El día de ayer, 10 de diciembre, el presidente cubano Miguel Díaz Canel anunció en transmisión simultánea por la radio y la televisión nacionales “el inicio de la ‘tarea ordenamiento’, nombre que se le ha dado al proceso de unificación monetaria y cambiaria y al resto de las necesarias transformaciones que lo acompañan”. Con la presencia de Raúl Castro, el presidente cubano dijo que, después de un largo proceso, estaban dadas todas las condiciones para anunciar el inicio de la “tarea” a partir del 1ro de enero del 2021, con una tasa cambiaria única de 24 pesos cubanos por 1 dólar.
“Esta ‘tarea’ pondrá al país en mejores condiciones para llevar a cabo las transformaciones que demanda la actualización de nuestro modelo económico y social, sobre la base de garantizar a todos los cubanos la mayor igualdad de oportunidades, derechos y justicia social, la cual será posible no mediante el igualitarismo, sino promoviendo el interés y la motivación por el trabajo” apuntó Díaz Canel.
El presidente cubano señaló como uno de los principales riesgos posibles de esta decisión “que se produzca una inflación superior a la diseñada, agudizada por el actual déficit de oferta”. Por otra parte, enfatizó que “los precios abusivos y especulativos no se permitirán. Se enfrentarán socialmente con medidas de contención y severas sanciones a los incumplidores”.
Aunque falta anunciar muchas de las medidas necesarias que deben acompañar esta decisión, OnCuba ha querido ofrecerles la opinión de reconocidos economistas cubanos que, durante años, han abordado este y otros temas de la economía cubana en nuestro sitio.
Julio Carranza
Reacción rápida: Yo creo que quedaron muchas cosas por aclarar. Fue una declaración importante, pero escueta. Solo quedó claro que el proceso comienza el 1 de enero y la tasa única es de 24 pesos por un USD. No hubo referencia a si habría convertibilidad. Se mencionó la posible presión inflacionaria (que más que posible es un hecho seguro) y que esta “se controlará” con tope de precios y sanciones. Eso es una fórmula para el crecimiento del mercado negro.
No se hizo referencia al aumento de salarios y pensiones, queda en lo que suponemos. Tampoco se dijo cómo van a ajustar sus costos las empresas, con una devaluación tan fuerte para ellas, ni si se avanzará con las PYMEs, como complemento de un sector empresarial que tiene que ajustar costes y plantillas.
Otro detalle: ¿cómo se eliminará (liquidará) el CUC en manos de la gente? Finalmente, dijo que habrá aclaraciones posteriores y lo más importante, que la reforma económica continuará en los marcos definidos por la Conceptualización. En fin, la cosa se mueve, eso está bien, ahora hay que ver cómo será el movimiento, sus efectos y compensaciones.
Nota: después de esta “reacción rápida”, se ha conocido en la Gaceta Oficial la legislación para el ordenamiento económico, que aclara mucho más el proceso. Debemos continuar estudiándolo.
Pavel Vidal
Se confirmó que la reforma monetaria comienza con un ajuste grande en la tasa de cambio. No hay unificación de monedas porque la economía se está dolarizando, pero sí se avanza en la unificación de las tasas de cambio. Es probable que más adelante el Banco Central deba ajustar de nuevo la tasa de 24×1, pero comenzar con esa tasa es un paso muy importante.
En un entorno de escasez es más complicado, porque van a estar pagando salarios y definiendo subsidios para productos que ahora no existen. Vienen varios meses de inestabilidad monetaria y financiera, hasta que los precios relativos comiencen a acercarse a sus valores de equilibrios. Todas estas disrupciones valen la pena, pues nos llevarán a saber realmente cuánto cuestan las cosas y qué es eficiente y competitivo y qué no los es.
El ajuste mayor ocurrirá en las empresas estatales, pues son las que hoy operan con la tasa de cambio oficial de 1×1. Muchas no podrán sobrevivir sin los subsidios de la tasa de cambio de 1×1. Se tendrán que cerrar o fusionar. Me preocupa que no se anuncian todavía las medidas para ampliar los espacios al sector no estatal. Tienen que sacar pronto los cambios estructurales, para que la gente legalmente pueda invertir y reaccionar al nuevo entorno monetario, si no, se irá gran parte del ajuste para el mercado negro. Las PYMEs son fundamentales para la generación de nuevos empleos.
Omar Everleny
La noticia sobre el día 0, informada por el presidente cubano Miguel Díaz Canel, aunque esperada hace mucho tiempo, no deja de sorprender por la forma en que se anunció, y además de contar con la presencia del primer secretario del Partido, como apoyo a esa decisión.
