Cuba: apertura de zanja ilegal daña el medio ambiente de la península de Ancón

La zanja se extiende por casi cinco kilómetros y para su ejecución se utilizaron varias jornadas y equipos mecanizados. Los responsables buscaban descubrir una conductora vieja de agua para extraer la estructura de acero empleada en la construcción.

Zanja ilegal de casi cinco kilómetros en la península cubana de Ancón, que provoca daños ambientales a esta porción de la franja costera del litoral sur cubano. Fotos: Juan Carlos Naranjo / Escambray.

Zanja ilegal de casi cinco kilómetros en la península cubana de Ancón, que provoca daños ambientales a esta porción de la franja costera del litoral sur cubano. Fotos: Juan Carlos Naranjo / Escambray.

La apertura sin autorización de una zanja de casi cinco kilómetros de largo en la franja costera de la península de Ancón, ha provocado importantes daños medioambientales a uno de los ecosistemas más importantes de la central provincia cubana de Sancti Spíritus, refieren medios oficiales.

De acuerdo con un reportaje del periódico local Escambray, el referido ecosistema, que funciona como escudo protector ante los procesos de erosión y salinización, alberga gran cantidad de especies y se distingue por su belleza natural, por lo cual constituye un “recurso estratégico” de la zona y su desarrollo turístico.

Al respecto, Dalgis Dueña Boggiano, representante del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en el municipio espirituano de Trinidad, dijo al medio que la zanja abierta de manera ilegal “se encuentra en la franja costera, por lo que sí provoca un daño ambiental y hasta perjudica las visuales de esa zona de baño frecuentada por vacacionistas nacionales y extranjeros”.

Precisa la publicación de Escambray que el surco abierto se extiende desde la conocida Curva de Alfredo hasta la entrada de la Playa María Aguilar, y que para su ejecución se utilizaron varias jornadas y equipos mecanizados.

Jorge Jesús Chaviano, representante en esa localidad de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA), explicó que el hecho “tuvo como objetivo descubrir una conductora vieja de agua para extraer la estructura de acero (alambrón) empleada en la construcción” y que una vez descubierto, se informó a las autoridades del territorio y al Ministerio del Interior (Minint).

Refiere el reportaje que en el momento de su publicación ya se conocían los autores de los daños y la procedencia de los equipos utilizados, que forman parte de la dotación que participa en la construcción del hotel Melía Península, en una de las parcelas de ese ecosistema.

En declaraciones a Escambray, David Calzada Jiménez, al frente de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental en la provincia de Sancti Spíritus, aseguró que a los responsables se les exigirá la “restauración inmediata” del daño provocado al tramo de la franja costera en un plazo que no exceda las 72 horas y el pago de una multa, a partir de lo que establece el Decreto-Ley No. 200 de Contravenciones en materia de medio ambiente.

En cuando a la cuantía de esta multa, según lo indagado por el medio, el monto pudiera variar de 400 CUP en el caso de que los responsables sean personas naturales, a 10000 CUP si se demuestra la participación de una personalidad jurídica. Pero, más allá de estas posibles medidas, el reportaje cuestiona el hecho en sí y las “actitudes permisivas” que lo posibilitaron.

“¿Cómo fue posible movilizar equipos, realizar la zanja y desactivar la estructura de acero sin llamar oportunamente la atención?”, se pregunta el trabajo periodístico, el cual señala que la agresión al frágil ecosistema costero evidencia la falta de sensibilidad de algunos funcionarios en cuanto a la protección del medio ambiente y el cumplimiento de lo establecido para su salvaguarda.

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Recuerda Escambray que la península de Ancón constituye una de las áreas resguardadas en Sancti Spíritus por la Tarea Vida –el plan estatal cubano para enfrentar el cambio climático–, y que la zona acoge a bañistas cubanos e internacionales, incluso fuera de la temporada veraniega.

Ante esta realidad, subraya que el hecho “no debe quedar impune” y que más allá de la incapacidad para evitarlo, la identificación de los responsables “deviene un acto de justicia para sanar esta suerte de puñalada a la naturaleza, pero también de cuestionamiento a tales prácticas”, las que considera incompatibles con los postulados de las estrategias gubernamentales y la sensibilidad humana.

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