¿Qué sucede si usted busca en Internet noticias sobre los alimentos transgénicos? Le adelanto que encontrará los titulares más diversos: “Alimentos transgénicos, el genocidio de nuestro tiempo”, “¿La solución al hambre en el mundo o un riesgo rentable?”, “Alimentos Transgénicos vs. Alimentos Orgánicos”, “Crece cultivo de transgénicos en el mundo”.
Esta pluralidad de enfoques pone al descubierto la importancia de uno de los asuntos más debatidos del universo científico-tecnológico. Las causas de tantos puntos de vista varían de un país a otro. Sin embargo, algunas cuestiones sí resultan comunes en casi todo el mundo: el silencio mediático, la falta de un debate a nivel social y la existencia de posiciones opuestas -y a veces inamovibles- dentro de la comunidad científica, los gobiernos o las empresas multinacionales.
Pero, ¿qué son los alimentos transgénicos? ¿Cuáles son sus impactos en la salud humana? ¿Qué dilemas éticos genera esta tecnología? ¿Por qué pudiera ser importante informarse sobre este asunto en particular?
Comprendiendo el proceso
Los transgénicos son organismos a los que les ha sido modificada su información genética en laboratorios, para conferirles características específicas. En el caso de las plantas, por ejemplo, se busca incrementar la resistencia a plagas y enfermedades.
“Las plantas modificadas genéticamente son más propensas a ser resistentes a la sequía, la salinidad y son más eficientes en el uso del agua”, explica el Dr. Merardo Pujol, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), una de las instituciones cubanas más prestigiosas que se dedica al estudio de la transgénesis animal y vegetal.
¿Cómo se obtiene un transgénico en la práctica? Aunque la respuesta pudiera resultar muy “técnica”, el proceso requiere de combinar las destrezas en el laboratorio, con el esfuerzo y la dedicación de científicos a los que apasiona su trabajo.
La joven investigadora del CIGB, Kenia Tiel, cuenta los detalles del proceso: “En primer lugar, se aísla el gen de interés, lo que le da resistencia a herbicidas, virus, bacterias u hongos. Se introduce entonces en el tejido de la planta, ya sea directamente o mediante el uso de una bacteria. Con ese tejido se forma una planta completa que contiene este gen de resistencia. Una vez en el campo, estas plantas se analizan para confirmar la presencia del gen de interés y también confirmar la presencia de las características de la planta que les dio origen”.
Los transgénicos se consideran “nuevos organismos” que coexisten con el resto de los seres vivos. Su aparición ha generado preocupaciones éticas en cuanto a las interacciones con el entorno.
Así lo advierte el Dr. Fernando Funes-Monzote, destacado agroecólogo cubano: “En lo que respecta al diseño y gestión de sistemas de agricultura sostenible desde una perspectiva agroecológica existen preocupaciones sobre el desplazamiento de campesinos de sus tierras, los desequilibrios ambientales y los problemas de salud en los seres humanos que pudieran derivarse de la introducción de una tecnología como la transgénesis”.
Bajo la consigna de erradicar el hambre, varias empresas productoras de semillas se propusieron controlar la cadena agroalimentaria. Entre ellas: Monsanto, Dupont y Syngenta. A pesar de esa realidad, estos alimentos se han presentado en ocasiones, como la solución del hambre a nivel mundial.
Polémica en Cuba
Un reciente estudio desarrollado por el investigador cubano Manuel Álvarez Gil revela que el 73{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} de las personas en Cuba no conoce sobre los alimentos modificados genéticamente, en parte porque se trata de un asunto de relativa novedad.
A principios de los años 80, los científicos de la nación caribeña comenzaron a explorar la tecnología de los alimentos genéticamente modificados. Hace una década trabajan en la búsqueda de soluciones directas para la agricultura.
“Ahora experimentamos con dos especies de plantas: la soja y el maíz. En este momento, estamos sembrando en unos pocos miles de hectáreas. Ya hemos comenzado a producir semillas de soja transgénica resistente a herbicida “, declaró el Dr. Pujol.
Entre las principales preocupaciones en torno a la introducción de alimentos transgénicos sobresalen los posibles impactos para la salud.
