Uno es un experimentado recolector que cosecha las hojas de un color verde brillante en los campos de la provincia de Pinar del Río. Otra es una residente en La Habana que selecciona las mejores hojas con sus delicadas manos, decoradas con una llamativa manicura de colores brillantes y diminutas cuentas.
Son dos de las muchas caras de la industria del tabaco en Cuba, que es una inusual fuente de riqueza en una economía en problemas. El incremento de las cosechas y la mejora de la calidad del tabaco hicieron de 2017 uno de los mejores años para los cultivadores y productores de puros. El país obtuvo más de 500 millones de dólares de beneficios, un 12 por ciento más que el año anterior, según funcionarios del gobierno y empresas.
El proceso comienza en los campos de tabaco del oeste de la Isla, donde recolectores como Jorge Luis León Becerra cosechas las hojas y las llevan a una casa de secado, donde las trabajadoras las atan y las cuelgan para la primera de las sesiones de secado y curado por las que pasarán. Entre estas está Delma Mendívez Martínez, que comenzó a trabajar en la plantación Martínez hace más de seis décadas, cuando tenía 14 años.
La hacienda está gestionada por Roberto Armas Valdés, que asumió el control tras el fallecimiento de su suegro hace cinco años. Dice que dirigir el negocio es un trabajo duro y complicado pero “este año ha sido un año bueno, bueno para el tabaco”.
De la plantación Martínez, de propiedad privada, el tabaco pasa a un almacén estatal en la localidad de San Luis, donde empleados como Juan Hernando Regalado Rosales sacuden las hojas antes de una nueva fase de secado. Más tarde, Luis Miguel Vergara y otros “secadores” depositan las hojas en una sala oscura, donde seguirán secándose entre 45 y 90 días.
Desde San Luis, el tabaco se envía a La Habana, donde expertas como Milagros Suárez Tamayo eligen los mejores colores y texturas para cada gama específica de puros, que se lían y empaquetan en la fábrica La Corona.
Entre los puros que salen de La Corona están los famosos San Cristóbal, Montecristo y Romeo y Julieta Churchill, que pueden alcanzar hasta los 700 dólares por caja en tiendas y clubes de fumadores de todo el mundo.
AP / OnCuba