que puedan tener preguntas de sus culturas y sus orígenes. A mí a veces me daba pena ser diferente, pero ahora ya veo el gran poder de la diversidad.
Todo estudiante que quiera participar debe involucrarse con algo en las artes, música, baile, teatro, escritura, etc. Tiene que tener entre 11-17 años y hablar o entender español, pues muchas de las actividades son en ese idioma.
De eso se trata el Proyecto, de conectar a estos niños estadounidense con sus culturas hispanas. Queremos despertar un interés en hablar el idioma de su familia, disfrutar de sus tradiciones, cultura, e implantarles una curiosidad por sus raíces para que nunca se pierda de generación en generación.
¿Cómo es la comunidad hispana en la localidad donde se ubica el proyecto?
En Union City, NJ donde nació el proyecto DALE temenos una población hispana amplia. No hay una región que prevalezca, pues hay gente de todas parte de Latino America: Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Perú, Colombia, México, etc. Es como un mundo lleno de comida de todos los países, música, acentos diferentes.
¡Es muy divertido!
¿Cómo logras sostener el proyecto?
DALE es como un bebé que necesita muchísima atención y amor. Es un Proyecto sin fines de lucro que se sostiene por via de donaciones de familias, negocios locales, de la comunidad, y cualquier otra identidad que quiera aportar. Ahora le estamos enseñando a nuestros estudiantes cómo hacer fundraising para pagarse sus propios viajes y actividades. Esto es como la frase que dice “Dale un pescado a un hombre, y lo alimentarás por un día. Enseña a un hombre a pescar, y lo alimentarás para toda la vida.”
Otro aspecto de nuestro programa es darles a los estudiantes las herramientas para luchar por lo que quieren. En la vida, especialmente a las minorías, las cosas no se dan tan fácil. Por eso queremos que ellos se den cuenta que hay que moverse, luchar, preguntar, negociar, y muchas cosas más. La creatividad no solamente aplica al mundo artístico sino a cualquier aspecto de la vida. Tenemos planes de visitar a un país diferente todos los años y aprender de las culturas del uno al otro. Esperamos que mientras crezca el proyecto, que tengamos más estudiantes y familias que quieran participar y ayudar a nuestra causa.
Como inmigrante, hispana, mujer, sé muy bien lo que es ser una minoría. Crecer en dos mundos y culturas a la vez fue confuso y difícil. Fue a través del apoyo familiar, la comunidad y las artes que pude apreciar el valor de ser quien soy y cómo sacar ese poder. Este fue un largo viaje que está lejos de terminar, sin embargo, mi misión con el Proyecto DALE es permitir que otros jóvenes pertenecientes a minorías tengan la misma experiencia poderosa que cambia la vida.
Mis padres siempre se ocuparon de que nunca perdiera mis raíces. Sé hablar, leer y escribir español. Sé el ritmo de la clave, bailo salsa, guaguancó, rumba, comparsa… A pesar de venir para este país con tres años sigo teniendo acento cubano. Y eso para mí es un orgullo, pero no siempre lo fue porque es difícil ser diferente. Me siento muy orgullosa de mis raíces, de venir de un país tan bello, complicado, y fuerte.
¿Cómo fue la reconexión que tuviste con tus herencia cubana? ¿Tu familia tiene la misma idea de Cuba que tú?
Ser cubano-americana ha sido muy confuso mi vida entera. Siempre pensé que tenia que ser o cubana o estadounidense, pero no las dos. Viviendo en los Estados Unidos no quería tener acento al hablar inglés, quería ser más “americana”, pero al crecer, me di cuenta el poder de ser latina. Mi familia no tiene el miedo y rencor que creo que tienen muchos cubanos de su generación. Se vivieron momentos muy difíciles y muchos no quieren regresar, pero mi familia nunca ha querido olvidar y por ese apoyo este proyecto ha podido nacer y prosperar. Creo que cuento por dos siendo cubano-americana, y eso me encanta, me siento multifacética y mucho más rica que cualquiera que a lo mejor solo se identifique con una sola cultura. El ser de dos lugares me da otra perspectiva a la vida, me hace mas empática, y me facilita el conectarme con amistades, gente nueva.
¿Cómo surgió el viaje a Cuba con el proyecto Dale? ¿Cómo lograste materializarlo?
El viaje a Cuba fue inspirado por CubaOne y por las muchas conversaciones con unas de la fundadora del programa, Cherie Cancio. Al ir a Cuba me di cuenta que era un lugar rico en cultura, música, baile, algo que le interesa al mundo entero. Cuba tiene mucho que ofrecer en muchos aspectos. Interactuar con la gente, escuchar la música, vivir el día a día, ver cómo viven los cubanos. Siempre sentí que podía impactar a cualquier estudiante que la visite.
Este primer grupo de estudiante resultó ser todas niñas, todas bailarina. Y en Cuba unas de las actividades que les gustó mucho fue montar una rueda de casino que llevamos preparada. Pudimos enseñarles a otros cuerpos de bailes en Cuba cómo bailan estas niñas, ¡que no todas son cubanas! Fue todo un éxito, y estoy muy orgullosa de que lleven un pedacito de la isla en ellas a través del baile.
Lo más impactante para el grupo fue ver la humildad, y cómo aunque en Cuba todo es tan limitado el pueblo es feliz. A veces aquí en estos países lo tenemos todo, materialmente, pero falta la felicidad, el calor humano, vivir en comunidad, sentir el apoyo de tus vecinos. Aquí casi ni conocemos cuáles son nuestros vecinos.
¿Cómo fue la experiencia de las niñas durante el viaje?
Las niñas de DALE se sorprendieron con las “chispa” de los niños cubanos. También de que no hubiera casi internet, wifi. Quizás producto de eso en Cuba hay más calor humano, la gente están más en contacto con sus emociones, todo lo hacen con amor. Y ellas se dieron cuenta de eso. Ellas se encontraron a sí mismas en este viaje, al no tener sus celulares y otras distracciones que tenemos en los Estados Unidos, ellas tuvieron la oportunidad de estar alerta y absorber cada momento, y eso ya fue un shock para ellas. No es algo a lo que están acostumbradas.
¿Podría Dale funcionar como doble vía en el futuro? Quiero decir, ¿podrían venir niños de Cuba a visitar el proyecto Dale en Estados Unidos?
¡Absolutamente! ¡Eso sería ideal!
¿Cuánto has cambiado en lo personal y profesional desde que inauguraste el proyecto?
Cada experiencia en la vida tiene sus enseñanzas. Pero creo que viajar y conocer no tiene precio y es irremplazable. El amor y afecto que sentimos en este viaje fue algo increíble, la manera que nos unimos, nos conocimos uno al otro, todo lo que vivimos juntos fue muy bonito, y creo que esos momentos son los momentos que definen nuestras vidas.
Viajar y guiar a un grupo de niños y ver como aprenden, como ellos crecen, y saber que yo ayudé a apoyar estas vivencias y memorias es increíble. Estar en el mundo de las organizaciones sin ánimo de lucro es sin dudas mi lugar, poder ayudar a los demás, en especial a los niños hispanos en mi comunidad.