En medio de la crónica crisis cubana, con muchos productos “perdidos” de los mercados y las tiendas, y los precios cada día más disparados, el pollo se ha convertido en un salvavidas para muchos y una añoranza para otros.
Con otras carnes prácticamente “prohibidas” —si no por la ley, sí por su valor estratosférico— y el otrora “mamífero nacional” convertido en una mercancía de lujo, el pollo se ha mantenido, de una manera u otra, como un alimento más asequible y democrático.
Ya sea en la muy restringida cuota estatal, o en las vitrinas de las vilipendiadas mipymes, o en el “apretador” pero siempre socorrido mercado negro, el pollo se las ha ingeniado para permanecer en el escenario cotidiano, aunque no pocos se hayan exprimido los bolsillos para adquirirlo… Hasta ahora.
Le entrada en vigor el lunes 8 de julio de un tope de precios impuesto por el Gobierno cubano a un grupo de productos que habitualmente vende el sector privado va teniendo el efecto que muchos temían y vaticinaban: la desaparición de esas mercancías de los mostradores.
Ni la eliminación de los aranceles de aduana a esos —de momento— seis productos ha servido para evitar las críticas, tanto de vendedores y compradores como de economistas. Tampoco para que esas mercancías se “muden” con rapidez del mercado formal al informal, mientras las autoridades comienzan a multar a quienes violan los precios topados.
Así, mientras la prensa estatal alerta de la desaparición del pollo y otros productos “topados”, allí donde todavía se venden quien puede se apresura a comprar y hasta acaparar, a riesgo del fantasma de los apagones, previendo una fuga de las vitrinas.
En La Habana, por ejemplo, el fin de semana volvieron las ferias en varios puntos de la ciudad, como la céntrica calle Galiano (Avenida Italia) y sus comercios colindantes. Allí el pollo fue, como era de esperarse, uno de los productos más demandados, al punto de agotarse aun a precios que bordeaban el tope oficial (680 pesos el kilogramo).
Pero no solo hubo pollo en Galiano. Hubo otros productos “topados” como el aceite y las salchichas, y otros que no, pero que son de elevada demanda, aun con sus precios hoy día, como los huevos, los embutidos, los refrescos y las confituras.
No faltaron las ropas y artesanías, y tampoco las carretillas con aguacates —en plena temporada— y otros productos agrícolas, que congestionaban aún más el paso. Así lo comprobó nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez, quien capturó con su lente lo sucedido con el pollo y otras mercancías en la transitada avenida habanera y sus alrededores.