Y usted…, ¿qué cree del discurso de Obama?

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Jim McGovern, legislador demócrata de Massachusetts

Un gran discurso por sus signos del fin de la política de Guerra Fría que ha sido equivocada y lamentable. Le otorgo un gran crédito al Presidente Obama y al Presidente Castro por juntos hacer avanzar a ambos países.

 

 

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Rigoberto López, Director de Cine cubano, Fundador y presidente de la Muestra Itinerante de Cine del Caribe.

Hemos asistido a un momento histórico, a un punto de inflexión en las relaciones entre EE. UU. y Cuba. Creo que el discurso fue matizado por una actitud constructiva. Reconoció en su discurso que el destino de Cuba depende de los cubanos, eso me parece absolutamente esencial. El reconocimiento de que indudablemente hay diferencias, pero enfatizó en asuntos esenciales, con un pensamiento muy articulado, creo que fue sincero, honesto desde su proyección y dijo lo que quería y debía decir. Creo que debe irse con el entendimiento de que dijo lo que quiso y nosotros lo pudimos escuchar con absoluto respeto. Creo que los aplausos hicieron ver esos momentos donde nosotros reconocíamos zonas de verdad.

3Omar Franco, actor y humorista cubano

Para mí el discurso ha sido muy bueno. Yo creo que Obama ha marcado la diferencia en la relación con EE. UU. Su visión es más contemporánea con la mía, somos jóvenes, no está atado al pasado. Creo que sí, que tenemos que renovar y mantener esta relación. Poco a poco, va a costar trabajo, pero creo que es mucho mejor para todos los cubanos que las relaciones se mantengan bien.

4Jesús Arboleya, intectual cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU.

Creo que el discurso caracteriza a Obama, un hombre inteligente, articulado, que sabe expresarse y movilizar a la gente con sus palabras. Yo creo que es sincero, creo que Obama piensa de esa manera, no creo que esté tratando de engañar a todo el mundo. Lo que pasa es que un recuento de su política indica que las cosas que él ha planteado son solo aspiraciones, que ni él mismo ha podido concretar muchas veces en la práctica dentro de la realidad política norteamericana, porque esa realidad es otra. No obstante es bueno que un presidente de los EE. UU. piense así y venga a Cuba, y lo diga. Por eso yo opino que Obama es un presidente excepcional en la historia de EE. UU. y pasará probablemente como uno de los mejores presidentes de la historia de ese país.

Nora Kratz, estudiante norteamericana que estudia Medicina en Cuba

Creo que ha sido un discurso maravilloso, estoy muy feliz de que haya venido a unir a ambos países.

5Carlos Acosta, Primer bailarín cubano que ha actuado en las Compañías más importantes del mundo

Creo que ha sido un discurso lleno de esperanza. Ha sido muy emotivo para mí. Me hubiese encantado que mis padres, que murieron hace pocos años hubiesen visto que esto ha sido posible. Tenemos una historia cultural entre ambos países muy grande, creo que ahora la colaboración será mayor… el futuro es grande.

 

 

 

 

DrC. Carlos Fernández-Aballí Altamirano, Director de Estrategias, Cuba Estrategias Inc.

Para los que estamos a acostumbrados a oír discursos políticos extremos, el discurso de Obama a los cubanos puede haber parecido monocromático, poco emocionante. En mi opinión es un discurso muy acertado por tres razones: 1) Resalta la importancia —para la estabilidad y el bienestar de la región— de eliminar el conflicto Cuba-USA. 2) Muestra a EE. UU. como lo que es: una nación plural con un gobierno plural y cambiante, lo que ayuda a desmitificar la idea de un imperio hegemónico, hambriento e inamovible, que muchos en Cuba esgrimen para detener el progreso. En otras palabras, muestra los espacios hacia los cuales se puede dirigir la Cuba institucional y popular para estrechar vínculos constructivos entre los dos países. 3) Habla para todos los cubanos, los de todas partes, señalando unas de las claves para el desarrollo de nuestra nación, que es el espacio que tiene dentro de los mismos Estados Unidos la nación cubana, a través de los canales informales. Lo bonito es que lo hace desde el símbolo de Nelson Mandela y la palabra reconciliación. Obama habla hacia el fututo y con toda razón se dirige a los jóvenes porque sobre notros recae la responsabilidad de heredar lo que fue y construir lo que será. El mundo cambió, EE.UU. tiene un Presidente negro y la iglesia católica un Papa latinoamericano, quizás el próximo presidente de los Estados Unidos sea una mujer o un Socialista. ¿Y Cuba, que pasó en Cuba? Ahora sin la presión del conflicto, nos queda trabajar y evolucionar para que este nunca regrese. Agradezco la pauta del Norte, el nuevo reto de construir una nación próspera, sostenible y plural.

