Cartas de una madre contra la distancia

La octogenaria Olga Villegas escribió las cartas; el destinatario era Frank León, su hijo. Durante quince años, ella le escribió domingo tras domingo para sentirlo cerca, para entender y aliviar su lejanía. Olga estaba en Cuba; Frank, en Miami.

A su relación epistolar se asomó un día Juan Carlos Roque, periodista y realizador de la desaparecida Radio Nederland. Juan Carlos, como Olga y Frank, es cubano. Como ellos, conoce el peso de la separación.

Su libro Cartas de una madre es una obra que sacude, no con la fuerza de un golpe sino con la intensidad de un abrazo. De un abrazo, por demás, trunco.

Piel adentro: Juan Carlos Roque, atrapar los latidos del mundo

Roque descubrió su drama, según cuenta, “de manera fortuita, gracias a la radio”. Por ser un hombre de este medio, su primer abordaje de la historia fue a través un documental sonoro. Luego, en 2016, regresaría a ella en un audiovisual que ha merecido premios internacionales y se ha presentado en festivales de los Estados Unidos, México y el Reino Unido, entre otros países.

Ahora llega el libro.

La editorial española Círculo Rojo asumió la edición impresa y también la electrónica en formato Epub. Plataformas digitales como Amazon o el propio sitio del autor ya comercializan la obra.

La reseña promocional asegura que “ante una sola de las cartas escrita por Olga Villegas a su hijo Frank León (…), no existiría ronda de negociaciones entre Cuba y Estados. En un mundo perfecto habrían conjurado el conflicto”. La afirmación es contundente.

Juan Carlos Roque entrevista a Olga Villegas. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.
Juan Carlos Roque entrevista a Olga Villegas. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.

¿Cómo llegó a la historia de Olga Villegas y Frank León? ¿Qué lo impulsa a darla a conocer?

Fue en diciembre de 2003. Olga, que tenía entonces 81 años, me escribe una carta porque tras escuchar uno de mis programas en Radio Nederland, descubre que soy cubano. Todos los días se recibían cartas provenientes de Cuba, pero pocas veces de oyentes octogenarios. La llamé al teléfono que me había facilitado y realmente fue hermoso que reconociera mi voz tan pronto respondió a mi saludo.

Todo quedó entonces en la posibilidad de un encuentro futuro, pero al cabo de unos meses recibo un correo electrónico de su hijo en Miami que, después de googlearme, quiso saber quién era este loco que había hecho tan feliz a su madre en La Habana Vieja.

Intercambiando con él me entero de que su mamá le escribía una carta semanal en la que le contaba su vida diaria y supe inmediatamente que había una historia por descubrir.

Años después produzco el documental radiofónico Cartas de una madre y diez años más tarde hago un remake pero en formato audiovisual, que tiene como base el audio grabado para la radio. En él, Olga es representada por una actriz, pues ya había fallecido, y Frank se interpreta a sí mismo.

Frank León, destinatario de las cartas. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.
Frank León, destinatario de las cartas. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.

¿Por qué volver sobre esta historia en un libro, luego de acercamientos en otros lenguajes?

Tan emotivo fue para su hijo ver esta historia contada a manera de documental que decide confiarme parte de las cartas de su madre para que yo escribiera el libro como le había sugerido en los últimos años. Como realizador presentía que esta era una historia transmedia con la que podía demostrar que lo real maravilloso también puede ser contado en diferentes soportes, y no solo desde la ficción y lo lúdico, para el entretenimiento, que es la tendencia hoy en día con el avance tecnológico.

Este es un libro transmedia, porque se lee, se escucha y se ve. Desde un dispositivo móvil, el lector puede leer los códigos QR que lo llevan a escuchar las voces de Olga y su hijo Frank en el programa de radio o ver el documental cinematográfico. Mi tesis doctoral en curso se centra, precisamente en el aporte del documental sonoro a la radio del futuro pensada como transmedia.

¿Qué novedades, más allá de la diferencia lógica, hallará en este libro quien ya conozca la historia a través de sus relatos en radio y audiovisual?

A diferencia del documental radiofónico y la recreación audiovisual, que muestran una parte de la historia, el libro permite penetrar los entresijos de la cotidianeidad de Olga, conocer su manera de pensar y ver la realidad que la circunda. Cada carta es una crónica de la Cuba que ella vivió día tras día en La Habana Vieja.

Como señala en el prólogo Mariam Núñez, en sus cartas, Olga “lanza ideas, preguntas, respuestas y pensamientos aderezados con la dispersión habitual de la Cuba post Periodo Especial”. Ese fue mi propósito: adentrar a los lectores en la perspectiva de una ciudadana común, en cómo veía el mundo a partir del ultrasonido que hacía a través de los periódicos oficiales, de su día a día y las emisoras de radio de onda corta. Y en el trasfondo de las cartas, inferir su deseo latente de entender por qué su hijo no podía subirse a un avión e ir a verla.

Portada de Cartas de una madre. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.
Portada de Cartas de una madre. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.

