I. Melania
Durante los últimos meses las redes sociales y varios medios de prensa han resucitado un grupo de fotos con desnudos de la futura primera dama de los Estados Unidos, Melania Trump. Las imágenes corresponden, fundamentalmente, a un trabajo que publicó la revista británica GQ en enero de 2000, época en que Melania Trump –aún Melania Knauss– desarrollaba su carrera como modelo.
Un grupo significativo de militantes anti-trumpistas, de sistemáticos acusadores de la misoginia del magnate neoyorquino, han declarado símbolo de vergüenza esas fotos y la desnudez pública de Melania. Para asegurarse de que así sea, la han colocado junto a argumentos anti-Trump como el del escándalo de las vergonzosas –esas sí– declaraciones sexistas realizadas en 2005 por Donald y publicadas un mes antes de las elecciones estadounidenses por el Washington Post.
El gesto es lamentable. No porque trastoque y manipule deliberadamente los tiempos, sino porque nuevamente trae al primer plano el papel de reparto destinado a la mujer –en este caso el de primera dama– mientras lleva a segundo el de su derecho a realizar cualquier actividad laboral –en este caso modelo, un ejercicio profesional como cualquier otro– y ser valorada en igualdad de condiciones por ello. Y lo que es aún peor, vuelve a convertir en vandalismo la desnudez femenina, ese estado natural que tanta violencia, abusos y muerte les ha costado ya.
Quienes han participado de esta triste maniobra de nuevo llevan al campo de batalla el cuerpo de la mujer. Y con él, el de todas las mujeres. Lo usan como arma y proyectil para lanzar lodo misógino contra la misoginia que dicen combatir. Olvidan que enfrentarte al dragón no te hace héroe, menos si en el camino vas soltando torpes bocanadas del mismo fuego.
Satanizar el cuerpo desnudo de Melania no solo banaliza la lucha contra mucho de lo que Trump representa. Usarlo contra el magnate fortalece el mensaje de que para llegar al Hombre poco importa sacrificar el nombre o el cuerpo de una mujer. Se puede ser, aunque lo escondan las encuestas y el timeline de las propias redes, pequeñas pero igualmente lamentables versiones de Donald Trump.
Me pregunto cuántos de los que hoy andan ridiculizando a Melania, de los que han hecho de su cuerpo desnudo una granada anti-Trump habrían satanizado al potencial “primer caballero” Bill Clinton. Me atrevo a asegurar que los habría, pero pocos, muy pocos. Y en todo caso lo habrían hecho en clave de humor y no en tono de escándalo. Al final la desnudez pública de Melania es intolerable. La correcta corbata de Clinton sodomizando a la becaria, orden natural. Pequeños trumpismos, sin torres, prensa o incorrección política que nos permitimos cada día.
II. Muros
En virtud del decreto 217 / 97 del Consejo de Ministros miles de cubanos provenientes de las provincias centrales y –sobre todo– orientales de Cuba poseen en La Habana estatus de ilegales y el estigma social de palestinos. Son patrullados, acosados, no existen oficialmente para el sistema educativo o las instituciones laborales. Cualquier mañana de martes pueden ser detenidos. Cualquiera de viernes, enviados de vuelta a su provincia de origen. Y dirá un habanero, autoridad estatal tal vez, “de vuelta a su país”.
Ciertos muros son hechos de hormigón. Otros, a base de decretos. De discriminación.
III. Discurso de odio
Hay especies en la naturaleza sin grandes cualidades evolutivas excepto una impresionante capacidad de reproducirse. Igual funciona el odio. Su propagación no exige demasiados requisitos. Le bastan una cuota de fracaso individual o grupal y un enemigo al que culpar. Pueden ser los homosexuales por romper el orden tradicional de la familia y el amor. Los negros por haberse sentado en la parte delantera del ómnibus, como leí hace algunos días “por el delito de portación de piel”. La globalización por conspirar contra el primitivismo tribal. Los musulmanes y su tendencia a explotar. Los comunistas por el rojo. Los capitalistas por el verde. Los centristas por creer en el azul. La prioridad no es a quién o por qué, sino simplemente odiar.
He leído a foristas antes y después del 8N a quienes solo les falta poco más que el tono hepático en la piel y un peluquín sobre la frente para escribir durante debates en las redes: “Yo podría salir disparando a las personas en la Quinta Avenida y aun así no perdería ni un solo Like aquí”. Foristas de izquierda. Foristas de derecha. No importa. El odio es ambidextro. El odio, sectario, tribal se ha convertido en una especie de estrella pop que cada vez más fanáticos parecen disfrutar.
