Más de cuarenta compañías y asociaciones de viajes estadounidenses pidieron al presidente Donald Trump aumentar los viajes a Cuba, en lugar de revertirlos. La petición, suscrita por organizaciones como la Sociedad Americana de Agentes de Viajes y la Asociación de Turoperadores de Estados Unidos, busca influir en la revisión de la política hacia la Isla que realiza la actual administración.
En una carta coordinada por Cuba Educational Travel, los firmantes reconocieron que el aumento de los visitantes norteamericanos a la Isla ha tenido “un impacto significativo” en sus negocios y la economía en general, no solo por el incremento de sus ingresos sino también porque ha posibilitado “contratar a más empleados estadounidenses”.
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Añaden que este hecho “ha permitido a los funcionarios estadounidenses dedicar más tiempo a las amenazas reales de seguridad nacional, como el crimen organizado y el terrorismo, y no gastar recursos en investigar a los estadounidenses que simplemente desean ejercer su derecho a visitar a nuestra isla vecina.”
Las empresas y asociaciones de viaje señalan a Trump que los acuerdos de aviación entre ambos países han reducido el precio del pasaje a Cuba desde Estados Unidos y han ofrecido más rutas de viaje. En su opinión, esto hace “que viajar a Cuba sea más ordenado, cómodo y seguro, (…) ha aumentado considerablemente la probabilidad de que los viajeros estadounidenses visiten la Isla” y “ha hecho más fácil que los cubanoamericanos visiten a sus seres queridos”.
La carta resalta el apoyo económico que los viajeros estadounidenses a Cuba han proporcionado a los empresarios y comunidades en la Isla. De acuerdo con su texto, los visitantes “contribuyen en gran medida al crecimiento del sector privado cubano”, crean “vínculos importantes” entre las comunidades religiosas, y “apoyan a organizaciones comunitarias independientes y programas culturales”.
Los firmantes consideran a los viajeros los mejores embajadores de su país, quienes “desarrollan relaciones significativas con los cubanos en todos los niveles de la sociedad y promueven la cultura y los intereses económicos de Estados Unidos, preservando las oportunidades de negocios para las compañías estadounidenses que actualmente están perdiendo frente a competidores de otros países”.
Por eso alientan a su gobierno a tomar nota de los “amplios beneficios” del aumento de los viajes a Cuba y a “priorizar el crecimiento económico y la creación de empleo” en la revisión de la política de los Estados Unidos hacia la Isla.
Más voces a favor
Collin Laverty, presidente de Cuba Educational Travel, asegura que hoy la demanda de viajes a Cuba “se ha disparado” y que “las interacciones entre estadounidenses y cubanos no podrían ser más ricas”. Recientemente una encuesta encomendada por su empresa a la compañía Public Opinion Strategies reveló que el 86 por ciento de los viajeros de Estados Unidos a Cuba cree que sus visitas benefician a los ciudadanos cubanos.
Mientras, Zane Kerby, de la Sociedad Americana de Agentes de Viajes (ASTA) comenta que una reciente investigación muestra que los estadounidenses apoyan el levantamiento de la prohibición de viajar a Cuba por un margen de 3 a 1. “ASTA y sus más de 9 mil miembros han creído durante mucho tiempo que los ciudadanos estadounidenses merecen la libertad de viajar por todo el mundo sin restricciones de su propio gobierno”, dijo. Por esto, su organización solicita a Trump “no solo mantener las regulaciones actuales, sino levantar la prohibición estatutaria de viajar a Cuba”.
Por su parte, James Williams, presidente de la coalición Engage Cuba, confirma que “la afluencia de estadounidenses que viajan a Cuba no solo ha creado empleos en los sectores de turismo y viajes de Estados Unidos, sino que también ha fortalecido significativamente el creciente sector privado cubano”.
Williams espera que en la decisión final del presidente Trump pese más “la opinión de una industria que apoya 7,6 millones de empleos en Estados Unidos, la gran mayoría del público estadounidense y el pueblo cubano, que la de unos cuantos políticos en Washington”.
En abril pasado, reportó The New York Times, ocurrió en la Casa Blanca un debate “silencioso” y “bajo la superficie” sobre Cuba; donde agencias gubernamentales y legisladores estuvieron debatiendo en dos direcciones: continuar o revertir el camino comenzado por Obama con la Isla. De acuerdo con el diario neoyorquino un grupo de legisladores –el senador Marco Rubio incluido– han instado a la Casa Blanca a retroceder en el proceso de normalización. A contramano, una numerosa coalición pro-engagement compuesta por legisladores de ambos partidos, negociantes y jóvenes cubanoamericanos, está llamando a la presidencia a seguir construyendo sobre lo heredado.
Desde la flexibilización de los viajes y las restricciones comerciales entre Cuba y Estados Unidos, decenas de empresas vinculadas al turismo han comenzado a operar en la Isla. La cadena hotelera Starwood, varias compañías áreas y de cruceros como Norwegian Cruise Line, y agencias y plataformas de viajes como TripAdvisor, Airbnb y recientemente Expedia, se cuentan entre las que ofrecen sus servicios.
Los estadounidenses no pueden visitar la Isla legalmente como turistas, pero sí pueden hacerlo bajo 12 categorías autorizadas, entre ellas el intercambio persona-a-persona y los viajes de naturaleza cultural, científica, académica y deportiva. Como resultado, la demanda de visitar Cuba se ha multiplicado en los últimos dos años, haciendo de Estados Unidos uno de los principales emisores de visitantes a la Isla.
En 2016 viajaron a Cuba más de 284 mil estadounidenses, los que unidos a los cubanos residentes en los Estados Unidos sumó un total superior a los 614 mil. Los números del primer trimestre de 2017 muestran la continuidad del crecimiento.
Con su carta al presidente Trump, las empresas y organizaciones de viaje se unen a las voces que dentro de Estados Unidos piden mantener y aumentar las relaciones con Cuba. En los últimos meses, grupos de congresistas, empresarios, agricultores y militares retirados estadounidenses se han pronunciado por el estrechamiento de los vínculos bilaterales mientras el gobierno insiste en que su política hacia la Isla se encuentra bajo revisión.