Era lógico que fuera el primer día del año, en términos de contabilidad nacional, es decir, aplicar una nueva metodología de cálculo desde el principio del año. Anunciar que la tasa USD a CUP fuera de 1 USD a 24 CUP sorprende a muchos que pensaban que era superior, pero considero que fue adecuada, es decir, era la tasa a la que trabajaban (antes de la COVID-19 y de la crisis económica de mediados del 2019) el sector privado o la población, y la mayor parte de los negocios privados eran rentables.
La afectación mayor, en términos de ajuste, le corresponde a la empresa estatal, ya que se prevé que muchas empresas rentables hoy día pasen a ser irrentables a partir de enero del 2021. Por ende, deberán ser subsidiadas. Tendrán que pedir ayuda estatal o pedir créditos al sistema bancario nacional.
Es muy difícil asumir que la inflación será moderada, ya que Cuba atraviesa un problema de ofertas de productos, entre ellos, de primera necesidad. Aunque los salarios se incrementen, los precios también aumentarán. En cuanto a lo expresado de que no se permitirá por parte del Estado el aumento desmedido de los precios, la realidad es la que lo demostrará.
Espero que las medidas que se deben tomar en paralelo a esa tarea de ordenamiento, que permitan incrementos de producciones o servicios, estén contempladas para su aprobación en un tiempo corto, tales como las PYMEs, la erradicación de las trabas que aún existen para la comercialización agrícola, la aprobación de nuevas cooperativas no agrícolas, etc.
Es decir, es una buena decisión comenzar la tarea de ordenamiento el primero de enero del 2021, pero debe tenerse presente que también tendrá daños colaterales, entre ellos, en los ahorros de la población, que los verán mermar por el cambio en la base de los precios.
Tamarys Bahamonde
El tipo de cambio anunciado representa, como muchos colegas han apuntado, una devaluación monetaria del peso cubano. Aún así, queda por debajo del verdadero precio de mercado del peso con respecto al dólar, expresado en el mercado informal, donde, en última instancia se adquieren los dólares. El efecto inmediato o mediato de ello puede ser una devaluación más profunda del peso cubano con respecto al dólar, y un proceso inflacionario que costará controlar. La permanencia de las tiendas en MLC implica la coexistencia del dólar junto al peso en la economía cubana. En términos llanos, permanece la dualidad monetaria de alguna manera. Si esta red de tiendas continúa siendo la única posibilidad para acceder a productos de primera necesidad, entonces esta medida poco colaborará en el corto plazo a cambios efectivos en la situación del cubano de a pie y su impacto será de tipo macroeconómico, fundamentalmente.
Me interesa, más que nada, referirme a cómo esto puede afectar a los cubanos. Las monedas no existen en un vacío desconectadas del sistema económico. Son, por el contrario, su reflejo y expresión. Las distorsiones estructurales de la economía cubana no se resuelven con la unificación monetaria, aunque este es un paso necesario para corregirlas. El impacto del incremento salarial anunciado no se puede medir a priori. Dependerá de cuánto cambien los precios, no en el mercado estatal formal, con precios establecidos de forma artificial, sino sobre todo, en el mercado informal y libre, que nos dirá con más exactitud cuánto varíen proporcionalmente los precios con respecto al salario. Si no se pueden adquirir dólares a través de mecanismos abiertos y legales, se continuará accediendo al mercado sumergido, cuya tasa de cambio es ya superior a la establecida por el estado para el día cero. En ese sentido, un ascenso salarial con una mayor liquidez en circulación, sin una transformación visible de los sistemas productivos, presionará ese tipo de cambio informal hacia arriba. A mí me preocupa el impacto de esta medida en la equidad, territorial y social, ya muy deteriorada en Cuba. Los académicos que estudian estos temas se refieren en lo fundamental a la brecha que hay entre las políticas económicas y las políticas sociales. Generalmente las segundas siempre van atrasadas con respecto a las primeras. Es el caso de Cuba también. Se debe ser cuidadoso en la implementación de estas medidas para no provocar daños a escala social que luego sean irreversibles en el corto plazo.
Un poco más allá de esto, vale referirse al impacto que tiene esta medida en el ya frágil entramado empresarial cubano. Llevará un tiempo ajustar las finanzas empresariales al nuevo contexto y en ese camino, empresas que operaban bajo tipos de cambio artificiales (de 1X1, o 10X1, por ejemplo) podrán ver sus utilidades afectadas considerablemente. Un efecto derivado de esto es el impacto en el empleo. ¿Cuántas de las empresas que serán afectadas por esta medida podrán continuar operando? Si continúan operando, ¿podrán mantener el nivel de empleo que hoy tienen? Si no es así, ¿existe un plan alternativo para esa fuerza de trabajo que puede quedar “disponible”, o sea, desempleada?
