Tal como sucedió hace unos meses en Nueva York, una funeraria de Hialeah, ciudad del área metropolitana de Miami, ha estado almacenando cadáveres de víctimas de la COVID-19 en las afueras de su local sin advertir a los vecinos.
Este fin de semana los vecinos descubrieron la existencia de un contenedor refrigerado y lanzaron la alarma pública por temor a que los cadáveres pudieran contaminar el área. “Esta situación no nos deja dormir de solo pensar en ella. Es algo que nos afecta psicológicamente. No sabemos mucho sobre la COVID-19. Tengo hijos menores y no tengo idea de si pueden salir a la calle”, dijo Luisa Acosta.
El contenedor se ha depositado en el espacio de estacionamiento de la funeraria San José, en la comunidad Los Portales, junto a la cerca del establecimiento, a apenas a un pie y medio de distancia de la residencia de Acosta. “Que lo pongan en un hospital, no en un barrio”, dijo la mujer, quien el domingo participó en una concurrida manifestación frente a la funeraria.
Este lunes la funeraria emitió un comunicado intentando calmar las preocupaciones públicas y restando gravedad a la situación: dijo que el contenedor se encuentra en el estacionamiento por razones de espacio, pero rehusó confirmar si hay cadáveres dentro y su número.
“Es de importancia vital que nuestros vecinos entiendan que no existe ningún riesgo para ellos. Hemos instalado un contenedor especial diseñado para una crisis como esta y para garantizar una protección adicional”, sostuvo la funeraria en un comunicado enviado al canal 7 de televisión de Miami, la filial local de la cadena Fox.
En estos momentos Florida registra 432.747 casos de infecciones de coronavirus y 5.931 fallecidos; o sea, 9.330 más que el domingo. En el condado Miami-Dade el total de enfermos es de 107.315.
Más de mitad de los casos registrados en el condado corresponden a residentes en Hialeah, lo cual obligó al alcalde de la ciudad, Carlos Hernández a imponer el uso obligatorio de las máscaras. Este lunes la alcaldía no quiso comentar a OnCuba la situación de la funeraria, ni la disponibilidad de datos sobre el uso de las máscaras.
Este tema se ha transformado en un mantra para las autoridades. Tras dudar sobre si obligar o no a los ciudadanos a usarla después de haberse levantado algunas restricciones, a mediados de la semana pasada la ciudad de Miami decretó su uso obligatorio al dispararse las cifras de contaminación.
El alcalde de la ciudad de Miami, Francis Suárez, advirtió que a partir de este lunes las autoridades están concentradas en el cumplimiento de las medidas de precaución, sobre todo en el uso de la máscara.
“Estamos viendo una mejoría en el crecimiento de los casos y en la disminución de la velocidad de expansión del virus. Pero todavía tenemos un cifra muy elevada de crecimiento”, dijo el edil, quien precisó que desde la semana pasada existe prácticamente una cacería a los violadores del uso de las máscaras con la creación de una brigada especial de policía.
La semana pasada se emitieron unas doscientas multas por no usarlas. La primera vez la multa es de 50 dólares, después sube a 150 o 500 y pena de cárcel. “Se ha creado una patrulla especialmente dedicada a las máscaras y orientada hacia la ciudad de Miami y el condado Miami-Dade”, dijo Suárez.
Pence en Miami
Mientras tanto, el vicepresidente Mike Pence voló a Miami y reveló que el comienzo de los ensayos clínicos de la fase 3 de la vacuna contra la COVID-19, a cargo de la empresa Moderna, es “esperanzador”. Confió en que antes de fin de año millones de estadounidenses podrán disponer de esta importante herramienta para derrotar a la pandemia.
“Estados Unidos primero y después el mundo”, dijo Pence durante un acto en la Facultad Miller de Medicina de la Universidad de Miami (UM) –uno de los 89 sitios donde se realizarán las pruebas de la fase 3–, al hablar sobre cómo se distribuirá el fármaco una vez aprobado.
“Es un día histórico”, agregó Pence, quien afirmó que aunque el proceso de desarrollo de esta vacuna ha avanzado a un ritmo “sin precedentes”, no se van a “tomar atajos, ni recortar esquinas” en lo referido a seguridad. Se trata de crear una vacuna “segura y efectiva” contra la COVID-19, afirmó.
El vicepresidente dio las gracias a los científicos por esta muestra de la “innovación y creatividad” de Estados Unidos y a los aproximadamente 30.000 voluntarios que participarán en los ensayos en todo el país por haber “dado un paso al frente” en aras de derrotar al nuevo coronavirus.
La mitad de los voluntarios recibirá un placebo y la otra mitad la vacuna desarrollada por Moderna y científicos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés).