¿Cómo se detendrá la caída de la ganadería cubana?

Este jueves, directivos del sector ofrecieron explicaciones y comentaron sobre prioridades y buenas prácticas, pero no adelantaron que el fenómeno tenga un horizonte de caducidad.

Foto: Otmaro Rodríguez / Archivo.

Foto: Otmaro Rodríguez / Archivo.

Con una población de unos 11 millones de habitantes, Cuba cuenta alrededor de 3 millones de cabezas de ganado vacuno. Una simple aritmética habla de que a cada cubano corresponde 0,27 de una res.

En 2017, Uruguay, con 67 mil kilómetros cuadrados más que Cuba y tres veces menos de habitantes, poseía esa misma relación, pero invertida, de modo que había un promedio de 3,44 vacunos per cápita, el más alto del mundo entonces.

Tan solo en 2020, en la central provincia de Camagüey, la vitrina histórica de la ganadería bovina en la isla, un reporte del periódico Adelante confirmaba el decrecimiento de la masa en los entonces últimos 36 años debido a la depresión de la tasa de natalidad.

Hasta hoy no conseguida, la misión de las autoridades cubanas es contener ese decrecimiento, una tendencia imparable desde los años 90, cuando irrumpió la devastadora crisis recesiva a partir del colapso soviético y la pérdida de los ventajosos mercados del llamado socialismo real en Europa del Este.  

“Recuperar las instalaciones y la base alimentaria y detener el decrecimiento de la masa, que ha tenido un decrecimiento a partir del período especial y no se ha logrado detener”.

Esas son, entre otras cinco, tres de las prioridades cubanas en materia ganadera, según enumeró, en el programa Mesa Redonda de este jueves, Yoandri Beltrán, vicepresidente primero del Grupo Empresarial Ganadero de la isla (GEGAN).

Igualmente, el funcionario citó entre las prioridades “el crecimiento de la masa bufalina, el desarrollo del programa de ganado menor y el cumplimiento de las exportaciones”.

De la leche que no tenemos

El GEGAN

En 2015, tratando de frenar la decadencia ganadera, el gobierno creó el Grupo Empresarial Ganadero, el cual maneja 37 empresas de ganado bovino y ganado menor.

La nueva estructura no supuso un engrosamiento del aparato burocrático de dirección, según afirmó, por su parte, Alain Rodríguez, presidente del Grupo.

De hecho, según Rodríguez, el GEGAN solo emplea a menos de 200 trabajadores y maneja una importante dotación empresarial, que se divide en entidades, 37 en total.

En esa telaraña, las entidades se ocupan, entre otros perfiles, de la producción de carne y leche, y en paralelo de alimentos varios; así como el mejoramiento genético mediante la inseminación artificial.

Asimismo, se enfocan en la articulación con el sector privado para la importación y exportación de bienes y servicios, mientras  una sociedad mercantil  trabaja con la  inversión extranjera.

En Cuba, la ganadería es atendida por siete grupos empresariales, en tanto la rectoría de todos los procesos la detenta la Dirección General de Ganadería del Ministerio de la Agricultura, la cual  rige las políticas de cada uno de los temas  que ejecutan los grupos.  

Como parte de esta estructura, el GEGAN se ocupa de 30 % de la masa ganadera del país y del fondo de tierra dedicado a esa gestión, unas 900 mil hectáreas, además de insertar animales de calidad mediante los programas de mejoramiento genético.

Para ello, el grupo cuenta con unos 59 mil trabajadores, entre productores y trabajadores. De ese total, 17 mil 800 son productores estatales que se integran en unidades empresariales de base. El resto son usufructuarios o tenentes particulares de fincas.  

“Nuestro grupo trabaja por detener el decrecimiento principalmente en el sector estatal, pero tenemos que ir a un detenimiento de ese decrecimiento general de la masa. Tenemos el 85 % de la masa en el sector privado”, explicó Beltrán.

“No se trata solo de resolver los problemas del Estado, tenemos que ir a cada finca y resolver el problema del agua y de la alimentación, y cumplir con lo que dice la ley de Fomento y Desarrollo Ganadero”, aseguró.   

De acuerdo con Beltrán, en el grupo trabajan 4 mil 800 usufructuarios vinculados a las empresas estatales “lo cual es positivo”, porque “se fortalece” al sector “de la empresa estatal socialista, que cierra ciclos productivos y permite una integración mayor” con las fuerzas productivas.

El GEGAN está presente en todo el país en la ganadería vacuna, ganado menor, en la masa bufalina y en los servicios productivos, y directamente en 50 municipios, incluyendo el especial de Isla de la Juventud.

Además de contraer una alta responsabilidad en los balances cárnicos del país, también obedece a compromisos de exportación.

El plan de este año es de exportar unos 2 millones de dólares. “Los primeros meses del año marchan bien”, aseguró Rodríguez, presidente del Grupo.

Prioridades del momento

Una de las urgencias institucionales del sector en la isla es censar la masa ganadera mediante la actualización de los registros pecuarios.