Todo esto, vale aclarar, es especulativo. La realidad mostrará aristas que hoy no podemos predecir. Las políticas tienen siempre impactos esperados, pero también impactos no anticipados a los que hay que prestar atención, y seguir de cerca en el proceso de implementación y evaluación de políticas públicas. Esta medida es, como dije, necesaria. Lo que pasa es que debe venir acompañada de un grupo de políticas complementarias que amortigüen la incidencia de efectos negativos y sustenten en el tiempo los objetivos que se propone el estado cubano. La economía no es una ciencia exacta y la vida tendrá la última palabra.
Mauricio de Miranda
David J. Pajón Espina
Se ha anunciado el inicio del proceso de ordenamiento monetario, una reforma que desaparecerá el CUC de circulación, devaluará el CUP en el ámbito empresarial estatal y establecerá una tasa unificada 24 CUP por un dólar para empresas y sector población, e implicará una profunda restructuración de precios, salarios y pensiones. El momento elegido para acometer este proceso es sumamente delicado: la aguda crisis socioeconómica, prolongada en un contexto de COVID, profundiza las debilidades productivas, carencias, reservas fiscales, empresariales y de los hogares. Es de suponer que las reservas internacionales se encuentren en el punto más deprimido de las dos últimas décadas. No obstante, ya que las autoridades anunciaron con firmeza su determinación de acometer este proceso con meses de antelación, con lo que se alinearon expectativas y decisiones de diferentes actores en torno a su cercano comienzo, el día cero no podía posponerse indefinidamente. Hacerlo coincidir con el inicio del nuevo año fiscal es conveniente también desde el punto de vista de los balances empresariales y fiscales.
Es de esperar un incremento de los precios, producto del impacto inmediato de la devaluación en los costos del componente importado de las producciones del sector estatal, del encarecimiento de los insumos a los que accede el sector privado, de los anunciados incrementos salariales y pensiones, y de las expectativas que anticipan un contexto inflacionario y terminan propiciándolo. Todo ello, frente a una respuesta productiva previsiblemente limitada. Una inflación galopante es nefasta para la población, y neutralizante de efectos potencialmente positivos de una devaluación sobre el balance comercial. No obstante, es inevitable, y necesario, que los precios reales de un importante grupo de bienes terminen revelándose. La regulación del nivel general de precios será uno de los retos más importantes en lo inmediato.
Es preocupante el énfasis en un control social y el rigor sancionador sobre quienes incrementen y especulen con los precios. Hay demasiadas zonas grises, y el uso de la exhortación y los mecanismos administrativos fallidos puede terminar propiciando un mayor traslado de productos del ámbito formal hacia el mercado negro.
Otro cabo suelto ha sido la posposición de una apertura al sector privado, que permita una respuesta contundente en términos productivos y en cuanto a la capacidad de absorción de una fuerza de trabajo excedente de empresas estatales irremediablemente ineficientes. A su vez, los negocios privados verán comprometidas sus reservas operativas, que perderán capacidad de compra una vez que ocurra el incremento de precios previsto por las autoridades y finalmente modulado por lo que ocurra en realidad. Para estos negocios, no se ha anunciado ningún instrumento que les ayude a sortear el descalce de capital.
Habrá que estar atentos a las señales del tipo de cambio en el mercado negro. Si el tipo de cambio del CUP ante el USD de cara a la población es entendido como recaudatorio y unidireccional (solo para que la población venda sus divisas y no para que acceda a estas), cabe esperar un diferencial en el tipo de cambio informal, cuya aproximación dependerá de un influjo de divisas al país sobre el cual las autoridades disponen de limitadísimo poder regulatorio.
Por último, el ordenamiento monetario mantiene inalterada la dolarización parcial de la economía cubana, la cual probablemente permanecerá más allá del mediano plazo. Si el ordenamiento se revela incapaz de garantizar una respuesta productiva nacional y una estabilidad en la moneda doméstica, es de esperar un incremento de los circuitos dolarizados, formales e informales.
