De los planos al concreto: el primer edificio ecológico de La Habana deberá terminarse antes de que se acabe el mundo

La Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre festeja sus treinta años dando a conocer un emprendimiento arquitectónico pionero en Cuba

Foto: Otmaro Rodríguez

“Este será el primer edificio totalmente ecológico de La Habana, el cual va a tener en su cima, en su planta alta, donde incide la luz solar, una especie de jardín para absorber la mayor cantidad de calor posible”. 

No le falta entusiasmo a Alex Bello cuando explica el futuro. Delante tiene la pancarta que describe en imágenes computarizadas y a todo color lo que este estudiante de cuarto año de la Facultad de Geografía describe como “el primer edificio ecológico de la ciudad”. 

Por el momento, es un cascarón de tres plantas con el número 204 en la histórica arteria comercial de Obispo, que depende del turismo extranjero para espantar los números rojos. 

Paredes descarnadas, otras repelladas; ventanas ausentes; andamios para rehabilitar techos;   capas de polvo como epidermis de horcones de madera dura; pisos arenosos, con baldosas apiladas que esperan ser cimentadas. Todo no hace más que confirmar el estado de transición del proyecto, pero al menos, en términos geometafóricos, es ya tierra firme. 

¿Estamos ante un futuro cercano, lejano o a medio plazo? 

“Medio plazo, depende de las circunstancias en que se encuentra el país”, respondió Bello a OnCuba

“Cuando dieron el edificio a la Fundación estábamos en plena COVID-19. Entonces todo se detuvo y ahora es que está recomenzando, pero aunque está toda la mano de obra, faltan algunos materiales”, explicó el futuro geógrafo. 

Alex Bello durante la presentación. Foto: Otmaro Rodríguez.

Lo que será que todavía no es…

Cuando esté terminado, el edificio tendrá paneles solares, una suerte de jardín vertical en la fachada frontal, un sistema de captación de agua pluvial que será empleada para el sistema de aguas grises (los inodoros descargarán con agua de lluvia) y para regar las zonas con plantas, con especies xerófilas en el llamado “techo verde” del inmueble. 

Igualmente, se diseñó un sistema de ventanas para redistribuir la radiación que incide en una parte del inmueble, lo que permitirá áreas ventiladas con aire fresco y un consumo mínimo de aparatos de climatización. 

Además de una biblioteca que combinará fuentes impresas y digitales, con conexiones Wifi, en el lobby habrá una reproducción de la canoa empleada por Antonio Nuñez Jiménez en su expedición del Amazonas al Caribe (1987-1988), así como otros objetos personales del célebre científico y revolucionario cubano (1923-1998).   

La Capilla Sixtina de Isla de la Juventud 

Uno de los pisos estará dedicado, con el empleo de tecnología inmersiva, a vehicular el conocimiento en torno a la Cueva Número Uno, también identificada como de Los Indios, del Humo y de la Isla, que se halla en el extremo sur oriental de la Isla de la Juventud, a unos 60 kilómetros de Nueva Gerona, la capital del territorio sur insular. 

En la espelunca se observan 213 pictografías, que representan la casi tercera parte de las halladas en todo el país. 

Ese tesoro gráfico movió al polímata cubano Fernando Ortiz a llamarla, hace cien años, La Capilla Sextina del Arte Rupestre Caribeño, declarada Monumento Nacional desde 1979.

Según las comprobaciones hechas por el Dr. Núñez Jiménez en sus investigaciones llevadas a cabo desde 1967, Punta del Este sería un observatorio astronómico, capaz de permitir a la persona que se sitúa en el centro de la bóveda apreciar el movimiento aparente del Sol, desde el Solsticio de Verano hasta el Solsticio de Invierno. 

Un lounge para quitar el plug 

Otra de las novedades del edificio será su salón de relajación para todo aquel que desee desconectar por algunos minutos. La entrada será libre para eso y para todo lo demás. 