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Raúl Torres, cantautor cubano

Lo que me llevo de este discurso son las buenas intenciones de Obama, aunque no fue su discurso más acertado. Creo que tocó puntos importantes como dejarle al pueblo de Cuba su determinación, tocó el tema de los médicos cubanos, de la educación, que son cosas muy sabidas, pero no le escuché decir que son logros de nuestra Revolución y me hubiera gustado oírselo a él.

 

Julio César Guanche, investigador social y ensayista

El discurso de Obama es buena oratoria, pero me interesa ahora aludir a otra de sus dimensiones. Es el discurso de un político entrenado en hacer política frente a críticos,  adversarios, enemigos y diferentes. Este sustrato es el lenguaje común de la política desde que esta se procesa a través del sufragio universal.

Ese lenguaje da cabida a mentiras simpáticas y a verdades como templos. En cada caso, es imprescindible. Los amantes de la verdad saben que la única forma de evitar la mentira es abolir la política. Por eso, combaten la mentira, no la política.

Obama dijo verdades. Los derechos son universales, la democracia es el mejor recurso disponible,  los derechos de salud y educación son básicos, el racismo y la desigualdad deben  ser combatidos, necesitamos de libertad individual y de libertad económica.

Son a su vez medias verdades. En los propios Estados Unidos los derechos se reconocen según una matriz que privilegia unos sobre otros, el individualismo produce atomizaciones que rompen lazos sociales y comunitarios; el libre mercado genera tanta eficiencia económica como asimetrías políticas y desigualdades sociales; y la vida política se oligarquiza a pesar del pluralismo social y del multipartidismo.

Contiene a su vez mentiras. Obama olvidó mencionar Guantánamo y la mantención de programas estatales de subversión al tiempo que hablaba de la soberanía de los cubanos sobre su tierra y su futuro. Presentó una visión consensualista de la comunidad cubana en el exterior unificada en el deseo del bien por su nación, cuando contiene también mucha conflictividad hacia su interior.

Son a su vez interpretaciones. La idea de Martí sobre la libertad como “posibilidad de pensar y hablar sin hipocresía” se refería a la libertad de expresión, pero a bastante más que ello. Martí incluía la democratización de la propiedad, el comercio internacional justo y la justicia social y, por todo ello, era crítico de varios rasgos capitalistas que hoy se han multiplicado hasta el infinito en el país que Obama preside.

Ahora bien, con sus verdades, medias verdades, mentiras e interpretaciones, el discurso de Obama “sirvió”. Y sirvió mucho.

Por primera vez en más de medio siglo los Estados Unidos y Cuba se sitúan en el mismo plano: en el de la política en la que caben las verdades, las mentiras y las interpretaciones. El enfoque de la rosa blanca, ese otro nombre de la política, es infinitamente mejor que el plano del amigo-enemigo en el que solo cabe la adhesión o el exterminio.

El discurso sirvió porque mostró esfuerzo por entender y respetar a Cuba, vocación de cambiar la brutalidad de la beligerancia por la complejidad de la convivencia, conexión con la Cuba “cotidiana”, reconoció los valores del nacionalismo independentista cubano, la necesidad de acabar con el bloqueo/embargo; la deseabilidad de una Cuba construida con el aporte de cubanos de dentro y de fuera, la obligación de reconocer a los cubanos como los únicos responsables de su futuro.