“Hay tanto estudios que muestran efectos nocivos como otros que los desmienten. Todavía habría mucho que investigar y estas son investigaciones que hay que realizar tras diferentes generaciones y con efecto acumulado”.
En cambio, el Dr. Pujol explica que “no ha habido ninguna conclusión importante ni categórica que determine algún problema de los transgénicos para la salud de las plantas y de los animales”.
Ante esta variedad de criterios, en Cuba diversos organismos regulatorios siguen de cerca el camino de los transgénicos con el fin de analizar su seguridad para el ambiente, la agricultura y como alimento. Entre ellas: el Centro Nacional de Seguridad Biológica, el Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos y el Instituto de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
El Dr. Delgado afirma que en el contexto cubano, “hay seriedad en la investigación científica, hay calidad académica en el proceso, hay confiabilidad en la participación de un conjunto de instituciones. Esas son ventajas porque la tecnología está al servicio de la sociedad, no es como en otras sociedades donde se producen conflictos económicos y sociales asociados al uso de esta tecnología.”
Sin embargo, como sucede a nivel mundial, la polémica sobre los transgénicos es una realidad en la nación caribeña.
“En 2008, comenzó en Cuba el cultivo de maíz transgénico, lo que provocó un debate en la comunidad científica sobre los aspectos éticos, económicos y biológicos”, recuerda el Dr. Funes.
“Hay que tener en cuenta los riesgos para la biosfera, la impredecibilidad de algunos fenómenos, la heterogeneidad de la sociedad cubana. ¿Cuál es la recepción social que se tiene de una tecnología en diversos estratos de la sociedad? Todos estos son factores que debieran tomar en consideración para tener un uso del conocimiento que aporta esta tecnología bajo un control social,” advierte el Dr. Delgado.
Desde el CIGB, la apuesta es por la combinación de diferentes tecnologías en la agricultura. Sobre esta posición, el Dr. Pujol explica que “hay cultivos que tienen solución con transgénicos, otros no. Para el problema de la palomilla y las malas hierbas, por ejemplo, los transgénicos aportan soluciones importantes. No la única solución, ni tampoco pienso que la existencia de los transgénicos implique sustituir otros tipos de agricultura”.
En este debate, la óptica agroecológica propone que el énfasis debiera estar sobre todo, en la optimización del proceso productivo. Según afirma el Dr. Funes, en el contexto cubano la agricultura orgánica puede garantizar alimentos inocuos para todos. Por eso, este experto considera que el problema está “no tanto en la producción de alimentos en general, sino en su comercialización, en el almacenamiento, en la larga cadena que va desde la semilla hasta el consumidor”.
La controversia sobre los alimentos transgénicos refleja la importancia del acceso a la información con el fin de promover la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones sobre el uso de la tecnología y sobre el consumo consciente de alimentos genéticamente modificados.
“Aquí la cuestión sería no tanto preguntarnos si esta es una tecnología que debiera ser prohibida o permitida, sino preguntarnos como sociedad cubana de qué manera podemos informarnos mejor, trabajar colectivamente para habilitar este conocimiento“, concluye el Dr. Delgado.
Los diversos puntos de vista sobre los alimentos modificados genéticamente, tanto en el contexto cubano como internacional, demuestran que aún se trata de una realidad en construcción. La apertura de espacios de diálogo responsable a nivel social ayudará a comprender cómo esta tecnología resulta necesaria – o no – para impulsar el desarrollo del país.