Anamary Maqueira
Dos nuevas informaciones brindaron la locución del presidente Díaz Canel ayer: cual va a ser concretamente el Día Cero y cual será la tasa de cambio unificada. Sin embargo, muchas son las interrogantes y preocupaciones que aun permanecen sobre la implementación y consecuencias de las medidas que componen el reordenamiento monetario. Recordemos que, aunque la principal referencia a la tarea ordenamiento tiende a ser la estrategia de implementación de la unificación cambiaria y monetaria, el proceso incluye una reforma del sistema de precios de la economía cubana, es decir, la eliminación de “subsidios indebidos”, reforma salarial y de pensiones.
Últimamente mucho se ha dicho respecto a las potenciales consecuencias de la implementación de esta medida, a la vez que se ha señalado su impostergabilidad. En mi opinión, compartida por muchas y muchos colegas, hay tres elementos inmediatos a recalcar. Uno, el peligro inflacionario asociado, el cual no será posible controlar con meras medidas “de contención social” o sanciones. Sin un shock de oferta será imposible que la inflación se ajuste a los niveles que en teoría se han previsto. Esto, en el escenario de crisis actual, donde ya los precios se han disparado estrepitosamente en los mercados no regulados, incluido el informal, es extremadamente preocupante. Dos, la ausencia de información sobre los mecanismos de acceso a la divisa que tendrán los distintos actores económicos, incluidas las empresas no estatales y la población, en un contexto donde habrá que convivir por tiempo indefinido con las tiendas en MLC, aun cuando no se cumplió la máxima inicial de que esos recursos se utilizarían para garantizar la oferta en las tiendas en moneda nacional (la escasez relativa de oferta en esa red de tiendas y la propia intervención del Ministro de Economía en la Mesa Redonda del día 3 de diciembre demuestran que el ciclo no se cierra). El tercer elemento es que el ordenamiento monetario en sí mismo no resolverá los problemas estructurales de la economía cubana. Sin la implementación integral de la reforma económica y social pendiente será imposible destrabar el desarrollo de las fuerzas productivas y hacerlo co-constitutivamente con el desarrollo social, lo que implica considerar los impactos sobre las desigualdades, y actuar en consecuencia.
Espero ansiosamente la información que se dijo se brindará en los próximos días. Me pregunto, por ejemplo, las razones por las cuales las pensiones en la nueva escala salarial y de pensiones publicada hoy se encuentran por debajo del nuevo salario mínimo. Aunque en principio las mismas están por encima del costo anunciado de la canasta básica, es preocupante que la situación de las personas jubiladas actuales y aquellas que lo harán en los próximos años probablemente no mejorará. En cierto modo se está condenando a las personas jubiladas a vivir en los estratos más bajos o se está asumiendo que tienen ahorros, recursos adicionales vía apoyo familiar y que nadie depende, al menos parcialmente, de ellos. Aquellas personas cercanas a la edad de jubilación y que ciertamente lograron ciertos niveles de ahorro pues verán afectados los mismos debido a que estos se realizaron con el sistema de precios anterior. En definitiva, este elemento constituye una señal más del cambio de modelo redistributivo de uno estado-céntrico a uno familiarista. En resumen, las informaciones mas trascendentales relacionadas con la implementación de la tarea ordenamiento están por venir. Ahora la única certeza es que las preocupaciones y los efectos tienen fecha definida.
Oscar Fernández
Todavía es prematuro intentar un análisis en profundidad. Hasta el momento, el anuncio se corresponde con la política que han venido anunciando las autoridades durante los últimos meses. A primera vista saltan algunas inquietudes iniciales:
– La tasa de 1 USD=24 CUC significa una devaluación de la tasa de cambio empresarial de un 2300 %. Esto pone de inmediato en situación de pérdidas a un grupo muy grande de empresas que dependen de insumos importados, al tiempo que beneficia extraordinariamente a las exportadoras. En teoría, es un incentivo correcto, pero el descalce operativo es sin dudas muy grande. Resulta difícil que en un período de un año el Estado pueda eliminar el acompañamiento presupuestario a estas empresas. También, que ese tiempo sea suficiente para que estas se recuperen de las afectaciones por la devaluación. No obstante, el problema —que está entre los efectos directos de la medida— ha sido bien estudiado por instituciones académicas y gubernamentales durante años.
A la tasa anunciada, es poco probable que el Estado pueda vender USD a la población, y menos si está previsto aplicar un incremento de salarios y precios. El avance de la oferta en dólares, sin que el diseño de la política permita que una parte mayoritaria de la población pueda acceder a esa moneda legalmente, más allá de acentuar desigualdades, excluye de consumos básicos a un gran número de familias. Tiene que hallarse una solución para el tema. Máxime cuando todo parece indicar que continuará la segmentación: una economía en pesos que se restructura macroeconómicamente y otra economía que continúa funcionando en USD y permanece aislada de los eventuales desequilibrios que puedan surgir en la primera.
