Cuba por WhatsApp: de barcos rusos y una rusa en cueros

“Si de verdad los rusos nos quieren ayudar lo que tienen que mandar es comida, petróleo, fertilizante, trenes, piezas para las termoeléctricas, cosas así”, me escribe mi vecino Yolexis desde Cuba.

La fragata Gorshkov entra a la bahía de La Habana como parte de la visita de una flotilla naval de Rusia a la isla, el 12 de junio de 2024. Foto: Otmaro Rodríguez.

La fragata Gorshkov entra a la bahía de La Habana como parte de la visita de una flotilla naval de Rusia a la isla, el 12 de junio de 2024. Foto: Otmaro Rodríguez.

“¿Qué tal van las cosas por Cuba?”, le disparo a Yolexis por WhatsApp, luego de preguntarle cómo pasó el Día de los Padres.

“¿Cómo van a ir, brother?”, me responde sin mucho entusiasmo. “Tú sabes cómo están las cosas por aquí. No te hagas el extranjero que tú saliste el otro día”.

Yolexis insiste en que en el par de meses que llevo fuera, la isla se mantiene igual, acaso peor. Que siguen los apagones, el calor, la economía por el piso y los precios por las nubes. Y le creo. Sin embargo —le digo—, aunque pueda hacerme una idea, nunca es igual imaginarlo que vivirlo en primera persona.

Además —le apunto—, incluso en poco tiempo pueden pasar cosas que sacudan el ambiente: “Mira todo el tira y hala ese del dólar que tiene loca a la gente, o lo de la flotilla rusa que estaba en La Habana. Eso me lo perdí”.

Tres embarcaciones y un submarino nuclear de la Marina rusa llegan a La Habana

“Eso sí es verdad”, me concede mi vecino, excompañero en las colas del pollo y las peñas de fútbol de la esquina, padre de “una niña que crece por día” y uno de esos cada vez más “raros” cubanos que ha puesto rodilla en tierra y asegura que no se va del país, porque —siempre aclara— su mujer no se irá sin sus padres, que no quieren marcharse, y él no se irá sin su hija ni su mujer: “Me tocó”.

Para evitar que la conversación tome ese rumbo tan espinoso, vuelvo a preguntarle por los barcos y el submarino ruso que estuvieron en Cuba. Si los vio de cerca o si fue a visitarlos cuando lo permitieron.

“Qué va, brother —contesta—, los rusos pusieron las visitas después del mediodía y a esa hora yo estoy en el trabajo. Para colmo, ha estado lloviendo bastante. A lo mejor si hubiesen dejado entrar al submarino me hubiera dado una escapada, no sé, pero solo dejaban subir a la fragata, por lo que me dijeron”.  

“Pero yo leí de gente haciendo cola y todo en la Avenida del Puerto. Y hasta vi fotos en las redes”, le acoto.

“Pues sí —me dice—, tú sabes que hay mucha gente a la que le sobra el tiempo y que los cubanos somos capaces de hacer cola bajo un aguacero para subir a un buque de guerra, con tal de ver algo diferente a lo de todos los días”. 

Personas esperan su turno para visitar a una fragata rusa de guerra en La Habana, el 15 de junio de 2024. Foto: Yander Zamora / EFE.
Personas esperan su turno para visitar a una fragata rusa de guerra en La Habana, el 15 de junio de 2024. Foto: Yander Zamora / EFE.

“Yo hubiese ido el sábado con Dania y la niña, pero me arrepentí. Mi hermano fue el viernes y me dijo que la gente estaba haciendo cola desde por la mañana, así que imagínate el sábado, que era víspera del Día de los Padres”, me explica. “Qué va, yo no estaba para eso. Al final es un barco con cañones y unos rusos ahí y ya”.

“Pues creo que ni tanto —le digo. La fragata, según leí, es de última generación y lanza misiles hipersónicos. Y el submarino, Kazan creo que se llama, es del otro día, como quien dice. Se mueve por propulsión nuclear y también dispara misiles cruceros. En ese no te iban a dejar entrar ni aunque les pagaras en rublos”.

“Igual, como andan las cosas con Rusia, con visitas y acuerdos a cada rato, esos barcos, o quizás otros, puede que vuelvan pronto a La Habana”, lo consuelo. A Yolexis, sin embargo, no le gusta mucho la idea.