“Además del espacio de meditaciones, tendrá un espacio de coworking para todas las instituciones que quieran contribuir a modos de vida sostenibles. Por tanto, será un edificio para todos, para aliviarnos y animarnos a seguir hacia adelante”, dijo, por su parte, un eufórico Yociel Marrero, Director del Programa de Economía y Consumo Responsable de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ).  

El doctor Marrero también elogió el trabajo de artistas de la plástica que ambientarán las paredes del inmueble: Ibrahim Miranda, Rafael Miyares y Andrés Bazabe, quienes manejan sus visiones plásticas con una manifiesta vocación por el reciclado y la naturaleza.  

Congratulados 

En la tarde de celebraciones, el directivo anunció la entrega de la medalla de plata de la FANJ a tres personalidades que “tienen la misma alma de Núñez de construir, fundar y soñar sobre lo imposible.” 

Los homenajeados fueron la prima ballerina y directora del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés, el jefe del Cuerpo de Guardabosques de Cuba, coronel Manuel Lamas, y el actor, director, artista de la plástica  y activista medioambiental, Jorge Perugorría, único presente de los tres. 

“Mi experiencia con la Fundación ha sido maravillosa”, declaró a OnCuba el creador, quien ahora dirige el proyecto Isla Verde, en la Isla de la Juventud, que ya ha tutelado dos festivales internacionales de cine ambientalista con un programa colateral de acciones pedagógicas pronaturaleza en centros escolares pineros. 

Jorge Perugorría durante la entrega de premios. Foto: Otmaro Rodríguez

“Trabajando mano a mano con la Fundación, esta nos ha entregado toda la parte científica del festival. Eso le da credibilidad y peso al evento, en el que se mezclan la ciencia y el arte”, agregó. 

Perugorría, de 58 años, y Premio Nacional de Cine (2024), ha echado mano a todo el peso de su fama para promover compromisos y esfuerzos ambientales luego de descubrirse como un militante del ecologismo que intenta ser coherente desde lo personal. 

“De lo único que era consciente era de mi amor por la naturaleza; de pronto ha aparecido esa vocación de no solo amarla, sino también de hacer algo por conservarla”.

Pichy se roba el corazón de Núñez 

A manera de anécdota, la presidenta de la FANJ, la historiadora Liliana Núñez, después de entregar la medalla a Jorge Perugorría,  contó cómo su padre quedó fascinado “al conocer a Pichy en una de las tertulias que se hacían en la casa de García Márquez en La Habana”. 

Jorge Perugorria recibe la Medalla de Plata de la FANJ como reconocimiento a su labor ambientalista. Foto: Otmaro Rodríguez

“En una de esas noches, un Pichy muy joven hace el clic, engancha intelectualmente,  y mi papá regresó a la casa enamorado de él. A sus hijas eso nos dio un celo tremendo, porque dijimos que de nosotras nunca iba a hablar así”, narró entre risas y aseguró que aquella noche Núñez Jiménez vaticinó que el joven actor tendría una carrera brillante.

Isla Verde, el viaje a la luna de Jorge Perugorría

Graña, el fiel escudero  

En el recuento por las tres décadas de la FANJ no pasó por alto el nombre de Andrés Graña, de 89 años, y vicepresidente de la oenegé naturista. 

“Núñez me sacó a mí de la compañía telefónica y me llevó para la Academia de Ciencias en 1965, y partir de ahí fue una cosa del carajo!”, confesó a OnCuba este Doctor en Ciencias y espeleólogo que acompañó al gran geógrafo cubano en la Antártida, en la expedición del Amazonas al Caribe, dos veces en la isla de Pascua, y en los viajes por toda Cuba.

¡Qué más se puede pedir!”, añadió emocionado y agradecido a partes iguales. 

Graña, cuya función es estar al tanto de la coordinación del programa investigativo de la FANJ, opina que la institución marcha a la vanguardia de las organizaciones ambientales en la isla, razón por la cual deberían consultar siempre sus criterios antes de llevar a cabo sus iniciativas particulares.  