Sin dinamizar los restantes factores internos que restringen el despegue de la oferta, será muy difícil controlar la inflación durante el reseteo macroeconómico que está planteado. A menos que haya una reserva financiera asegurada para inundar de oferta los mercados en CUP con productos importados, y que ese financiamiento perdure hasta esperar que el sector productivo genere la reacción necesaria para dar un vuelco en la balanza de pagos, el incremento salarial no podrá ser absorbido completamente por el incremento previsto de los precios. Los nuevos niveles salariales se pudieran erigir en generadores de inflación.
El país se encuentra en una situación recesiva. El ordenamiento monetario constituye una necesidad. Es impostergable corregir las distorsiones que supone, pero no esperemos que el proceso genere una dinámica de crecimiento en el corto plazo, sino todo lo contrario.
La transformación que se avecina es muy compleja técnicamente. El momento es de muy alta tensión. Hay demasiadas cosas en juego. Al igual que durante la crisis de la COVID-19, gestionar el proceso desde la ciencia es la única posibilidad de éxito.
Juan Triana
El momento es complicado. La economía mundial en franco decrecimiento, quizás como nunca antes desde finalizada la 2da. Guerra Mundial, la COVID, el bloqueo potenciado por la administración Trump, más la debilidad del aparato productivo nacional, en especial del agropecuario, deudas incrementadas que recortan los ingresos externos y hacen imposible en el corto plazo lograr una mejora de la oferta vía importaciones y un espacio fiscal extremadamente reducido… Esas serán las condiciones de partida para iniciar un ajuste/reforma estructural inédito en la economía cubana.
La devaluación anunciada, 24 pesos cubanos por dólar estadounidense, demuestra que se pretenden efectos reales sobre la microeconomía. No obstante, el año transcurrido entre el pasado diciembre y este puede generar más costos que los deseados y previstos, debido a la elevación de la tasa de cambio en el mercado informal, que ronda los 50 pesos cubanos por dólar, a la corrida hacia arriba de los precios y a las expectativas alcistas en los consumidores. Súmese la existencia de un mercado en MLC que seguirá presionando hacia arriba la posición del dólar frente al peso cubano.
¿Cuáles serán los impactos?
En el sector real de la economía, en el corto plazo no deben esperarse efectos significativos sobre la productividad, aunque sí sobre la eficiencia asignativa, mientras que la propensión importadora de los agentes (en especial de la empresas estatales) debe reducirse. Tampoco deben esperarse efectos importantes de corto plazo sobre la capacidad exportadora.
Mientras, en el sector monetario, también en el corto plazo, ya se ha producido un sustancial incremento de precios, que se ha intentado manejar a través de controles administrativos, hasta ahora inefectivos. Atendiendo a las restricciones de oferta existentes hoy, evitar nuevos corrimientos hacia arriba de los precios será bien difícil.
Para las empresas estatales, el reto es mayúsculo, pues sus costos se multiplicarán varias veces. Aquellas que no logren salir de los números rojos con la “ayuda” anunciada en el plazo indicado, deberán ser liquidadas, con posibles impactos en el incremento del desempleo. Es una situación muy difícil, pues expandir el empleo con un decrecimiento de -8% del PIB, una tasa de inversión secularmente baja, flujos anuales de inversión extranjera directa lejos de las necesidades reales y sin haber aprobado la ley de pequeña y medianas empresas, ni la lista negativa de empleos por cuenta propia, parece bien difícil.
Ello generará mayores presiones fiscales, el probable incremento del déficit y de la deuda pública. Un profundo redimensionamiento en el sector presupuestado, que representa más del 40 % del PIB, será imprescindible en el mediano plazo.
La capacidad adquisitiva de la población, dañada ya por la existencia de un mercado en MLC, por el incremento de los precios y la expansión del mercado negro debido a la débil oferta, dependerá en mucho de que la inflación no convierta en sal y agua el incremento anunciado de los salarios, provocando la reducción del salario real.
Los resultados de largo plazo dependerán del éxito que se tenga en estos asuntos de corto plazo y, en especial, de que la inflación pueda ser controlada.
Es cierto que se está muy lejos del momento ideal, también que el gobierno toma riesgos elevados al hacerlo en este momento, pero seguir prolongando la incertidumbre es mucho más costoso.
Sin que no haya alguna flexibilidad en los precios no será posible lograr un equilibrio sano entre oferta y demanda y la economía real continuará distorsionada por las restricciones resultantes, en especial por el lado de la oferta.