La irrupción de la pandemia en 2020 y su secuela de restricciones y caotización de las rutinas productivas y sociales, además del hurto y sacrificio ilegal de ganado, desactualizó los inventarios y “llegó el momento en que los datos en que nosotros estábamos trabajando no fueran totalmente claros”, reconoció Rodríguez

El presidente del GEGAN dijo que entre las prioridades está poner orden para “organizar el uso y tenencia de la tierra y de la masa ganadera”, lo que permitirá la identificación y trazabilidad de los animales y luego administrar las contrataciones con los campesinos a partir de los registros pecuarios, una tarea ya emprendida este año a nivel nacional.  

En 2023, una veintena de empresas estatales del GEGAN tuvieron números rojos. Pero el panorama ha cambiado este año, de acuerdo con lo dicho en la Mesa Redonda.

Al cierre del primer trimestre, solo cuatro empresa tuvieron pérdidas y de ese total, dos “tienen síntomas de recuperación por la diversificación de la producción y no por el aumento de precios de venta de los productos”.

Según Rodríguez, se han podido estabilizar la fuerza de trabajo y lograr que los asalariados estatales operen “en igualdad de condiciones con los demás actores de escenario productivo que está a su alrededor”.

Para frenar el decrecimiento, según Beltrán, se aprobaron las inversiones que respaldan tal propósito, entre ellas la recuperación de 155 vaquerías típicas inactivas, 30 de ellas a cargo del GEGAN para este año.

Igualmente, la rehabilitación de las casas de los vaqueros, para “transformar las condiciones de vida de los que producen y que puedan hacer sostenible en el tiempo la producción de ganado” y solucionar la alimentación y el agua de cada vaquería”, lo cual está “comprometido” con la actual crisis energética en la isla.

Los planificadores del Grupo intentan que las unidades ganaderas se independicen de los acueductos y del sistema electroenergético nacional, por su estado calamitoso.

Para ello apuestan a instalaciones energéticas renovables para extraer agua de los pozos y llevarla directamente a los cuartones “para poder tener un uso adecuado de los pastos”. Buscan concebir, según se dijo, unidades agropecuarias que dispongan “de una base alimentaria propia para el manejo del ganado el año entero y la conservación de los alimentos en los períodos de seca.”

Con las garantías de comida y agua, Beltrán asegura que no tardará en aparecer la mejoría en los rendimientos productivos de los animales.

“El potencial genético para la producción de leche lo tenemos en el país”, aseguró el funcionario en torno a uno de los alimentos críticos en la isla, que ha tenido que ser socorrida por donativos internacionales y la intervención de Programa Mundial de Alimentos para cubrir una franja del consumo diario infantil.

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El factor ciencia

Otro de los participantes en la Mesa Redonda de este jueves fue el doctor Ramón Denis García, al frente, desde hace 35 años, del Centro de Investigaciones para el Mejoramiento Animal de la Ganadería Tropical (CIMAGT).

Según explicó en el programa, el centro cuenta desde 2019 con un régimen de autofinanciamento, y ha desplegado líneas de investigación y desarrollo conectadas a las reproducciones y la biotecnología de la reproducción que son  herramientas para el mejoramiento genético.

Particularmente, el CIMAGT ha fomentado tecnologías para la inseminación artificial, en casi todas las especies de interés económico, “dígase bovino, porcino, equino, ovino, caprino, peces, aves, para inseminar  con semen fresco y congelado y también con otras biotecnologías como la transferencia de embriones y la producción in vitro de embriones”, explicó el doctor Denis García.

Las investigaciones también se orientan a identificar los ejemplares con una alta adaptabilidad “en momentos en que el cambio climático es una realidad tan evidente”.

Los expertos del CIMAGT son capaces de la extracción de los óvulos con los animales vivos, de usar la tecnología de inducción de celo de los animales; sintonizar el momento de la ovulación; utilizar instrumentos como la ecografía que ayuda a esclarecer los diagnósticos y  emprender estudios de andrología, “porque hay que saber si hay animales subfértiles”.

Igualmente, tener a punto investigaciones relativas a las carencias de macro y microelementos nutricionales, entre otras iniciativas científicas de alto valor agregado.

“Pues pongámosle tecnología a la vaca”

Examen parlamentario y una nota de mal

En diciembre pasado, la agricultura cubana suspendió estrepitosamente un examen parlamentario con calificación de mal.

La investigación de campo intercambió e inquirió información con cerca de 11 mil personas, incluidos unos 3 000 productores.

En el ejercicio fiscalizador se pusieron bajo la lupa varios programas, entre ellos la recuperación gradual y sostenible de la ganadería bovina, la producción y comercialización de materia vegetal para los programas de la medicina natural y tradicional, y la comercialización de los productos agropecuarios y la gestión del Grupo Empresarial de Acopio.

La minuciosa fiscalización al ministerio del sector se topó como un cúmulo de problemas irresueltos, algunos que databan desde los años 90, pero otros eran de lozana actualidad.

Entonces la descapitalización, las indisciplinas y las magras inversiones hablaron de la decadencia —hasta ahora imparable—  de un asunto de seguridad nacional.

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