El doctor en Ciencias Ángel Graña, vicepresidente de la FANJ y amigo personal del capitán y geógrafo Antonio Núñez. Foto: Otmaro Rodríguez

Actores foráneos: Noruega 

Uno de los acompañantes extranjeros más leales que ha tenido la Fundación en todos estos años ha sido y es el Reino de Noruega. 

“Tenemos una larga trayectoria de colaboración con la FANJ. Estamos apoyando su trabajo para asegurar mares y playas limpios y hemos tenido proyectos juntos en estos campos desde 2016”, relató a OnCuba Beate Stiro, embajadora del país nórdico en La Habana. 

Beate Stiro, embajadora de Noruega en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

Uno de los programas más trascendentes que involucró los esfuerzos noruegos ha sido el Corredor Biológico del Caribe, donde Cuba, representada por la FANJ, participa junto a tres países antillanos: República Dominicana, Haití y Puerto Rico, en un marco cooperativo para la protección y reducción de la pérdida de la diversidad biológica en la región caribeña y el neotrópico americano.

“En la embajada estamos muy impresionados con el trabajo que ha hecho la Fundación y con los resultados que ha obtenido durante estos treinta años de existencia”, aseguró Stiro, destacando la campaña No la dejes caer, en la que la entidad cubana “hizo un trabajo maravilloso en movilizar participantes en la limpieza de los entornos costeros”.

“Independientemente de que sigamos dando un apoyo de financiamiento, la Fundación va a poder continuar con su importante trabajo. Para mí es difícil prometer algo en el futuro, pero lo que sí puedo decir es que para la embajada la Fundación es un socio importante y vamos a seguir colaborando con ella de una manera u otra”, garantizó la diplomática escandinava. 

“Isla Verde”: un iceberg en el fogoso Caribe

Palos de lluvia dan la bienvenida

Un ambiente selvático y un penetrante aroma vegetal recibieron a los invitados a la fiesta por los 30 años de la FANJ. 

De corre corre, el doctor Marrero se puso en contacto con otro viejo amigo: Andrés Levin. Su misión era recrear atmósferas musicales que evocaran un contexto natural, mientras las personas se adentraban en un lobby tapizado de hojas y lianas a la manera de sotobosque.  

“Quise hacer con batás y música experimental mía varios ambientes en los que sonaban las cuerdas; luego los batás, la trompeta y después todo junto”, contó el productor discográfico, director de banda, cineasta, ingeniero de grabación y filántropo estadounidense nacido en Caracas en 1968.

Después de varias nominaciones, Levin ganó un premio Grammy en 2009 por la producción del álbum In the Heights

Andrés Levin. Foto: Otmaro Rodríguez

De espíritu trashumante, actualmente vive en el barrio habanero de Cayo Hueso, donde comanda Tribe Caribe, una plataforma de concertación artística fundada y dirigida por el artista.

“A la entrada hicimos una performance improvisada, porque fue a última hora, con los palos de lluvia y los tambores de la Fundación para crear un poco de ambiente para esta jornada”. 

Una de las danzantes de Tribe Caribe ambientó la velada con el palo de agua. Foto: Otmaro Rodríguez

Un palo de lluvia o palo de agua es un tubo largo con huecos relleno de semillas, en cuyo interior se clavan palitos de bambú o de madera, formando una helicoide que se extiende a todo lo largo de la pieza tubular. 

Levin y sus percusionistas amenizaron la tarde y, para el final, se dejó escuchar un loop con uno de los temas de su disco más reciente, Regreso a Gondwana (2024)

Se trata de una pieza dedicada a la recién fallecida etnóloga y escritora cubana Natalia Bolívar (1934-2023) en la que la también pintora se escucha narrando un patakí, “que es una especie de suite sobre el amor a la tierra.”

“Espero que la conciencia ambientalista pueda usar a Cuba como un ejemplo exploratorio de lo que se puede hacer si arrancamos de cero. La gente joven está muy entusiasmada con la idea y organizaciones como la FANJ obviamente se enfocan mucho en transmitir ese mensaje”, opinó el artista. 

Una visión desde el Plan Maestro 

“Para nosotros es realmente estratégico que se localice en el centro histórico esta especie de extensión de la FANJ”, estima la arquitecta Patricia Rodríguez, desde hace muchos años al frente del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC). 

