La reciente creación oficial de la llamada Zona de Desarrollo Especial de Mariel (ZDEM), resulta una clara señal de que Cuba pretende atraer al capital extranjero como vía para estabilizar el crecimiento económico.
Una franja costera de 465 kilómetros cuadrados, que se extiende 45 km (28 millas) al oeste de la capital cubana, incluye como principal atractivo la posición geográfica equidistante de importantes puertos del Golfo de México y una bahía de bolsa de aguas profundas, cuyas dimensiones permiten maniobras a los grandes buques Post-Panamax.
Los gigantes flotantes pueden transportar entre 9 500 y 12 000 contenedores estándar y, como promedio, sus dimensiones son de 366 metros de eslora (largo), 49 de manga (ancho) y un calado de hasta 15 metros.
Se inserta Mariel, además, en las posibilidades que abrirá la ampliación del canal sobre el Itsmo panameño, la cual facilitará el tránsito de las embarcaciones de gran porte, y también se adelanta a la vía interoceánica que Nicaragua planifica construir.
Como parte de la concepción de la ZDEM se encuentran el régimen aduanal e impositivo especial y otras flexibilidades que favorecerán a quienes instalen allí sus industrias y empresas comerciales.
El espíritu del “mega proyecto” está evidentemente inspirado en los éxitos de zonas similares en China, y aunque no fue reconocido por autoridades cubanas la asimilación de tales experiencias, la primera presentación oficial de la ZDEM fue ante el empresariado chino, en Beijing.
Resultan seductoras algunas bondades como la exención total de impuestos por el uso de la fuerza de trabajo, mientras que las utilidades podrán ser repatriadas sin gravamen alguno durante los primeros 10 años, con posibilidades de un período superior excepcionalmente.
Según consta en el Decreto-Ley 313 del 19 de septiembre de 2013, que entró en vigor el primero de noviembre pasado, las inversiones extranjeras en la Zona no pueden ser expropiadas
Otro paso encaminado a favorecer a los posibles inversionistas es la creación de la conocida “ventanilla única”, que facilite todos los trámites de los concesionarios en una sola oficina, a lo que se suma el otorgamiento de poderes a la Oficina que administra la Zona para la aprobación de la mayoría de las propuestas presentadas.
En este último aspecto requerirán el análisis y decisión del Gobierno solo los negocios relacionados con la exploración de recursos naturales, aquellos que incluyan ceder a extranjeros parte de una propiedad pública, la creación de inmobiliarias y constituir empresas ciento por ciento foráneas, según el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca.
Actualmente una empresa cubano-brasileña trabaja en la infraestructura, que además de las instalaciones portuarias, incluye viales de acceso, líneas para ferrocarril, redes técnicas, almacenes y otros servicios, cuya primera fase deberá estar disponible a principios de 2014.
La idea de la ZEDM constituye el primer paso de la economía cubana en abrirse al capital foráneo siguiendo las reglas que marcan actualmente las prácticas internacionales, y el abandono de métodos que desestimulan a comerciantes e inversionistas.
Cuba pudiera estar cerca de una coyuntura favorable para renovar su estrategia de desarrollo, pronosticó en un artículo el economista cubano Pedro Monreal, quien aseguró que es una oportunidad que toma siglos en aparecer.
Se trataría de la eventual transformación de importantes segmentos del comercio internacional y la organización de la producción mundial, con la entrada en funcionamiento del nuevo canal de Panamá en 2015 y su posibilidad de trasiego de los barcos Post-Panamax.
Pero Monreal elude el triunfalismo cuando asevera que “en materia de escenarios económicos cualquier pronóstico puede ser inseguro”, aunque de concretarse abriría probabilidades al desarrollo para Cuba.
“Poder aprovecharlo adecuadamente es harina de otro costal”, alertó el economista.
La hipótesis planteada por Monreal señala que el proceso va mucho más allá del propio trasiego de transporte marítimo, y es que Cuba podría ser parte modesta, pero efectiva, de un proceso central de la producción mundial que modificaría costos y reconfiguraría esquemas en la forma en que se organiza una parte sustancial de la producción y el comercio contemporáneo.
Por: Douglas Tamayo