El hombre de la Whizzer

Foto: Susana Alfonso Tamayo

Foto: Susana Alfonso Tamayo

Más de siete décadas después de su surgimiento, Whizzer se pasea por las calles cubanas. No se trata de un personaje famoso, sino de un ciclomotor, impulsado por la empresa norteamericana Breene-Taylor Engineering Corporation en la primera mitad del siglo pasado y muy usado en el período de la Segunda Guerra Mundial y posterior a esta.

Podría decirse que la marca fue la primera en emplear motores auxiliares para bicicletas, pues mientras los primeros ciclomotores comienzan a aparecer después de la conflagración, este alcanzó gran aceptación durante la etapa bélica. Diversas fuentes señalan que podía recorrer casi 200 km con un solo litro de gasolina.

Hoy, a bordo de estas piezas antiguas, miembros del Club de ciclomotores Whizzer despiertan la curiosidad de quienes le ven pasar.

Para Elvis Pérez Hernández, miembro del club y fundador de un capítulo de este en la provincia Artemisa, la esencia del grupo está en el rescate y conservación de esos motores y devolverles su utilidad a fin de, no solo poder emplearlos como medio de transporte, sino también brindar o enriquecer la cultura de la población respecto a los Whizzer. De sus cualidades, Elvis amplía:

“Resultan muy económicos y adaptables. Gastan poca gasolina y se rompen con poca frecuencia. Tengo conocimiento de que aquí, hace ya muchos años, salían muy baratos y eran utilizados en la agencia de correos y como patrulleros”.

Foto: Susana Alfonso Tamayo
Foto: Susana Alfonso Tamayo

Otros comparten la misma fascinación de Elvis ante los ciclomotores Whizzer: “El club nacional, que pertenece a la Unión de Clubs de Autos y Motos Antiguos de Cuba,  se inauguró en el 2010 y llegué a mi municipio –San Antonio de los Baños- con el deseo de extenderlo a mi territorio. Así fui sumando a algunos interesados, quienes han comprado los motores ya dañados por el paso del tiempo y los transforman.

“Hasta el momento somos 10, aunque cuatro pilotos aún no han terminado la reparación de sus vehículos. Queremos crecer más. Por ahora, para lograr esa meta, tenemos como método motivar a cualquiera que vemos con uno de estos motores a unirse al club”.

Pérez comenta que su pequeño grupo ha estado representado en varias exhibiciones, como el desfile que, en la capital, en el 2011 homenajeó al célebre automovilista argentino, Juan Manuel Fangio; y en el primer Patio del Automovilismo, evento que hizo recordar a La Habana los tiempos en que circulaban como señores del asfalto automóviles como el Ford modelo A, un Ford del año 1930, junto a marcas clásicas de motos y bicicletas.

Además, protagonizó un desfile como parte de la inauguración de la XVIII Bienal del Humor de San Antonio de los Baños y una exhibición, igualmente en este municipio, en la cual aparte de hacer maniobras y demostrar habilidades,  presentó una colección de bicicletas Niágara, piezas que se sumarán al club en el futuro.

“Despertamos la atención de todos. Las personas no se conforman con mirar, se toman fotos con las motos, interactúan con nosotros”, añade con orgullo este hombre que profesa su amor hacia la Whizzer que le acompaña con un tatuaje en el brazo donde con grandes caracteres, han quedado grabadas cada una de las letras componentes de su nominación.

“Antes no me gustaban las motos, prefería las bicicletas, pero ahora tengo la certeza de que nunca me separaría de mi Whizzer, jamás la vendería”.

Foto: Susana Alfonso Tamayo
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