En diálogo con OnCuba, la funcionaria citó un par de motivos que validan su apreciación: el primero, porque será el edificio autosustentable pionero, que es una nueva conceptualización que la OHC está incluyendo en la actualización de las regulaciones urbanísticas; y el segundo, que ambas instituciones, la FANJ y la OHC, comparten principios humanitarios y sociales “me atrevería a decir, una especie de neo renacentismo” por lo que es muy importante que las dos estén radicadas en el centro histórico de la urbe. 

La arquitecta Patricia Rodríguez está al frente del Plan Maestro. Foto: Otmaro Rodríguez

“Son experiencias que necesitamos generalizar. Ese elemento de ser un laboratorio y de hacer un pilotaje y generalizarlo es un modus operandi que la oficina ha usado históricamente. En este caso, el proyecto promoverá una cultura ambiental y colaborará con todo un nuevo pensamiento ecosistémico sobre la ciudad que promovemos desde el Plan Maestro”, manifestó Rodríguez Alomá. 

Ante la pregunta de cómo enfrentar todos estos programas en tiempo de crisis, la experta se declaró de “naturaleza planificadora” y de padecer “un optimismo incurable”. 

Uno de los estudiantes de la Facultad de Geografia de la Universidad de La Habana hace una demostración de alpinismo. Foto: Otmaro Rodríguez

Según su perspectiva, en la estrategia de enfrentamiento a la desafiante realidad cotidiana es  fundamental “ese partenariado público-privado” que lo “estamos tocando con las manos en el centro histórico”. 

La arquitecta ponderó el hecho de que “un cierto nivel del empresariado privado pertenece a ese mundo de las economías  sociales y solidarias que nos interesan apoyar”, porque estimó que tal sector “tiene también un compromiso social”. 

La arquitecta Perla Rosales, Directora General Adjunta de la Oficina del Historiador describe las coincidencias personales entre Eusebio Leal y Antonio Núñez. Foto: Otmaro Rodríguez

Breve conversación con la presidenta en medio del bullicio

A treinta años de su creación, ¿cómo se podría resumir en palabras el peso de la FANJ dentro del ambientalismo cubano? 

Articulación y no jerarquización de los actores que inciden y reciben los efectos del desarrollo humano en la naturaleza. 

¿En términos de legado? 

Pienso que el legado más grande de Núñez es que nos dio una metodología de trabajo que facilita diálogos, en los que el desarrollo sostenible pone en equilibrio lo social, lo cultural y lo ambiental, que es muy difícil de lograr, pero por eso sería nuestro aporte más grande.

¿Cómo se entienden con sus interlocutores fuera de la academia? 

Nosotros intentamos seguir los pasos de Núñez, un científico cuyos libros pueden ser leídos por un estudiante de primaria o de secundaria. No utilizaba, aún cuando podía haberlo hecho, su conocimiento  desde una “altura” intelectual, sino que hacía un ejercicio que fuera entendible para todo el mundo. 

La Fundación nació en una época de crisis y treinta años después estamos nuevamente en otra época de crisis. ¿Cómo sobrevive a la repetición del destino? 

Con el aprendizaje de que muchas soluciones están en lo endógeno, en lo local, con una filosofía casi estoica en la que tienes certeza de lo que no puedes cambiar, pero que te confirma que sí es posible cambiarte a ti mismo; también pensando en cómo puedes incidir en lo que sí es posible cambiar. Es un ejercicio diario. 

Liliana Núñez, presidenta de FANJ. Foto: Otmaro Rodríguez

¿Cómo enfrentó Núñez los desafíos? 

Él  tenía una filosofía muy estoica. Para él la queja era la prostitución del carácter y debía hacerse una sola vez para identificar un problema. Si no lo podía resolver, si no tenía solución, entonces buscaba otro camino, pero sabía que no puedes insistir en algo que no tiene solución. En ese sentido yo pienso que las habilidades de la Fundación y este edificio, extensión de FANJ, puede ser una muestra de ello están en transitar por una restauración sostenible.

