Las visitas de los presidentes de China y Rusia a Cuba: geopolítica y actualización

Vladimir Putin y Raúl Castro

Rusia está en vías de convertirse, junto a China, en otro aliado estratégico a nivel de las grandes potencias / Foto: Roberto Ruiz.

Las recientes visitas a la Habana de Xi Jinping y Vladimir Putin, y la firma de numerosos convenios con China y Rusia han puesto de relieve la importancia que ha adquirido para nuestro país el proceso de recomposición geopolítica que está teniendo lugar en la política mundial. Al propio tiempo subrayan la significación que ello puede tener para la “actualización del modelo económico cubano” que ha entrado, como ha enfatizado el Presidente Raúl Castro, en una etapa de creciente complejidad.

Casi al unísono tuvieron lugar dos acontecimientos de menor importancia que subrayan la continuidad y el cambio en las relaciones internacionales de Cuba, en las cuales se viene llevando a cabo, asimismo, un proceso de actualización. El Jefe de Estado cubano fue invitado a participar en el foro entre China y la CELAC, lo que le correspondía en su condición de miembro del cuarteto que rige este año los destinos de esa organización. Por otra parte, visitó la Habana el Primer Ministro de las Islas Solomon, un pequeño país que forma parte del conjunto de Islas del Pacífico, donde Cuba lleva a cabo una importante acción de cooperación Sur-Sur en el ámbito de la salud pública.

China y Rusia son las dos más importantes potencias globales contestatarias del orden mundial unipolar que Estados Unidos trató infructuosamente de crear a partir de la desaparición de la Unión Soviética. El auge de la primera en el plano económico y de la segunda en el plano geopolítico y militar constituyen acontecimientos favorables a Cuba, cuyo principal desafío externo sigue siendo su conflicto de 55 años con Washington. Con ambas naciones hay antecedentes favorables para el desarrollo de una relación más estrecha tanto en lo económico como en lo político. Por otra parte, ninguna de las dos potencias ha sido reticente a expandir su influencia en América Latina y Caribe, para lo cual sus buenas relaciones con la Habana son percibidas como una fortaleza.

Cuba y China comparten numerosos valores, intereses y objetivos. El gigante asiático se ha convertido en el segundo socio comercial de la Isla, fomentado por la implementación de varias líneas de crédito comercial. Existe una coincidencia política significativa tanto en lo que respecta a la construcción de un socialismo de mercado, a pesar de que Cuba marcha todavía a la saga, y en la estructura unipartidista de sus instituciones de gobierno. Existen potencialidades de cooperación en varios sectores industriales que el gobierno cubano ha priorizado. Por otra parte, varias compañías chinas están colaborando con el desarrollo de la prospección y producción petrolera. Hay una colaboración cultural importante que tiene su máxima expresión en el estudio del idioma español por jóvenes chinos en Cuba y del chino por jóvenes cubanos en China.

Xi Jinping y Raúl Castro
China se ha convertido en el segundo socio comercial de la Isla, fomentado por la implementación de varias líneas de crédito comercial / Foto: Roberto Ruiz.

La firma de 29 acuerdos gubernamentales durante la visita del Presidente Xi demuestra la amplitud de las relaciones con China. Los intercambios políticos al máximo nivel son usuales y confirman las coincidencias entre ambos liderazgos. No cabe duda que probablemente sea ésta una de las relaciones estratégicas más estables a las que Cuba puede aspirar. Pero aún no se ha alcanzado toda la potencialidad que estas relaciones pueden tener, sobre todo en el plano económico. Y ello no se debe a la falta de voluntad de ambos liderazgos. Cuba necesita, y esto sería un acicate para la relación con China, ganar en eficiencia en su sistema productivo. La economía de ese hermano país, tanto en su sector estatal como privado, se fundamenta en las inevitables y testarudas relaciones monetario mercantiles, que exigen el desarrollo impetuoso de las fuerzas productivas, objetivo fundamental de la “actualización del modelo económico cubano”. Las potenciales inversiones chinas son todavía escasas y su desarrollo depende en gran medida del avance de la reforma económica cubana.

Por su parte, Rusia ha venido expresando cada vez un mayor interés en desarrollar las relaciones. Ambas partes pueden aprovechar los beneficios del estrecho vínculo que tuvieron en la época soviética. Existe en Cuba un amplio parque de instalaciones y maquinarias rusas y centenares de profesionales cubanos se formaron en universidades de ese país. No puede olvidarse que el armamento de las fuerzas armadas cubanas sigue siendo de origen ruso, lo cual fortalece las relaciones militares y de seguridad. La condonación del 90 por ciento de la deuda cubana fue un gesto de buena voluntad que abrió el camino para ampliar la colaboración. Durante la visita de Vladimir Putin a la Habana se firmaron diez acuerdos, entre ellos uno en materia de prospección petrolera. Rusia está en vías de convertirse, junto a China, en otro aliado estratégico a nivel de las grandes potencias.

