Termina 2022, un año arduo y convulso en buena parte del planeta, sacudido por la onda expansiva de la guerra en Ucrania, los altibajos de una pandemia que, aunque más controlada, se resiste a capitular, y por el impacto que ambos hechos han tenido y siguen teniendo sobre la economía global y el bolsillo de la gente.
Para Cuba, los últimos doce meses han sido tan o más duros que los precedentes. Se logró mantener a raya la COVID-19 y la actividad social pudo retornar a la normalidad. Sin embargo, la crisis económica continuó golpeando la vida de los cubanos. Persisten serios problemas e ineficiencias internas, mientras que las medidas gubernamentales que buscan paliar la situación no han conseguido la efectividad deseada. Lo reconocen así las propias autoridades cubanas.
La situación se agrava, además, por el efecto acumulado de las sanciones de Estados Unidos, reforzadas incluso durante la pandemia, y un contexto internacional complicado por la inflación y la guerra.
Este año siguió creciendo la cifra de mipymes privadas y otros nuevos actores económicos. La actividad turística comenzó a recuperarse, pero no a los niveles previstos inicialmente. Fueron aprobadas nuevas leyes, entre ellas un controvertido Código Penal y el de las Familias. El dengue tensó el escenario epidemiológico y aterrizó en el país la viruela del mono. Regresaron de forma presencial eventos como la Feria Internacional de La Habana, congresos científicos y festivales culturales. Se anunció el despliegue de un cable submarino de fibra óptica desde Martinica. Cuba recibió a dignatarios y delegaciones extranjeras, y autoridades cubanas protagonizaron giras internacionales para reforzar alianzas y dar oxígeno a la sufrida economía doméstica.
El panorama —ensombrecido por la severa crisis del sistema electroenergético y por accidentes y desastres naturales— sirvió de fermento a una masiva ola migratoria. Provocó, además, protestas en las calles, más desconcentradas y sistemáticas que las manifestaciones de julio de 2021, por las cuales este año se juzgó a participantes por delitos como sedición, desórdenes públicos o desacato. Algunos fueron sentenciados a “trabajo correccional sin internamiento” y otros recibieron condenas desproporcionadas de hasta 25 años de cárcel.
Todo ello y más ocurrió en el país en el período que concluye. OnCuba propone un acercamiento a hechos y temas que marcaron el país en 2022, año angustioso que los cubanos difícilmente olvidarán.
Pandemia y postpandemia
El control de la COVID-19 fue una de las mejores noticias que el año ha dejado para Cuba. Al cabo de largos meses de contagios, nuevas variantes, muerte y restricciones, 2022 ha sido un remanso si se compara con los anteriores.
Aun con una ola de Ómicron en los meses iniciales que llevó al país a sobrepasar la barrera del millón de casos apenas en enero, la enfermedad pudo ser controlada gracias, en gran medida, a la campaña de inmunización con vacunas de producción nacional. 2022 cierra, según estadísticas oficiales, con más de 146 mil nuevos enfermos y unos 200 fallecidos, cifras muy inferiores a las del nefasto 2021. Desde agostó no se reportan oficialmente muertes por COVID-19 en la isla, y ha disminuido de manera significativa el número de pacientes de gravedad.
Más de 10 millones de cubanos tienen su esquema de vacunación completo (más del 90 % de la población) y más de 8,6 millones recibieron dosis de refuerzo. Esto ha permitido reactivar la actividad económica y social, levantar medidas restrictivas y finalizar las comparecencias diarias del Dr. Durán.
No obstante, en diciembre ha aumentado la transmsión del coronavirus, lo que ha elevado de nuevo los casos activos diarios por encima del centenar y ha motivado la alerta de las autoridades.
Crisis económica, mercado cambiario e inflación
“Un año duro y difícil”. Así lo describió el ministro de Economía, Alejandro Gil, en las recientes sesiones de la Asamblea Nacional. Bien lo saben los cubanos, que vieron cómo en los últimos doce meses se hizo más peliagudo sostener la economía familiar. Los apagones se extendieron, las colas se hicieron parte del paisaje y los precios del mercado informal se cebaron con la escasez.
En términos macroeconómicos, según estimados oficiales, el PIB del país cierra el año con un crecimiento en torno al 2 %, dos puntos por debajo de lo planificado, y un 8 % inferior a los niveles previos a la pandemia. No se cumplieron los ingresos programados por las exportaciones. La cantidad de visitantes internacionales prevista se redujo de 2,5 millones a 1,7 millones. Se mantuvieron las deudas productivas en sectores clave como el agrícola, el ganadero y el cañero.