¿Y qué hay de la huella de carbono que pueda emitir este edificio?

Vamos a tratar de que sea mínima, o por lo menos compensarla de alguna forma. Por ejemplo, usaremos los sistemas de aire acondicionado lo menos posible, al tener el edificio una posición que bio-climáticamente va a favorecer que en determinados lugares no necesitemos de esa ventilación, sin que sufran las personas que estemos dentro. Trataremos de que el personal que labore aquí viva cerca, de modo que para llegar emita lo menos posible CO2. 

¿En qué medida crees que la cultura ambientalista, de la que ustedes, como Fundación, son también responsables, ha calado en la conciencia ciudadana de este país? 

Muy poco. Reconozco y me duele decirlo, pero no es solamente en Cuba, en el mundo entero. El movimiento ambientalista mundial, la educación ambiental, los mecanismos de educación ambiental, para mí, son fallidos. No han sido lo suficientemente efectivos comparando la inversión humana y financiera que se dedicó a ello. Yo tengo algo para no perder la fuerza, y es la convicción de que, aunque no ha sido suficiente, es necesario. 

Firma del Convenio de colaboración a cargo de la presidenta de FANJ Liliana Núñez, y del representante residente del PNUD en Cuba, Fernando Hiraldo. Foto: Otmaro Rodríguez

¿Dónde detectas el error?  

Creo que el error fue la exclusión de los procesos económicos y sus representantes dentro de la conservación ambiental. Una empresa, no importa que sea una multinacional o un negocio local, es importante que se inserte dentro de los procesos de conservación, de sostenibilidad y circularidad. 

En muchas plataformas multilaterales, por ejemplo, la Unión Internacional para la Conservación para la Naturaleza, se excluyeron entidades empresariales, porque se creía que venían a contaminar y a hacer un greenwashing

Yo no estaba de acuerdo con esa postura. Tienes que pensar que la única manera que ese empresario tiene de entender que ese packaging que usa, en el que mete cincuenta papeles, y que en un pomo enorme solo tiene 10 ml de crema es absurdo; pero ¿cómo lo puedo convencer? Para eso tiene que involucrarse en los procesos. 

Roberto Pérez, quien trabaja en el programa Naturaleza y Comunidad de FANJ, hace 20 años me decía: “tú papá tenía razón, hay que trabajar con los decisores, porque si no trabajamos con el decisor de hoy, a ese niño no le vamos a dejar nada qué conservar”.  

Frente a la crisis ambiental, ¿cómo te defines: optimista o pesimista? 

Muy optimista. 

¿Por qué? 

Siento que los economistas y las empresas productivas se están dejando involucrar en  los procesos ambientales. Sospecho que, si se hace algo diferente, tendremos resultados diferentes, pero vuelvo a lo mismo: puede que no sea suficiente, pero es necesario.  

Y crees en la utilidad de los mercados de carbono, en las cancelaciones de deuda ambiental mediante la compra de bonos verdes y en todas esas maniobras que para algunos son una estafa de la modernidad capitalista…  

Yo sí creo en ello. Espero que se haga bien y tengo esperanzas. No es que eso venga a solucionar el problema, son necesarios toda una serie de mecanismos verificables de que funcionan. Entonces, si toda la esperanza la concentras ahí es absurdo, pero si se hace bien funcionará. 

Post scriptum 

Atardecía cuando todos marchaban del edificio. A juzgar por los comentarios, nadie salió indiferente de la experiencia. Una pareja de adultos mayores preguntó para cuándo estaría a punto el proyecto. Se veían muy interesados, sobre todo por el salón de meditación. Era una novedad prometida ante una vida zozobrante. 

“Esperemos que terminen de arreglarlo antes de que se acabe el mundo”, dijo la señora en tono zumbón. 

“Oh, entonces hay que sentarse a esperar”, respondió su interlocutor, todavía más. 

“No, qué va. ¿Tú no escuchas las noticias?  Eso está a la vuelta de la esquina”, soltó ella, apocalíptica. 

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