No hay duda que tanto Beijing como Moscú persiguen apoyar a Cuba políticamente. Las razones para ello son muchas, pero vale la pena señalar al menos dos. Primero, la posición geopolítica de Cuba que la hace “escala inevitable” de cualquier enfoque de ese tipo. El otro es el creciente rol que viene jugando Cuba en la región como interlocutor válido de todas las fuerzas políticas en un contexto que se caracteriza por la búsqueda de autonomía no sólo con respecto a Estados Unidos sino en general en el nuevo orden mundial multipolar, incluso por gobiernos que no son necesariamente de izquierda o progresistas. Ello se demuestra por la exitosa Cumbre de la CELAC en la Habana y el papel mediador de Cuba en el conflicto interno colombiano.

El factor geopolítico es válido para los casos de China y Rusia. Sin embargo, sería un error atribuir a ambas potencias exactamente los mismos intereses. China tiene una política de larga data en América Latina y el Caribe en la cual Cuba es uno de los países clave. La presencia rusa, más geoestratégica y aún en sus comienzos, se debe sin duda al giro que le ha dado Vladimir Putin a la política de Moscú. Hay sectores en Rusia que no comparten esta visión. No se trata de una repetición de las políticas vigentes hacia Cuba y América Latina y el Caribe en el período soviético (1972-1989).

Tanto China como Rusia parten de los intereses geopolíticos y geoeconómicos de sus círculos gobernantes. Pero esos intereses son más estructurales y permanentes en el caso Beijing, cuyo interés en Cuba pasa también por claves ideológicas. A pesar de estas diferencias, tanto en un caso como en otro, el interés en nuestro país dependerá de la confianza con que se siga mirando al liderazgo cubano y su solvencia económica y política, de ahí la necesidad de continuar avanzando por el camino de la reforma.

En este sentido, no hay que olvidar que Rusia es un país capitalista, con un liderazgo enfrentado a Estados Unidos y la Unión Europea por razones de poder. Existen al interior de Rusia fuerzas políticas pro occidentales que aspiran al poder y que reciben el apoyo de Washington y Bruselas. Ese no es el caso de China, que es un país socialista cuyo liderazgo está consolidado y comparte con Cuba la ideología y la estructura del sistema político pero que tiene una relación de interdependencia con Estados Unidos, en la cual el liderazgo chino, defender sus intereses y enfrentar a Washington cuando ha hecho falta, busca evitar conflictos que no tengan que ver directamente con éstos.

¿Cómo impactan estos hechos geopolíticos sobre una eventual mejora en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos? La política de Washington hacia la Habana está fracasada y paralizada. En términos geopolíticos, ya Estados Unidos perdió la partida. Mientras más se demoren en “actualizar” la política como el Presidente Obama dijo que deben hacer, más quedarán descolocados. Dicho esto, sin embargo, no hay que olvidar que en nuestras relaciones con Estados Unidos priman dos factores geopolíticos de indudable importancia: cercanía y asimetría. Cuando tengamos una relación más “civilizada”, como demandó el Presidente cubano, esos factores tendrán un peso sustancial. Si el deshielo geopolítico y diplomático tiene lugar en los próximos dos años, como algunos pronostican, comenzando con la Cumbre de las Américas de abril del 2015 en Panamá, sería iluso pensar que ello no impactará sobre la “actualización del modelo”, lo que obligará al gobierno cubano a “hilar fino” para aprovechar los beneficios económicos y minimizar los riesgos políticos. En este sentido resulta imprescindible acelerar todos los procesos en curso antes de que se produzca el pronosticado cambio, que sigue siendo incierto.

Los pasos dados con China y Rusia no deben afectar la voluntad cubana de continuar desarrollando relaciones con aliados de Estados Unidos que son geopolíticamente importantes como Canadá y la Unión Europea. En el primer caso se trata de una relación consolidada en materia de comercio, turismo e inversiones. En el segundo, estamos ante una política realista y pragmática que busca darle carácter político institucional más sólido a unos vínculos que son económicamente muy importantes para Cuba. Después de todo, el bloque europeo es y seguirá siendo una de las 3 economías más grandes del mundo.