Inversión de cubanos residentes en el exterior: una puerta entreabierta
En medio del escenario crítico, las autoridades de la isla anunciaron nuevas medidas. Una fue el establecimiento de un mercado cambiario que reabrió la puerta a la compraventa de divisas por el Estado a la población. Sin embargo, la nueva tasa oficial de cambio no ha podido frenar el ascenso del precio informal del dólar, que llegó a alcanzar los 200 pesos cubanos. Tampoco logró contener la inflación disparada con el Ordenamiento Monetario.
Además, el Gobierno cubano abrió la puerta a la inversión extranjera en el comercio mayorista, y en el minorista a través de empresas mixtas. En tanto, los nuevos actores económicos aprobados —mipymes privadas en su mayoría— superaron los 6000.
No obstante, el año finaliza con la eliminación por la Asamblea Nacional de incentivos fiscales para las nuevas mipymes a partir de 2023. En opinión de expertos, la novedad “constituye una barrera para a la creación de nuevas empresas de este tipo” y “genera incertidumbre para las que están creadas y funcionando”.
Averías, apagones y protestas
Longevidad y obsolescencia de las unidades generadoras; falta de recambio y mantenimiento de plantas y motores; carencias financieras; roturas y accidentes (como los incendios en las termoeléctricas de Felton y Mariel); dificultades con el suministro de combustible. Son los ingredientes para la tormenta perfecta que provocó extensos y continuos apagones a lo largo de la isla.
La ola de averías en las termoeléctricas cubanas, catalizada por el uso del más corrosivo crudo nacional, comprometió lo mismo las plantas más pequeñas que las más grandes, como la Antonio Guiteras de Matanzas, donde se reportaron numerosas roturas.
Aun en funciones, estas unidades se han mantenido usualmente por debajo de su capacidad, algo que incidió en el déficit diario de generación, que no pocas veces llegó a sobrepasar los mil megawatts.
Todo ello desembocó en cacerolazos y protestas callejeras en diferentes lugares de la isla, como las de Nuevitas o las ocurridas en La Habana cuando el país entero quedó a oscuras tras el paso del huracán Ian.
Para hacer frente a la crisis a corto plazo, las autoridades diseñaron un cronograma de mantenimientos de las plantas, el aumento de las centrales flotantes turcas y la reposición del parque de motores. A largo plazo se apuesta —al menos en planes— por multiplicar el aporte de las fuentes renovables.
Tres grandes desastres
No uno, sino tres, fueron los grandes desastres que conmocionaron a Cuba en 2022. Primero, en mayo, la explosión en el hotel Saratoga; tres meses después, en agosto, el feroz incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas; y finalmente, en septiembre, el destructivo huracán Ian que, aunque se ensañó con el occidente cubano, dejó secuelas en todo el país.
La explosión en el Saratoga, causada por una fuga de gas, dejó un saldo fatal de 47 fallecidos y 52 lesionados. Además, severos daños en el hotel y edificaciones aledañas, incluidos edificios residenciales.
La búsqueda de posibles sobrevivientes entre los escombros mantuvo a la isla en vilo durante una semana. El hallazgo de cada cuerpo acrecentó la consternación y también la solidaridad con los familiares y allegados de las víctimas, en cuyo tributo se celebraron vigilias y misas. El Gobierno decretó duelo oficial.
La noche del 5 de agosto, en la Base de Supertanqueros un rayo provocó el que se considera el peor desastre industrial de Cuba. A lo largo de una semana interminable, entre explosiones, cambios del viento y a pesar de la faena inmensa de cientos de bomberos —con apoyo llegado desde México y Venezuela—, el fuego destruyó cuatro grandes depósitos de combustible, así como otras partes de la instalación y sus alrededores.
La Base de Supertanqueros de Matanzas cuatro meses después del incendio
Diecisiete víctimas mortales y un centenar de heridos dejaron las llamas antes de ser finalmente controladas. Los detalles del origen del siniestro aún no han sido revelados.
El último y devastador golpe lo propinó Ian a fines de septiembre. El huracán tocó tierra cubana en Pinar del Río, con vientos por encima de los 200 km/h y dejó tras de sí una estela de destrucción. Miles de viviendas sufrieron daños, al igual que instalaciones estatales, tanto en Pinar del Río como en La Habana y el resto del occidente cubano.