Interesante la propuesta de este artículo sobre todo por la temática con la que se atreve. Bien como primer paso. Sin embargo, creo que existen elementos importantes desde el punto de vista científico y de implicaciones sociales que quedaron sin mencionar y que sería interesante discutir. Primero desde el punto de vista científico el autor podría haber discutido las razones (y si estas son pertinentes) para la introducción de los OGM en Cuba. Una revisión no muy profunda sobre el tema de las plantas transgénicas habría mostrado que existen varias tecnologías, culturales, de mejoramiento de germoplasma, producción de semillas híbridas, en las cuales Cuba podría y debía haber trabajado antes del salto a una tecnología con semejantes niveles de incertidumbre en cuanto a seguridad y riesgos. Más cuando nuestro país siempre ha sido una bandera en términos de agricultura orgánica y sostenible. Y en este punto salto hacia las implicaciones sociales. Ell autor lo menciona pero no lo discute. Un elemento fundamental en torno a la introducción de cultivos transgénicos, es la participación ciudadana y especialmente del consumidor en la toma de decisiones. ¿Dónde quedó el debate acá? En el mismo lugar que tantos y tantos otros. Allá arriba, donde no somos, no llegamos. Miles de hectáreas sembradas en un país dónde el 75% de las personas no conoce que es un OGM. Donde el 99,99999999% no tuvo poder decisión en la toma de decisiones. El país otra vez excluido del debate. El otro tema es que, en los países donde son comercializados productos y subproductos obtenidos a partir de cultivos transgénicos, estos por legislación deben ser marcados, identificados. Y el consumidor tiene la opción de decidir sin consumirlos. ¿Alguien va a identificar eso en Cuba? ¿Cúal sería la alternativa al picadillo producido con soya transgénica para un cubano que no puede pagar otro? Aclaro que igualmente si la idea fuese usar los alimentos sólo para la alimentación de ganado, igual es pertinencia de todos los componentes de la sociedad, a decisión sobre la liberación. Eso sin mencionar los elementos de idiosincrasia nacional que terminarían en muchos casos con la falta de control en torno al uso de las semillas. Bien por el primer paso, repito. pero lejos de caminar.
Finalmente una aclaración. En el texto se hace referencia a la “palomilla” sin identificar previamente que se trata del nombre común de una plaga del maíz (Spodoptera frugiperda). El problema es con la plaga y no con las “palomillas de maíz” de las sesiones de cine.
Bardem, muchísimas gracias por su comentario. Resulta muy enriquecedor y es una motivación para profundizar en un tema que requiere sin dudas, de un mayor debate en los medios y entre la ciudadanía.
Los transgénicos, como cualquier otra tecnología, están marcados por las circunstancias, los valores e intereses que actúan en la sociedad. Por eso, desde diversos campos académicos se defiende la idea de la democratización del conocimiento, en particular, el derecho de la sociedad a intervenir en el curso tecnocientífico.
Este reportaje es un primer acercamiento a la controversia. Gracias a su comentario y a otros que puedan surgir, trabajamos ya en un “segundo paso” que intentará discutir algunas de las cuestiones que usted menciona.
Espero que la próxima entrega sea un trabajo colectivo (lectores-periodista-expertos) que permita construir entre todos, el camino hacia la participación ciudadana en el polémico escenario de la introducción de transgénicos en Cuba.
Diana el tema de los transgénicos ya tuvo digamos “un pico” hace algunos años, cuando la tecnología salió del espacio del laboratorio hacia el campo, y como era de esperar, por esos asuntos de idiosincrasia, ocurrieron los primeros “accidentes”. Existen muy buenos trabajos de la gente de Observatorio Crítico y sobre todo un libro al que te remito si quieres continuar en la temática: Transgénicos en Cuba. Unos de los problemas de los OGM es precisamente el elevado grado de incertidumbre en cuanto a los riesgos de la tecnología porque no existen pruebas concluyentes sobre los posibles daños a la salud porque las consecuencias serían a más largo plazo. Este elemento la convertiría en una tecnología con resultados aún más catastróficos que aquellos en la que es posible evaluar de inmediato los riesgos, porque aumenta la ventana de tiempo en la que podría ser extendida, y porque en efecto no muestra elementos concluyentes para refutarla.
En mi opinión la introducción de la tecnología en Cuba, desde ambos puntos, el científico y el social, representa en soberano error y simplemente la muestra de que existen personas, instituciones que están por encima del sentido común. Te dejó aquí algunos argumentos desde el punto de vista científico:
1- Cuba no cuenta hoy con un banco de germoplasma para soya y maíz porque fue abandonado hace mucho tiempo (para maíz) y simplemente se perdió. Sólo este factor podría contribuir en mayor porcentaje al aumento de la producción de maíz, que la disminución por los daños provocados por la plaga para la que se introduce el gen de resistencia
2. Se dejó de lado casi completamente el programa de obtención de híbridos (basado en la existencia de un banco de germoplasma) que contribuiría en mayor medida (hasta 10 veces más) a los niveles de producción de maíz que el efecto del control de plaga del OGM
3. En la mayoría de los países donde se usan cultivos transgénicos que tienen resistencia a plagas, inicialmente se realiza un estudio predictivo de los niveles de la plaga, para tener certeza de que es necesario el uso del transgénico, dado que la tecnología es bien cara y repito con elevados niveles de riesgo. ¿Dónde están esos estudios en Cuba? ¿Dónde están los estudios de análisis costo-beneficio en cuánto al comportamiento de la plaga?