Hace algunas semanas me disculpé en un muro de Facebook por una inferencia equivocada que me motivó la foto que encabeza este texto. Ante el reconocimiento público de mi error recibí de inmediato un par de felicitaciones de foristas que, dijeron, premiaban mi hidalguía. El premio, en realidad, era al anacronismo en que se ha convertido pedir disculpas y hacerlo en público. La disculpa es un acto insólito por estos días. Los discursos de odio, la discriminación, la burla, la falta de respeto a la diferencia, el día mismo.
Pequeñas arrogancias que se parecen a Trump. Que Trump supo leer, que el personaje que Trump montó, supo explotar. Lo recordaba hace unos días Meryl Streep durante la ceremonia de entrega de los Globos de Oro cuando aseguró: que “hubo una actuación este año que me impactó, metió sus ganchos en mi corazón. No porque fuera buena, no tenía nada de buena, pero era efectiva y hacía su trabajo. Hacía reír a su audiencia y enseñar sus dientes”. O cuando más adelanté expresó: “la falta de respeto invita a la falta de respeto. La violencia incita a más violencia. Cuando los poderosos usan su posición para abusar de otros, todos perdemos”. Cuando le servimos nuestras guerras a los poderosos para que las usen todos perdemos.
Donald no es más fundador de sus odios que usufructuario de los nuestros. Su impacto será menor en la medida en que no pueda leer del diccionario con que lo (an)alfabetizan los trumpismos nuestros de cada día.
me gustó mucho este artículo. sencillamente, lo que califica todos esos actos, es HIPOCRESÍA, DOBLE MORAL.
Ciertamente el odio ciego no conduce a nada bueno, mira ahora despues de tantas concesiones que Obama hizo a Cuba (sin casi nada a cambio), resulta que el ejercito cubano bocifera odiosamente que le quiere llenar de plomo la cabeza a Obama. Bien feo no? Pero respecto a Melania, que al parecer te gustan mucho sus fotografias, no es cuestion de odio en todos los casos, los americanos siempre han sido muy conservadores para escoger a sus presidentes, buscan integridad, religiosidad, y moral en su familia, etc..(lo de clinton fue ya elegido). Y ciertamente es raro que se escoja a un presidente que tenga una esposa que se ha desnudado públicamente, pero mas alla de eso, lo preocupante en muchas personas como yo, no es la cuestion moral de mostrarse, me pregunto si esta señora tendra algo que aportarle a los EUA. Su unico discurso, como ya es sabido, muy frio y falso se lo copio a Michelle Obama, una mujer que hizo toda una labor encomiable en muchas cosas, lucho por el cambio de dieta en las escuelas, apoyó y creó campañas en contra de la obesidad infantil, y un larguísimo etc… No creo que Melania le preocupe algo mas allá de sus uñas y su dieta. No es cuestión de odio, pero es la opinión de muchos, que Trump como presidente será un desastre para la nación americana.
Hace muchos años escuché decir: LAS HORDAS SON MALAS VENGAN DE DONDE VENGAN.
Y casi 30 años después se me sigue siendo CREIBLE!!!!, lamentablemente.
Muy buena tu defensa a la mujer, II.MUROS!!!!!!.y eso NADIE LO VE???
Respecto a Michelle y Obama, opino que dejan la PARADA MUY ALTA.
Hummm ………. Interesante articulo Amílcar. Creo que es tu mejor escrito. Tu acierto es poner como tema central la Hipocresía y la Doble Moral. De eso es de lo que se trata, no solo en EEUU si no en todo el mundo. Si tu perdón fue sincero y no fue de esas “harakriticas” mecánicas a que nos tienen acostumbrados, ademas de hidalga, contiene lo que se necesita en estos momentos; Valentía Moral. El articulo tiene muchas ramificaciones, tiene que ver también con la honestidad, la imparcialidad y la objetividad en el análisis de las cosas por arriba de todo. Trump va a ser el conejillo de India de esta Prueba. Les garantizo que los próximos 4 años no van a ser nada aburridos.
No es solamente la hipocresía de la “doble cara”, valga decir también que toda moneda tiene dos caras y hay que mirar también “la otra cara” de la moneda.
Ghandi creo que expresó: “Ojo por ojo y la humanidad quedará ciega”….muy interesante el artículo