Las deportaciones de cubanos han aumentado desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca. Un extenso reportaje de Los Angeles Times relata la incertidumbre de miles de cubanos que esperan en la frontera mexicana para conseguir ingresar en Estados Unidos.
A diferencia de los 64 cubanos deportados en 2016, último año de la presidencia de Barack Obama, en 2018 la cifra creció hasta 463 y en junio de este año ya había sobrepasado los 380. La proyecciones son de alrededor de 560 para cuando finalice diciembre, según la publicación estadounidense. Pero pudieran ser más.
El flujo de cubanos que se presentan en la frontera sur de Estados Unidos sin permiso previo para ingresar no cesa. Los Angeles Times fija en más de 20.000 el número de los que serían categorizados como “inadmisibles” por las autoridades fronterizas estadounidenses en 2019 y, en consecuencia, podrían aventurarse a un ingreso ilegal.
De acuerdo con este medio, ya a inicios de julio eran más de 16.000 los cubanos así calificados.
La pérdida de los privilegios que concedía a los migrantes de la Isla la política de “pies secos/pies mojados”, eliminada por Obama en los últimos días de su gestión, fue un golpe para las aspiraciones de los migrantes cubanos, y en especial de familias repartidas a ambos lados del estrecho de la Florida. Y aunque la llamada Ley de Ajuste Cubano se mantiene vigente, las crecientes dificultades para entrar a los Estados Unidos hace más difícil su acceso para muchos.
Trump no ha hecho nada por cambiar este panorama, según el medio; por el contrario, ha reducido al mínimo los trámites consulares –afectando incluso el programa de Reunificación Familiar y las cuotas de visas pactadas con el gobierno cubano– y ha incrementado el número de deportaciones, a la par que aplica una política cada vez más agresiva contra la Isla, que incluye la activación plena de la Ley Helms-Burton.
El objetivo “explícito” de esta política de Trump es “hacer que los cubanos sean lo suficientemente miserables como para derrocar al gobierno”, dijo William LeoGrande, profesor de la Universidad Americana de Washington, citado por Los Angeles Times.
En su opinión, el actual gobierno estadounidense “está contribuyendo directamente al aumento de la migración cubana” a través de la estrategia de “tapar la olla”.
“Intencionalmente mantenemos tapada la olla para que las personas descontentas no puedan irse –explica LeoGrande. La esperanza es que explote la olla”.
El limbo de miles de cubanos que esperan para emigrar a EEUU
No obstante, la retórica de línea dura de Trump contra Cuba oculta una “cooperación más tranquila” con La Habana en el tema de las repatriaciones a la Isla, según el medio californiano, que revela que aunque el Departamento de Estado todavía califica a Cuba de “no cooperativa” para recuperar a sus ciudadanos, no le ha impuesto sanciones por este motivo como sí lo ha hecho contra otras naciones.
En esta dirección, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense asegura que las deportaciones “son parte de la normalización en curso de las relaciones entre los gobiernos de los Estados Unidos y Cuba y reflejan el compromiso de tener una política de inmigración más amplia en la que tratamos a las personas de diferentes países consecuentemente.”
Ante este escenario, muchos posibles inmigrantes de la Isla apuestan a solicitar asilo en la frontera como única forma de ingresar a Estados Unidos. Por primera vez, los cubanos están entre las principales nacionalidades que hacen reclamos de “temor creíble” de que serán perseguidos en su país, el primer paso para solicitar asilo, asegura la publicación.
Hasta junio, 882 cubanos habían recibido decisiones de asilo en los tribunales de inmigración de Estados Unidos este año, en comparación con los 59 en 2016, según datos de la Universidad de Syracuse. Su tasa de negación es de alrededor del 50%, una mejora con respecto al historial bajo administraciones anteriores. Pero para llegar a este punto, primero hay que llegar a la frontera y presentar la solicitud.
Las nuevas medidas de Washington, que obligan a los solicitantes a esperar fuera del territorio estadounidense también impactan en los migrantes cubanos en la frontera, quienes ahora tienen una doble y larga espera por delante: primero para poder solicitar el asilo y luego para conocer la respuesta de las autoridades de Estados Unidos.
Mientras, el compás de espera se hace interminable y angustioso, no solo por lo demorado del proceso –hasta seis meses para ver a un juez de inmigración en El Paso– y las condiciones precarias en las que la mayoría debe esperar, sino también por los peligros que enfrentan, en particular quienes buscan reencontrarse con sus familiares del otro lado, víctimas predilectas del crimen organizado.
“Aquí tengo mucho miedo –dijo a Los Angeles Times Lázaro Guzmán, uno de los migrantes cubanos que espera en México–. Escuchamos acerca de robos, asesinatos, asaltos, secuestros, especialmente para nosotros, que tenemos familia en los Estados Unidos”.
Sin embargo, el medio apunta que hasta ahora Trump apenas ha pagado un precio político por deportar a cubanos o impedir su acceso en la frontera.
Uno de sus aliados principales, el senador cubanoamericano Marco Rubio, dijo que las deportaciones eran “terribles”, pero aseguró que “con el volumen de migración en la frontera hoy los cubanos no pueden recibir un trato especial”.
Por su parte, Sebastián Arcos, director asociado del Instituto de Investigación de Cuba en la Universidad Internacional de Florida, consideró que “la reacción contra esta política de devolver a los cubanos a México y a la isla no ha alcanzado un nivel lo suficientemente significativo como para que pueda marcar una diferencia en las elecciones” presidenciales de 2020.
En su criterio, la mayoría de los cubanos que residen en Estados Unidos desde hace mucho tiempo –el llamado “exilio duro”– “todavía están contentos con las políticas del presidente Trump” contra el gobierno cubano, algo que contrasta con la visión de los emigados más recientes, más proclives al acercamiento bilateral.
La Florida es un estado clave en la porfía electoral del próximo año y Trump ha apostado por “cortejar a los conservadores cubano-americanos que se opusieron en gran medida al deshielo” impulsado por Obama, recuerda Los Angeles Times, en una contienda en la que los migrantes cubanos parecen ser víctimas colaterales o parte de una estrategia bien calculada.
Todo es por gusto, ni la olla va a explotar ni los cubanos van a dejar de salir porque los devuelvan a su país. Les harán el cuento de siempre que huyen de las persecuciones del comunismo para que lo dejen entrar y al año siguiente ya están viajando a Cuba para ver sus familiares y se olvidaron de que podían ser objeto de acoso. Van a continuar saliendo porque los paroles continuan congelados.
En tanto,el hipocrita de Marco Rubio hablando de que las deportaciones eran «terribles» para limpiarse ante los cubanoamericanos que no comparten ese método poco usual en tantos años de privilegio para esa comunidad. Para colmo de desmadres termina justificándose diciendo que «con el volumen de migración en la frontera hoy los cubanos no pueden recibir un trato especial». Mentira, en el fondo lo que comparte es la política sucia de Trump que como dijo Díaz Canel está dirigida a asfixiarnos: “Nos quieren cortar la luz el agua y hasta el aire para arrancarnos concesiones políticas”. EEUU quiere que cesemos nuestra colaboración pacífica y humanitaria conn Venezuela algo que no les incumbe.
Comentario de JR09, perfecto, Asi mismo es!!!