¿Qué supuso para usted, en lo personal y lo profesional, acercarse a esta historia y contarla?

Reflejar la realidad también implica retos. El primero era contar la historia desde el set sonoro de cada personaje. De fondo a la voz de su hijo Frank no se escucha ni el aletear de una mosca, porque su mundo es así de silencioso. En el de Olga, a pesar de la soledad en la que vive, se percibe el latir de La Habana con sus luces y sombras sonoras.

Mi satisfacción profesional es haber convertido a la radio en el puente de unión entre madre e hijo, en una forma de acercamiento en medio de esa distancia corta y a la vez larga y lejana como resultado de los vericuetos de la política. Es intentar fusionar, aunque a veces sea difícil, un mundo y el otro, a través de sus voces, que viajan de La Habana a Miami y viceversa, y que dan vida a lo que reflejan las cartas, ella al escribirlas y él al leerlas. Es la posibilidad de saberse escuchado a pesar de la palabra muda, esa que viaja en la caligrafía de una madre que no quiere cortar el cordón umbilical que la une a su hijo.

En lo personal, siento la satisfacción de haber hecho un periodismo que suma y no que resta.

El tema de la emigración de los cubanos y la separación familiar que implica, ha sido abordado casi siempre desde el dolor y la nostalgia; incluso desde la rabia. En este libro, sin embargo, prima el amor por encima de la distancia y el tiempo. ¿Cuál fue su perspectiva como autor al abordar el drama de Olga y su hijo?

Creo que solo el amor puede curar el llanto a desgarro y aliviar el dolor que produce la separación de los unos y los otros. Como autor me aferro a la idea de que el ser humano puede reconstruir sueños aun desde el terreno más infértil, por muy oscuro que le parezca el túnel que conduce a revivir el pasado desde el presente.

Eso hizo Olga en sus cartas y por eso son valiosas, porque engendran al hombre desde la perspectiva de un mundo mejor, aunque a veces sin rumbo, descontrolado y a la vez maniatado a su antojo por quienes tienen el poder.

El amor no cree en fronteras ni en caprichos. Se alimenta de la esperanza por muy pobre que sea la cosecha. Olga sembró la semilla, la abonó y la vio crecer aun cuando el fruto lo recogiera a distancia.

Olga Villegas. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.
Olga Villegas. Foto cortesía de Juan Carlos Roque.

¿Cuán necesario cree que resulta contar la emigración cubana para el relato de lo que somos como país? ¿Cuánto cree que falta todavía por contar –no por informar o contabilizar en estadísticas–, en particular el de las últimas décadas? 

Como bien se sugiere en el libro, raras veces las relaciones de política fallida y continuas tensiones dialécticas entre Cuba y Estados Unidos se exponen desde el punto de vista de los verdaderos afectados. Y Olga con sus cartas nos acerca a lo que somos como país al relatar y retratar las consecuencias de los extremos.

El ejercicio a modo de relato desde la soledad de su apartamento es, sin duda, un aporte al estudio de las últimas décadas. Su visión es el resultado de la observación que hace de una etapa histórica marcada por las posiciones antagónicas entre dos países, en la que los dueños de la “verdad” de uno y otro lados no han sido capaces de entender que fragmentar a la familia por pensar de manera diferente es el caldo de cultivo para enrarecer los límites de lo humano y cobijar el odio. Como madre lo advierte en sus misivas a su hijo. Es su filosofía de vida la que le conduce a discernir lo correcto y lo erróneo, a reconocer las cosas buenas y malas de las dos orillas. A no perder el norte sin abandonar el sur.

¿En qué trabaja ahora Juan Carlos Roque? ¿Qué pueden esperar tras este libro sus lectores / oyentes / públicos?

En los libros he encontrado un soporte para acompañar las historias de vida que intuyo necesitan ser contadas, sobre todo aquellas que tienen como eje la migración. Desde hace años exploro y trabajo el tema.

Cuando trabajé en Cuba, en Radio Rebelde hice la versión sonora de los libros Los que se fueron y Los que se quedaron, de Luis Báez. Luego en Radio Nederland tuve la enorme satisfacción de hacer una nueva lectura veinte años después de los sucesos del Mariel en la serie Cuba, el éxodo del 80, que me llevó a La Habana, Lima y Miami a explorar las diferentes visiones de un acontecimiento que hizo mella para siempre en 125 mil cubanos.

Por otra parte, estoy marcado desde niño por la separación de las familias. Lo sentí en carne propia cuando con escasos 8 años vi partir a mi mejor amigo hacia Estados Unidos en medio de un llanto que no se me borra de la memoria. Precisamente, mi tercer libro Nunca me fui, que publicaré a finales de este año, explora todos estos pasajes de mi vida tanto en Cuba como como en el extranjero, desde que comparto mis experiencias entre La Habana y Hilversum, en Holanda.

Cartas de una madre – Editorial Círculo Rojo from Editorial Círculo Rojo on Vimeo.

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