Cinco minutos con el Hombre Araña

Fotos: Iroko Alejo

En menos de 30 minutos el Hombre Araña francés llegó al último piso del Hotel Habana Libre. Unos minutos después declaró que en Cuba había sentido lo que en ningún otro país del mundo. Según él, cuando escala edificios en el mundo la gente va a verlo caer, aquí le daban fuerzas para verlo llegar a la cima. OnCuba conversó con él un rato antes de que comenzara a escalar.

A Alain Robert le dicen el Hombre Araña francés, pero su aspecto –y sobre todo su atuendo estrafalario- hacen pensar más en un lagarto: chaqueta negra de cuero, pantalones y botines escamados, y unas manos que, contrario de lo que uno esperaría en un trepador, son demasiado pequeñas. Tendrá ventosas, supongo…

De hecho, en lo único que se parece al arácnido personaje es en el hábito de trepar edificios sin más ayuda que sus manos, sus piernas y su concentración…  Al menos Peter Parker tenía las pegajosas hebras para balancearse y amortiguar caídas, pero el flaco de Robert solo tiene debajo el vacío… y una ambulancia…

Par de horas antes de comenzar a escalar el Habana Libre, On Cuba lo descubrió en el lobby del céntrico hotel, fotografiándose con los turistas curiosos, charlando con su agente y respondiendo a su celular, con un reguetonero tono de Pitbull…

Después de pedirle “audiencia” a través de Claude Peysson, su entrenador y amigo, le confesamos a Alain: “Mon francais est une merde”. Soltó una carcajada, y más relajado de lo que ya estaba, nos dedicó su última entrevista antes de la escalada…

¿Por qué Cuba?

Es un país muy interesante, me llamó la atención el espíritu de su Revolución, de su líder Fidel Castro, con tanto tiempo al frente de sus destinos. Es además, de cierta manera, una carcajada a Estados Unidos: ellos son los perdedores ahora…

¿Y por qué el Habana Libre, si hay edificios más altos, como el Focsa?

Porque es un edificio simbólico, aquí estuvo mucho Fidel Castro después del triunfo, y me gusta lo de “libre”. Me define…

Nos preocupa la hora elegida para subir, después del mediodía… ¿No te afecta el calor?

En Cuba siempre hace calor. Ayer hizo un poco de frío, pero ya hoy subió de nuevo la temperatura, así que nunca se sabe. El tiempo varía mucho, pero yo me siento cómodo.

¿En qué piensas cuando estas subiendo?

No pienso mucho. Solo me concentro en mi objetivo. Tampoco tengo tiempo para pensar en el miedo, o en qué pueda pasarme…

¿Qué te parecen los cubanos?

Aquí son muy sociables, gente especial. No tienen mucho dinero, pero tienen otras riquezas. Hay mucha simpatía en el ambiente…

Vistes de una manera muy peculiar, y esa gargantilla parece un amuleto…

Hace muchos años me gusta vestir de cuero, en particular de serpiente. Son bichos que me caen bien. Y el collar es solo eso, un collar. Me gusta el color esmeralda, pero me divierte particularmente cómo la gente se hace conjeturas cuando lo ve… Me han preguntado si es jabón, qué locura…

¿Tienes algún ritual cuando subes?

Trato de estar muy concentrado, no escucho música. Para mí el día de la subida es un día normal, como otro cualquiera. Me siento muy relajado.  Trato de estar solo unos 20 minutos antes de subir, pero no más… Desayuné una omelette, un jugo de naranja y café, pero en el resto del día, solo agua…

En algunos países te tienen expedientado. ¿Cómo ha sido el trato con las autoridades cubanas?

Aquí han sido muy solidarios, han colaborado con mi objetivo. Me costó obtener la aprobación, pero nos ayudaron.

Nos despedimos de Alain con un “Bon chance, monsieur”, y una foto del colectivo de OnCuba. Aunque no sea la última, sin dudas es histórica. La preparación de este reto demoró cuatro meses, la escalada unos 45 minutos, pero el recuerdo de este día durará un buen tiempo… 

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