Hay mucho aquí de novedad, e incluso de novedad radical. Ningún discurso de un presidente estadunidense sobre Cuba, desde F. D. Rooselvelt en los 1930, había llegado hasta aquí.

Obama habló de sus esperanzas para Cuba. Yo tengo las mías. Mi esperanza es ver más y  mejor política de Cuba hacia los cubanos: más espacio político y social para sus respectivas verdades, mentiras e interpretaciones sobre cómo democratizar la sociedad, combatiendo el racismo, y las desigualdades; sobre cómo democratizar la política, ejerciendo y codecidiendo desde la diversidad y la pluralidad; y sobre cómo democratizar la economía, diversificando sus actores, “dándole vida” a mucha más gente y poniendo como prioridad la justicia social.

Nadie debería estar a salvo de las verdades, las mentiras, las medias verdades y las interpretaciones. Ese estar “a salvo” tiene solo dos rostros: la exclusión de la política,  que conduce a la impotencia de quien la sufre; o el control de la política, que conduce a la impunidad de quien la goza. La verdad no es la única opción de la política, pero luchar por más y mejor política es una opción de verdad.

Yaima Pardo, realizadora audiovisual

Me emocionó mucho, terminé llorando. Yo le creí, nunca me emociono con los discursos políticos y este fue muy especial para mí. Es lo que me gustaría escuchar de un político de nuestro país y le creo porque no se queda solo en el discurso ha dado pasos para lograr la normalización que lo demuestran por lo claro y si es una estrategia está muy bien montada, no logro verle las costuras.

Un discurso respetuoso, constructivo, emotivo. Siento agolpados en mi pecho muchas emociones, ideas, anhelos y la seguridad de que queda mucho por hacer. Tenemos que trabajar más que nunca para mantener lo que hemos logrado y para conquistar nuevos espacios de desarrollo individual, abrir mentes y remover monstruos dormidos de intolerancia. Confieso que me hizo llorar, porque sentí que Obama entendía con cada palabra el dolor de mi país. Ya terminó la guerra fría, el enemigo está aquí a dentro.

Enrique Torres Zamora, periodista radial en Villa Clara

Ante el discurso de Obama —que sí es mucho más importante e influyente que los discursos de los papas anteriores, o el de Carter hace más de una década, aunque no tan relevante como el mismo Obama cree— caben un par reacciones oficiales: a) no hacer nada y sepultar lo que se dijo con el paso de los días; b) ponerle el freno a los cambios y que aumenten los miedos y las fobias, la reacción alérgica a todo lo que huela a jóvenes generaciones intentando promover cualquier cambio.

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Reverendo Raúl Suárez, pastor bautista

Creo que ha sido un discurso bien preparado, él ha marcado algo que para nosotros no se puede dividir… el pueblo por una parte, la juventud por una parte y el proyecto nuestro revolucionario por otro. Para nosotros es lo contrario, es lograr cada vez más la unidad, con mucha democracia, de partido y pueblo; de gobierno y pueblo, de Estado y pueblo, de Iglesia y pueblo; de eso es lo que se trata para nosotros.

 

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Joel Ortega Dopico, Presidente del Consejo de Iglesias de Cuba

Es un día histórico porque ha sido un trabajo de muchos años para llegar aquí, de encuentros y desencuentros. Creo que lo más importante de este día es que no solo tiene una importancia para Cuba sino para el hemisferio y el mundo. Se ha reconocido la necesidad de Cuba como parte del futuro de nuestra humanidad, que los pequeños son también parte de ese futuro, no solo las grandes potencias. Que el presidente de los EE.UU., la potencia más grande, llegue hasta aquí dice mucho. Si hay esperanza para Cuba hay esperanza para el mundo.

Arturo López-Levy, politólogo y docente universitario en Estados Unidos

Se trató de un discurso bien calibrado a partir de tres temas fundamentales: 1) Respeto por la soberanía y rechazo implícito a las políticas imperiales estadounidenses del pasado, sin mencionar temas álgidos como la base de Guantánamo 2) exposición abierta, respetuosa hacia el presidente Raúl Castro y con normalidad sobre los valores del sistema político norteamericano que coinciden con los derechos humanos universales, con implícito llamado a que Cuba mueva fichas en ese campo. 3) Identificación de intereses en que los que Cuba y EE.UU. pueden avanzar una agenda común. Hábiles referencias a José Martí, cuyo pensamiento tiene carácter de credo nacional. Obama conecto muy bien los temas de desarrollo, paz, reconciliación y expansión de libertades. Un área donde el presidente Obama fue un verdadero ganador con este discurso es la reconciliación nacional. Allí el gobierno cubano ha perdido buenas oportunidades de montar una narrativa propia, nacionalista, pero ha dejado que el tema de la intransigencia de partido sabotee una proyección sensible a demandas que son mayoritarias en la población. Temas como una normalización de las oportunidades de abrir pequeños y medianos negocios por los emigrados, del retorno irrestricto de aquellos que no son enemigos del país, han sido pospuestos o hasta maltratados por el silencio oficial y las declaraciones hostiles de ministros e ideólogos.

9Doctor Orlando Gutiérrez, miembro de la plataforma interreligiosa cubana y represento a la Asociación Abakuá de Cuba

Creo que fue un discurso respetuoso en ambos sentidos. Creo que manifestó su forma de pensar, pero considero que hay que tener en cuenta por qué llegamos hasta aquí a tener este contacto con el presidente de los EE.UU. Llegamos hasta aquí primero por la cultura de resistencia de nuestro pueblo, el cubano, con su sangre española y africana, esta resistencia ha sido una de las causas. Otra ha sido la solidaridad del pueblo norteamericano y la lucha de los pueblos latinoamericanos. Mientras estuvimos aislados llegó un momento en que quien estuvo aislado eran los EEUU. Creo que debemos estudiar bien el discurso, pero no caben dudas de q los cambios los comenzamos hace muchos años y los cambios q tengamos q hacer los vamos a hacer partiendo de lo que creemos los cubanos, nadie tiene q venir a decirnos lo que tenemos que hacer, lo que nosotros escuchamos con respeto.

Aylinn Torres Santana, investigadora social y docente universitaria

En la mañana de hoy, el Presidente estadounidense Barack Obama compartió su mensaje al pueblo de Cuba en el Gran Teatro de la Habana. El suceso —el más esperado de su agenda— ya pasó, es noticia; ahora nos queda digerir, repensar y releer el discurso en conexión con la Cuba que estaba, también, fuera del Gran Teatro y que seguirá ahí después de que se termine su estancia en la Isla.

La relevancia del discurso de Obama está menos en su novedad que en los recursos a los que apeló; ahora le habló al pueblo en todo lo que le fue posible. Evocó reiteradas veces a Martí, habló de Celia Cruz y hasta de Pitbull. Así el Presidente invocó la historia, la memoria y el presente. Le habló a los jóvenes y a los que ya no lo son; incluso dio argumentos dirigidos a quienes han participado por décadas del insalvable diferendo: su lucha no fue falsa, era legítima, pero ya no lo es: “cultivo una rosa blanca”. Finalmente, no podemos estar prisioneros de la historia y tenemos todos que construir nuevos caminos.

El Presidente hizo énfasis en una idea que recorre Cuba en sus calles, sus agros, sus hospitales, sus escuelas, sus bares, sus universidades, sus campos: el país tiene que cambiar y está cambiando; además, el proceso necesita del concurso de todos, el gobierno cubano debe habilitar esa posibilidad y el pueblo gestarla, con su auto-organización, con su empuje, con su “sí se puede”. Ahora, estando de acuerdo con esa parte del mensaje de Barack Obama, ¿por qué experimento distancias tan evidentes?

