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Dada sus potencialidades medioambientales, Cuba se insertará en los mercados de carbono, confirmó el viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Rudy Montero.
Un informe publicado en el sitio TTC (Travel Trade Caribbean), medio de prensa internacional con sede en Italia y con corresponsalía en la isla, refirió que la decisión fue anunciada en el reciente foro comercial agroalimentario de la Iniciativa Mano de la Mano organizado en La Habana por el Ministerio de la Agricultura y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
CLIPPING INFORMATIVO SEMANAL
️24-28 marzoProyecto “Mano de la mano” fomentará inversiones en la agroindustria
https://t.co/x5n85KrVr0Cuba, con enormes potencialidades para insertarse en el mercado de carbono
https://t.co/v2Fh5CZ0Ak pic.twitter.com/HLCvqxHHTY— FAO Cuba (@FAOCuba) March 28, 2025
La acción fue previamente aprobada por el gobierno cubano el pasado 15 de febrero, dado que se trata de una oportunidad crucial para que Cuba contribuya a la mitigación del cambio climático mientras genera ingresos a través de créditos de carbono, dada la conservación de su patrimonio natural.
El marco estratégico para la inserción cubana
Según Montero, el plan se basa en líneas prioritarias enfocadas en sectores clave como los bosques, los residuos, la energía y el llamado “carbono azul”.
Estas áreas han sido seleccionadas debido al potencial para reducir o eliminar emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y generar créditos de carbono comerciables.
Montero subrayó que este esfuerzo estará guiado por criterios de sostenibilidad y explicó que se trabajará “desde lo técnico-metodológico, lo normativo y la concepción de modelos de negocios concretos”.
Además, destacó que ya se está desarrollando un marco habilitador que permitirá integrar a instituciones y expertos para rehabilitar los ecosistemas del país.
Este enfoque busca alinear los compromisos internacionales establecidos en la Contribución Nacionalmente Determinada (CND) actualizada en febrero de 2025.
El potencial forestal: un modelo ejemplar
Uno de los pilares fundamentales del plan cubano es su gestión forestal. Roberta de Souza, especialista en financiación de mercados de carbono de la FAO, destacó que Cuba cuenta con una tasa negativa de deforestación, lo que significa que ha incrementado su cobertura forestal en los últimos años.
“Cuba es un modelo ejemplar en la gestión sostenible de sus bosques”, afirmó De Souza. Este logro posiciona a la isla como un líder global en soluciones basadas en la naturaleza para combatir el cambio climático.
Los proyectos REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal) fueron identificados como una herramienta clave para monetizar estos avances.
Según De Souza, estos proyectos no solo permitirán financiar iniciativas ambientales, sino también atraer cooperación internacional y apoyo técnico.
Carbono azul
Otro aspecto sobresaliente de Cuba para ingresar al mercado del carbono es el potencial del “carbono azul”, que abarca los ecosistemas marinos-costeros como manglares, pastos marinos y arrecifes coralinos.
Kim Friedman, oficial superior de Recursos Pesqueros de la FAO, resaltó que Cuba alberga el bosque de manglares más grande del Caribe y posee aproximadamente el 36% de los arrecifes coralinos con conectividad oceánica en la región.
Friedman explicó que estos ecosistemas no solo capturan grandes cantidades de carbono, sino que también proporcionan beneficios adicionales como la protección contra inundaciones y el aumento del nivel del mar.
Sin embargo, advirtió que los hábitats costeros están subrepresentados en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (CND) a nivel global. “Es crucial incluir estos activos en las estrategias climáticas nacionales e internacionales”, recomendó el experto.
Además, mencionó que el mercado del carbono azul está emergiendo como una oportunidad prometedora. Iniciativas como el proyecto colombiano Vida Manglar demuestran cómo estos créditos pueden ser certificados y vendidos bajo estándares internacionales.
El mercado global del carbono y los activos de Cuba
Los mercados de carbono son esquemas comerciales diseñados para incentivar financieramente la reducción o eliminación de emisiones GEI.