La agricultura —en particular la tabacalera—, las telecomunicaciones y el sistema eléctrico fueron severamente afectados. Tres personas fallecieron por causa del ciclón, y tres trabajadores eléctricos perdieron la vida en las labores recuperativas que le siguieron.
Habemus Código
El pasado 25 de septiembre los cubanos aprobaron en referendo el nuevo Código de las Familias. No fue un proceso fácil. El Código fue la única norma del amplio cronograma legislativo derivado de la actual Carta Magna que decidió su suerte en las urnas. Transitó un arduo camino de reelaboraciones y consultas, hasta llegar a su definitiva versión 25, respaldada primero por el Parlamento y luego por la mayoría de quienes asistieron a votar aquel domingo.
Según los resultados oficiales, en el referendo participaron unos 6,2 millones de cubanos, el 74,12 % del padrón electoral, de los que 5,9 millones emitieron votos válidos. Lo anterior revela una significativa abstención si se compara con votaciones anteriores: más del 25 % de los convocados no asistieron a las urnas y más del 5,7 % de los que votaron dejaron la boleta en blanco o la anularon.
El Código fue respaldado con el 66,85 % de los votos válidos, frente a un 33,15 % de rechazo, cifras reveladoras de las posturas divergentes sobre la normativa.
Desde su anuncio, la nueva ley de familias cubana estuvo rodeada de polémica. En especial, por el matrimonio entre personas del mismo sexo, la adopción por parejas homosexuales, la gestación solidaria y la autonomía progresiva de los menores. Hubo controversias en las redes y las comunidades, atizadas por campañas a favor y en contra —incluso con cariz político—, en las que las autoridades y los medios oficiales tomaron partido a favor de la legislación.
La aprobación del Código de las Familias —a partir del cual se han presentado ante los tribunales cubanos unos 34 mil casos judiciales— resultó uno de los momentos culminantes de la actividad legislativa en el año que termina, en el cual también fueron aprobadas otra veintena de leyes y decretos leyes. Entre ellas, resalta un nuevo Código Penal, tampoco exento de polémicas y críticas —en particular por parte de activistas, periodistas independientes y opositores—, así como leyes de Seguridad Alimentaria, de Protección de Datos Personales y de Expropiaciones.
“¿Quién dijo que todo está perdido?” El referéndum y su legado
Estampida
En medio de la crisis económica cubana, muchos en Cuba —incluidas figuras públicas, actores, deportistas, comunicadores— optaron por la emigración. 2022 marcó un hito en la cifra de cubanos llegados de manera irregular a EE. UU., destino más perseguido por los nacidos en la isla, aunque no el único.
Este año, la oleada iniciada en 2021 creció hasta convertirse en un tsunami de migrantes que llegaron o intentaron llegar a territorio estadounidense de manera irregular, lo mismo por tierra, a través de Centroamérica, que por mar, hecho que, por demás, tensa aún más el panorama demográfico del país, signado por la baja natalidad y el creciente envejecimiento poblacional.
De acuerdo con las autoridades estadounidenses, más de 200 mil cubanos entraron a EE. UU. entre octubre de 2021 y septiembre de 2022 (la mayor parte, este año). Otros miles lo han hecho en los últimos meses.
En el pasado año fiscal, la Guardia Costera estadounidense interceptó a más de 6 mil balseros de la isla. Desde octubre ha hecho lo mismo con más de 3 800, evidencia de un aumento exponencial del flujo migratorio en el peligroso estrecho de la Florida. La política en estos casos es la devolución al país de origen.
A ellos se suma la cantidad de migrantes cubanos repatriados desde México y Bahamas, y los que ahora mismo están en ruta. La cifra de cubanos que salieron del país o intentaron hacerlo es aún mayor si se toma en cuenta a los que definieron otros destinos. Además, a quienes perdieron la vida en la travesía.
El tema ha puesto a dialogar a los Gobiernos de Cuba y EE. UU. Este último reabrió su consulado en La Habana con la intención de contener la estampida por vías irregulares hacia su territorio.
La ruta migratoria centroamericana: testimonio de una migrante cubana (I)
Bastante superficial el artículo en particular el tema pymes que cambió de rostro en diciembre, despues del Congreso de la Asamblea del PP. Eso era de mencionar.