4. La bibliografía indica que para que el gen de resistencia funcione usted tiene que aplicar un tipo específico de herbicida porque es quien induce la expresión del gen de resistencia, eso, por tanto, establece una esclavitud -como consumidor y generalizador- de la empresa productora del herbicida. Usted tendría que comprar al precio que fuera, y con las condiciones que fueran, ese y no otro herbicida. Una peligrosa dependencia. No por casualidad existe una colaboración tan estrecha entre quienes producen transgenicos y los “agroquímicos que los hacen funcionar”. ¿Vale la pena esta dependencia cuando existen otras tantas alternativas que aún no han sido explotadas?
5. Los países en los que se han introducido los cultivos transgénicos suelen tender al empobrecimento genético, pues la variante transgénica termina por establecerse como monovariante. Y costaría años recuperarse de ese daño, al punto de que existen regiones donde ya no es reversible.
Quedan con usted
Simplemente solo hay una cosa que decir….Hay muchas formas de matar!. Todo el mundo luchando en contra de Monsanto y en Cuba nos salen con esto. Es vergonzoso.
Me parece importantísimo llamar la atención sobre el desconocimiento de los cubanos sobre temas como los transgénicos, aunque de otros también hemos estado aislados por diferentes razones, que van desde el poco acceso a internet y a temas controvertidos del otro lado del mar, a la centralidad de los medios. Los transgénicos ya están de salida gracias a la presión social de importantes movimientos sociales y ahora cuba sale con esto, cuando se ha demostrado que más allá de erradicar el hambre, los transgénicos contaminan las especies originarias de los países, por ejemplo el maíz en México, o véase la actual batalla del Movimiento sin Tierra de Brasil contra el eucalipto transgénico que contaminaría las especies nativas y acabaría con la producción de miel, también hay que ver que el uso de agrotóxicos para producirlos ha generado el aumento de cáncer, de desequilibrios mentales que conllevan al suicidios de campesinos vinculados a la producción (140 mil suicidios de campesinos en la India en 2013 y miles mas en los cultivos de tabaco transgénico en Rio Grande do Sul, Brasil), y otras afectaciones como contaminación de los suelos y rápido agotamiento de los mismos. Al final los gastos en salud serán mayores que los gastos para producir alimentos agroecológicos y convencionales. Pero lo mas importante en este momento que atraviesa la isla, es que un resbalón de algún funcionario podría permitir la entrada de trasnacionales como las mencionadas en el artículo, y el desconocimiento del que hablamos podría llevarnos a caer en una carrera que hoy genera resistencias de todos los movimientos sociales del mundo, como la Vía Campesina o el Sin Maíz no hay País. Cuba podría dar un paso atrás irreversible con una decisión de estas, y cómo evitarlo si el pueblo no está informado, no tiene los medios para informarse, y no puede ejercer ninguna presión sobre los que toman las decisiones, porque allí hace mucho tiempo que el pueblo no cambia una ley y nuestros representantes en la asamblea legislativa, esos que elegimos en los barrios, están tan desinformados como nosotros, y a veces solo dicen que sí, levantan la mano y aplauden.
Estimada Diana, muchas gracias por escribir sobre este tema, que juzgando por los comentarios de los foristas, hay un gran desconocimiento de una tecnología que ha jugado un gran papel en la producción de alimentos en países como Brasil, Argentina y los EEUU. Conozco de cada uno de los elementos que aportaron los especialistas entrevistados y lamento mucho como algunos basan su discurso con un enfoque tan poco serio y débilmente fundamentado. Me refiero especialmente al argumento de que la agricultura agroecológica sea suficiente para la alimentación del pueblo y que el problema sea de distribución y conservación. Hay muchos países que tienen una fuerte agroecología, nunca pensemos que somos superiores, y en ese caso solo esta destinado a un mercado que representa entre el 5 y 15%, que son los que pueden pagar ese precio.