Con la misma intensidad de los acuerdos en torno a la convocatoria de participación y de democratización del espacio público cubano, me distancio de la “fe”, de la convicción del Presidente en el “sueño americano”. Quizás su familia transgredió las cárceles de la exclusión y de la desigualdad de raza y de clase, pero esa no es la suerte de millones de personas —dentro y fuera de los Estados Unidos; dentro y fuera de Latinoamérica; dentro y fuera de Cuba— para los cuales el sueño americano no es/no puede ser ni siquiera un horizonte. Además, estoy segura, ese sueño tampoco será realidad para los muchísimos cubanos que hoy hacen parte de importantes y crecientes exclusiones que se dejan ver en la Cuba que habilita un mercado que expulsa. Y es que —ahora le recuerdo yo al Presidente— para deshacer los tejidos de la desigualdad, se requiere de algo más que la igualdad formal, que el respecto inviolable a la propiedad privada y que la tolerancia a las diferencias; esas mismas diferencias que son deseables y legítimas siempre que no se estructuren sobre la dependencia de otros para vivir —ya sea el Estado, el patrón o el marido— y sobre la subordinación.

Con todo, quizás un camino fecundo sea el de —más que rumiar sobre el discurso de Barack Obama como texto en sí mismo—, discernir cómo completamos su mensaje. Cómo completar el incentivo a los emprendedores y al sector privado con aspiraciones y prácticas de justicia y de equidad; cómo completar la legítima y necesaria demanda de respeto a la propiedad privada con regulaciones redistributivas; cómo completar la aspiración de democracia política con la garantía material de la igualdad de condiciones para participar en los espacios públicos y para democratizar la vida privada; cómo completar el camino de la amistad con el gobierno de los Estados Unidos con el acompañamiento a Nuestra América y a los excluidos de Estados Unidos y de Cuba. Plantearnos este ejercicio supone construir colectivamente demandas al gobierno cubano, y repensar con agudeza nuestro lugar en ese proceso y los cursos deseables y posibles de la normalización. Conversemos con Obama, sí, y conversemos entre nosotros, que bien nos ha de venir en los tiempos que ya vivimos y los que se avecinan.

10Dr. Pedro Veliz Martínez, Presidente de la Sociedad cubana de medicina intensiva y emergencia

Obama habló de la colaboración médica cubana ante algunas catástrofes y eso es muy importante, pero colaboración es también que respeten al médico internacionalista cubano y no provoquen la deserción. Ellos promueven la emigración y eso lacera la formación de recursos humanos de nuestro pueblo. Gente valiosa que son estimulados continuamente con una campaña para que deserten. Podemos colaborar en muchos sentidos entre ambos países, pero sin paños tibios. Se puede colaborar en servicios médicos, en compartir tecnología y conocimientos, en poder vender medicamentos cubanos, productos biotecnológicos. Pero una colaboración donde no nos miren desde un punto de vista superior porque en este campo hemos demostrado nuestra valía.

11Lucía Agudelo, estudiante de Medicina en la Escuela Latinoamericana de Medicina, ELAM, 5to año, vive en San Francisco, California

La impresión de nosotros como estudiantes de medicina de la delegación de EE.UU. en Cuba, que somos muy solidarios con el pueblo que nos ha ofrecido tanto, encontramos un poco preocupante el tono general del discurso. Creemos que la normalización de las relaciones debe ocurrir pero de una forma digna y bilateral y creemos que hubo un tono un poco unilateral.  En la ELAM estudian actualmente 92 norteamericanos, se han graduado 133 en este programa, de ellos 33 ya están haciendo su especialidad en Estados Unidos. Algunos congresistas presentes hoy aquí, lucharon para lograr una licencia especial para que estudiáramos en Cuba y que al graduarnos tuviéramos que hacer los mismos exámenes que realizan los que estudian en EE.UU. Nuestro compromiso social es regresar a nuestras comunidades de origen y trabajar con las personas marginadas, que no tienen acceso: inmigrantes, afroamericanos, que habitualmente no tienen acceso a estos servicios.

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