La presencia del Presidente cubano en el foro CELAC-China en Brasilia subrayó otro hecho geopolítico que tiene implicaciones para la “actualización del modelo”, ya que la misma se produjo inmediatamente después de la Cumbre de los BRICS en Fortaleza. Entre los acuerdos más importantes de este último cónclave estuvo la creación de un Nuevo Banco de Desarrollo con un capital de 100 mil millones de dólares, con sede en Shanghái y con un Presidente procedente de la India. Esta iniciativa debe beneficiar a Cuba, que tantas dificultades enfrenta en sus finanzas internacionales debido al efecto combinado de las sanciones económicas unilaterales ilegales de Estados Unidos y las propias debilidades de la economía cubana a causa de los errores cometidos en este terreno.

Mariel
El proyecto de Mariel, la Terminal de Contenedores y la Zona Especial de Desarrollo, abre posibilidades para insertar a Cuba en las cadenas globales de producción y comercio.

Por otra parte, la presencia de Raúl Castro en Brasilia subraya las buenas relaciones que se han construido con América Latina y el Caribe, que es el entorno geopolítico regional inmediato. Estas relaciones tienen importancia no sólo política sino también económica, gracias a los beneficiosos acuerdos firmados con todos los gobiernos, pero particularmente con Venezuela y Brasil. Por su importancia geoeconómica, resulta imperioso subrayar que gracias a los acuerdos con estos países se han construido dos objetos de indudable proyección regional y hasta global. Con Venezuela se desarrolla la refinería de Cienfuegos, que permite a Cuba producir derivados para el área centroamericana. Con Brasil el proyecto de Mariel, la Terminal de Contenedores y la Zona Especial de Desarrollo, abre posibilidades para insertar a nuestro país en las cadenas globales de producción y comercio. Sin embargo, hay que enfatizar el desafío que ello representa pues también implican que la reforma debe avanzar para que estos pasos estratégicos tengan el éxito que se proponen en la apertura de la economía cubana.

La visita del Primer Ministro de las Islas Solomon y la apertura de una Embajada de ese pequeño país de la llamada Melanesia, es también un hecho de cierta importancia geopolítica. Fiel a la tradición martiana de que “Patria es Humanidad”, la proyección internacional de la Revolución Cubana ha tenido como uno de sus rasgos característicos la práctica de la solidaridad internacional como uno de sus valores esenciales. Esto ha tenido su expresión concreta en la cooperación Sur-Sur en materia de salud pública. A pesar de que las Islas Solomon y otros pequeños países similares en Oceanía tienen una escasa relevancia según las más comunes concepciones geopolíticas, la diplomacia cubana no sólo ha otorgado becas a más de 200 jóvenes estudiantes de la región sino que ha fomentado el envío de decenas de cooperantes en materia de salud. Esto ha tenido el beneficio adicional de fortalecer las relaciones con Australia, con la cual se comparte el interés de apoyar el desarrollo de los servicios médicos en esos países. Ello a pesar de que Camberra es uno de los más firmes aliados de Estados Unidos en la región. Que un país de escasos recursos financieros decida incurrir el gasto de abrir una misión diplomática en la Habana es un hecho geopolítico de cierta trascendencia.

Estos logros diplomáticos de Cuba, que han coincidido auspiciosamente con la celebración del 61 Aniversario del 26 de Julio, son el resultado de un acucioso bregar de la diplomacia cubana que ha aprovechado los activos acumulados en estos 55 años de verdadera independencia. Sin embargo, La Habana no puede dormirse sobre los laureles. Y ello no depende sólo de la efectividad de su diplomacia ni de lo atractivo de su “poder blando”. La Isla no debería depender sólo del suministro de servicios de salud (hoy la mayor fuente de ingresos por exportaciones), del turismo o de la exportación de ciertas productos básicos como el azúcar o la industria. Esos pueden ser productos y servicios vulnerables. El país tiene potencialidades suficientes para fomentar producciones de alta tecnología, como lo es el caso de la industria farmacéutica. He ahí uno de los mayores desafíos, en los que se combinan los beneficios de una nueva configuración geopolítica que nos es favorable y de una tradición de política exterior que nos convierte en aliados seguros. A ello hay que añadir ahora, lograr que la “actualización del modelo económico cubano” sea efectiva y desencadene las fuerzas productivas de nuestra sociedad para lograr la prosperidad y sustentabilidad que se ha trazado la dirección del país como meta.

La diversificación de las relaciones políticas exteriores de Cuba abre una oportunidad geopolítica. El desafío es hacerlo también en lo económico, lo cual no será posible sin una “actualización” efectiva y completa.

 

* El autor es diplomático, educador y ensayista. Fue Asesor del Canciller (1992-1994) y Embajador de Cuba ante la Unión Europea (1994-1995). Es actualmente miembro del Consejo de Redacción de la revista Temas. Correo electrónico: alzuga@cubarte.cult.cu.

Salir de la versión móvil