“Mejor que no sigan mandando barcos de guerra, ni submarinos, que eso a nosotros no nos resuelve nada y, además, pone nerviosos a los americanos —apunta. ¿Viste como enseguida mandaron desde allá arriba un submarino a la base naval de Guantánamo? Ese no andaba por aquí de paseo seguramente”.  

“Aquí enseguida ‘pitaron’, pero, total, los americanos ‘se limpian’ con eso. Y, además, el submarino ruso llegó primero…”, añade.

Cuba declara su disgusto por presencia de submarino estadounidense en Guantánamo

“Si de verdad los rusos nos quieren ayudar —sostiene— lo que tienen que mandar es comida, petróleo, fertilizante, trenes, piezas para las termoeléctricas, cosas así. Total, si ya nos vamos a endeudar con ellos que sea por cosas que le sirvan a la gente para vivir un poquito mejor. ¿O esto de la flotilla naval nos lo pagan?”.

“No creo —lo desilusiono. Me parece que dijeron que la visita era por una invitación, o por las relaciones de amistad, así que bájate de esa nube. A lo mejor, incluso, somos nosotros los que les estamos pagando a ellos con eso. Acuérdate que Cuba le debe a las once mil vírgenes y Rusia no es la Unión Soviética, que nos daba cosas a las dos manos hasta que se fue a pique y nos quedamos en cueros”.

“Ahora que dices en cueros —cambia de tema Yolexis—, ¿viste el video de la rusa que se encueró en una tienda aquí en La Habana? Eso sí tiene revuelta a la gente en las redes por estos días. Increíble que pase algo así, brother”.

“Sí, me enteré, claro, pero no he visto el video completo —le respondo—, solo un pedazo que me compartió un socio al darme la noticia. Leí que lo filmaron el año pasado, cuando ella estaba de visita en Cuba, pero parece que fue ahora que lo soltaron, o que lo volvieron a mover en las redes, aprovechando lo de los barcos y el submarino en La Habana. Tremenda bomba”.

“La bomba es la rusa, una actriz porno que no está nada mal, la verdad—me dice jocoso mi vecino—, pero el video es tremendo descaro. La compañerita bola se pasea en pelotas delante de todo el mundo, así, como si nada; toma ron y lame y manosea unos tabacos provocativamente, con Martí y la bandera cubana de fondo.”

“Incluso hay un brother ahí que le va traduciendo, y le habla de Fidel, y el cantinero y otros trabajadores siguen tan campantes, hasta mujeres. Y mientras, la rusa sigue en lo suyo, feliz, con todas sus partes al aire, con sus risitas y sus contoneos frente a la cámara”, me narra, evidentemente molesto. 

“A mí la verdad no me dio ninguna gracia el video. Hay quien se lo ha tomado en juego, pero si algo así puede pasar en un lugar del Estado —porque eso fue en una tienda estatal, la de ron Legendario de la Calzada del Cerro, según dicen en las redes—, ¿qué cosa no puede pasar en Cuba?”, se pregunta Yolexis.

“Ahí ‘malanga’ estaba en la jugada”, me contesta cuando coincido con su punto de vista. “La rusa no pasaba por ahí de casualidad, en la tienda la estaban esperando. Eso tenía que saberlo, incluso, un poco de gente de la tienda para arriba. Y todo el mundo ‘se mojó’ al segurete. Ahí nadie puede hacerse el bobo o meter un cuento”.

“Yo supongo que ahora mismo debe haber unos cuantos ‘tronados’ por esa gracia”. Es lo menos que debería pasar —le digo, aunque sin mucha convicción. No creo que el Gobierno se vaya a quedar con los brazos cruzados, ¿o sí?”.

“Pues no debería, pero ya ni sé, brother —me responde, escéptico. Hay muchas otras cosas que no deberían ser, y son, y esta no creo que sea de las más importantes, por más simbólica y preocupante que sea. Si la actriz fuese americana a lo mejor hasta leían un comunicado en el noticiero. Pero la camarada es rusa”.

“Pero, ¿sabes qué? —vuelve a cambiarme de tema—, mejor hablamos de fútbol, que no estoy para calentarme demasiado la cabeza en estos días. Por fin, ¿a quién tú le vas en la Eurocopa? ¿Has podido ver algún juego allá en Dubái?”.

Salir de la versión móvil