La tecnología de los transgénicos comenzó su uso comercial en el año 1996 y hasta la fecha se producen más de 150millones de hectáreas sembradas con OGM, fundamentalmente de soya, maíz y algodón. En Cuba, se importa muchísimo maíz y más del 90% de la soya que puede pagar (porque en realidad necesita comprar más cantidad de soya para que se traduzca en mas cerdo y carne de aves), y un dato es que un porciento de ese alimento es transgénico. Aspiro que un día los que se hayan opuesto dramáticamente al uso de esta tecnología, puedan discutir seriamente sobre este tema y revisar los datos de seguridad que han aportado decenas de instituciones regulatorias en el mundo, incluyendo las de Cuba, y que puedan hacer sus recomendaciones para que en el país adopte esta tecnología con el manejo responsable de los riesgos.
Como dice Pujol, no existe en el día de hoy ningún daño a la salud humana y ambiental que pueda involucrar directamente a la tecnología OGM. Todo lo que se ha dicho ha sido con otras intenciones y en artículos que no responden al criterio científico. La tecnología hay que manejarla responsablemente para que coexistan los distintos tipos de agricultura y aprovechar la posibilidad que Cuba ofrece de poner esta tecnología al servicio de la producción de alimentos de tanta urgencia para el país como son la Soya y el Maíz. Pensar en que se compraremos siempre a los que producen los alimentos en el exterior, eso sí será dependencia alimentaria.
Estaré pendiente de otros artículos de este tema y espero que se comprenda mi mensaje.
Saludos
GE
Juan, su punto de vista también refleja una de las maneras en que algunas personas aprecian el fenómeno de los transgénicos en el contexto cubano. De cualquier forma, recordemos que en Cuba no existe criterio único sobre el tema en cuestión. A la par de las investigaciones en centros como el CIGB encontramos el empuje de los agroecólogos y el análisis crítico desde la academia. Incluso, desde la óptica internacional se aprecian cuestionamientos sobre el desarrollo de esos cultivos en el país. (Detalles en los artículos de los mexicanos Peter Rosset y Silvia Ribeiro, en el libro Transgénicos: ¿Qué se gana? ¿Qué se pierde? Textos para un debate en Cuba, disponible en http://www.cfv.org.cu/publicaciones/lib64transg.html)
En la primera mirada a la controversia que porponemos desde ONCUBA, el Dr. Delgado (experto de elevado compromiso con el debate social sobre los transgénicos) afirma que en la nación caribeña hay ciertas ventajas respecto a otras realidades. Entre ellas:“seriedad en la investigación científica, hay calidad académica en el proceso, hay confiabilidad en la participación de un conjunto de instituciones.” Sin negar su preocupación, le sugiero, Juan, que tome en cuenta estos elementos.
Puede estar seguro de que su reacción ante este asunto polémico será considerada en nuestro próximo trabajo. Un debate serio y responsable permitirá discutir la mayor cantidad de posiciones, siempre con respeto.
Muchísimas gracias, Bardem, por su segundo comentario.
Me parece muy relevante abordar los asuntos relacionados con la idiosincracia y los “accidentes” que pueden tener lugar si a la hora de introducir una tecnología, no se analizan suficientemente aquellos elementos que conforman la identidad de los individuos y grupos (campesinos, por ejemplo). Recuerdo que en varias conferencias de los profesores de la Cátedra en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, de la Universidad de La Habana, se comentaba cómo el hecho de controlar la propagación de semillas de transgénicos en Cuba podía ser muy complejo, si consideramos que los agricultores del archipiélago tienen cierta tradición de compartir o intercambiar semillas.Ese fenémeno trasciende muchas veces cualquier advertencia de las autoridades.
Por supuesto, el análisis de lo que puede suceder con los transgénicos en este sentido, resultaría provechoso más allá del caso particular.Se trata de compartir punto de vista que favorecería la comprensión de la ciencia y la tecnología como procesos sociales.
Muy interesantes los cinco puntos que propone: tarea de investigación para esta periodista! Agradezco también las pistas bibliográficas. El debate sigue en pie.
Excelente articulo, seria bueno conocer que tal a resultado el estudio luego de este año que paso