Según estadísticas del Banco Mundial, actualmente existen 36 mercados regulados que cubren más del 17% de las emisiones globales, que representan una oportunidad significativa para países comprometidos con la sostenibilidad.
En este contexto, Cuba cumple con los requisitos necesarios tras actualizar su CND 3.0. Este documento establece metas ambiciosas en la isla como alcanzar 49.3% de participación de fuentes renovables en la generación eléctrica para 2035.
De este porcentaje, 26% será destinado a compromisos incondicionales bajo la CND, mientras que el resto se utilizará para generar ingresos a través del mercado de carbono.
La inserción de Cuba en el mercado global del carbono no solo representa una oportunidad económica significativa, sino también un compromiso firme con la sostenibilidad ambiental.
Con recursos naturales únicos y políticas innovadoras respaldadas por organismos internacionales como la FAO y el PNUD, Cuba está bien posicionada para convertirse en un actor clave en este ámbito emergente.
Desafíos y perspectivas
A pesar del optimismo generado por estas iniciativas, existen desafíos importantes de orden práctico. Friedman señaló que aún se necesitan metodologías armonizadas para medir el progreso en áreas como el carbono azul.
Además, enfatizó la importancia de realizar inventarios detallados sobre los activos costeros y desarrollar marcos regulatorios sólidos.
Por otro lado, Montero reconoció que este es un “reto desafiante” para la comunidad técnica y científica cubana. Sin embargo, expresó confianza en que las capacidades nacionales combinadas con apoyo internacional permitirán superar los obstáculos.
Con recursos naturales únicos y políticas innovadoras respaldadas por organismos internacionales como la FAO y el PNUD, Cuba está bien posicionada para convertirse en un actor clave en este ámbito emergente.
De acuerdo con el oficial superior de Recursos Pesqueros de la FAO, “el valor económico y ambiental del carbono azul podría redefinir las fuentes tradicionales de riqueza global”.
Cómo funcionan los mercados de carbono
Los mercados de carbono son herramientas financieras diseñadas para combatir el cambio climático mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Funcionan a través de la compra y venta de créditos de carbono. Cada uno de ellos representa la reducción o eliminación de una tonelada métrica de dióxido de carbono equivalente en la atmósfera.
Tales créditos pueden ser generados por proyectos que disminuyen las emisiones, como la instalación de paneles solares, o por iniciativas que capturan y almacenan carbono, como la reforestación o el manejo sostenible de ecosistemas marinos.
Como la atmósfera terráquea es una sola, aquellas naciones que tienen deudas ambientales pendientes o programas económicos poco amistosos con la ecología, pueden comprar bonos de carbono a naciones que posean emisiones por debajo de los niveles obligatorios.
Entre los ejemplos incluyen bonos de proyectos REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación forestal), que financian la protección de bosques; bonos de energía renovable, que promueven proyectos eólicos o solares; y bonos de eficiencia energética, impulsando la mejora de tecnologías.
También existen bonos de captura de carbono, enfocados en proyectos de captura y almacenamiento de carbono. Cada tipo se adapta a diferentes iniciativas de reducción de emisiones, permitiendo a empresas y organizaciones compensar su huella de carbono.
Aquellos que no utilizan todos sus créditos pueden venderlos a otros que exceden sus límites. Este modelo busca incentivar la reducción progresiva de emisiones.
Críticas
Las críticas al mercado de carbono suelen enfocarse en la complejidad y dificultad para garantizar la integridad de los créditos de carbono, lo que puede llevar a la doble contabilización y una reducción de emisiones menor a la esperada.
También se fustiga la insuficiente participación de los países en desarrollo y la posibilidad de que el mercado se convierta en una herramienta de greenwashing o lavado ecológico de las corporaciones altamente contaminadoras.
Además, algunos argumentan que los mercados de carbono pueden desviar la atención de la necesidad de reducciones directas de emisiones y la transición a fuentes de energía renovables, por lo que la transparencia y la regulación efectiva son cruciales para mitigar estas críticas.